Extra 1 año!

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Hace ya 1 año que publiqué esta historia, no puedo estar más feliz por el apoyo que se le ha dado de verdad.

Cómo regalo por todo el cariño que le habéis dado al libro, quiero dejaros un pequeño extra más de Sara y Mika. Un beso y gracias!!

Sara

-¿Qué hay hoy de comer? -Dije sujetando el cuenco de palomitas con la barriga, en apenas un par de días saldría de cuentas.

-Pasta. -Gritó él desde la cocina. Sonreí y me incorporé un poco. -No sé cómo eres capaz de comer todo el día.

-Es un don. -Le escuché reirse.

De repente noté cómo algo mojado me empapaba las piernas. Mierda, había roto aguas. Mika salió en ese mismo momento de la cocina; dispuesto a decirme algo, pero cuando me vio solo supo mirarme con horror y comenzar a respirar con irregularidad.

-Vale. -Me levanté. -Voy a empezar con contracciones, necesito que le des al botón de la aplicación cada vez que grite. -Mika asintió, con una gran cara de sorpresa. -Voy a ducharme.

-¿Cómo te vas a duchar? -Chilló. -Estás de parto.

-Me da tiempo, y a maquillarme. -La cara de Mika fue todo un cuadro.

-Sabía que el embarazo te había hecho perder neuronas, pero creía que te quedaban algunas. -Se burló. -Vamos al hospital ya.

-Joder coge el teléfono y apunta la primera. -Lo cogió con prisa y le dio al botón. -Voy a ducharme.

Sin darle tiempo a quejarse o impedírmelo me metí en el baño, mientras me duchaba le gritaba que apuntase las contracciones y él lo hacía.

Muy a su pesar me maquillé, porque luego hacen fotos que se quedan para toda la vida, y sales horrible.

Nos subimos en el coche y Mika condujo a la máxima velocidad permitida, pitándole a cualquier coche que hacía el mínimo error y quejándose por todo.

Hasta amenazó a uno con buscarle y multarlo.

-Debes relajarte. -Dije poniendo mi mano sobre la suya. -Tampoco es que vaya a tener a Beca aquí... Joder. -Otra puta contracción, me encogí del dolor y Mika me miró con los ojos muy abiertos, pisando a fondo el acelerador y girando en la calle del hospital.

(***)

Mika

-¿Señorita Perkins? -Preguntó la doctora, ambos asentimos. -Todavía le quedan por dilatar al menos cuatro centímetros. -Sara asintió. -¿Es usted el padre? -Preguntó, mirándome.

-Sí. -Miré a Sara. -O eso quiero pensar.- Sara me dio en el brazo. -Es broma, soy yo.

-Genial, les avisaré cuando pueda entrar en el paritorio. -Nos dedicó una leve sonrisa y desapareció por la puerta.

-Parece que viene con fuerza. -Dijo Sara. -Va a tener un carácter fuerte al parecer.

-Cómo sea como el de su madre... -Bromeé, pero mi sonrisa se borró al ver la cara de asesina de Sara.

-¡Yo no tengo mal carácter! -Gritó. -Fuera, Mika.

-Sara cielo no era... -Ella me fulminó con la mirada y señaló la puerta.

-Te odio. Quiero ver a mi madre.-Le di un beso en la cabeza y salí por la puerta. Había leído en un par de libros para padres que cogí de la biblioteca, que muchas mujeres suelen ponerse así en el parto.

-Quiere verte. -Le dije a la madre de Sara. Ella asintió y entró.

-Te ha echado, ¿Verdad? -Preguntó su padre, me senté a su lado.

-Efectivamente. -Contesté con una sonrisa.

-¿Te ha dicho que te odia y que quiere ver a su madre? -Preguntó, yo asentí, extrañado.

-Digna hija de su madre. -Rió. -A mí me dijo lo mismo.

-¿Sara vino con fuerza? -Pregunté.

-Pues claro. -Contestó. -Y cuando nació estuvo tres días seguidos llorando, no dormía, solo lloraba. -Oh mierda, espero que eso no me pasara a mí también.

-Es reconfortante. -Ironicé.

-Tranquilo, con el tiempo os acostumbraréis. -Me puse los codos en las rodillas. -Me alegra que por fin hayas tenido la vida que te mereces.

-Muchas gracias señor Perkins.

-Para ti Hank, ya lo sabes.

(***)

-Bienvenida al mundo Rebeca. -Dijo el médico, poniendo a la pequeña en el pecho de Sara. Con una gran sonrisa besé su frente.

La pequeña era preciosa, apenas tenía pelo, parecía un muñeco. No paraba de llorar y Sara le hablaba para que se calmase.

De repente noté cómo mis ojos se empezaron a aguar, volví a besar a Sara en la cabeza cuando se llevaron a Beca para limpiarla.

Cuando nos pasaron a la habitación la cogí en brazos, era tan pequeña que me cabía en la mano. Sara me miraba con una sonrisa, que se transformó en una carcajada cuando vio que estaba llorando.

-No te rías idiota. -Dije sonriendo. -Es que, hace unos años no me imaginaba esto. -Sara hizo un mohín. -No me imaginaba que iba a tener una vida más allá de aquella celda.

-Pero la tienes. -Me acerqué a dejar a la pequeña; que se había quedado profundamente dormida, en la cuna. Sara me hizo un hueco en la cama y me puse a su lado, dándole un beso en los labios y acariciándole el pelo.

-Te quiero. -Dijo ella, dándome un beso en la barbilla.

-Y yo, no tienes ni idea de cuanto.

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