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Sara

Lo que había dicho Dowling me había dejado un poco cabreada, obviamente no me lo creía y confiaba en Mika, es obvio que solo quería ponerme a prueba.

Aunque, pensándolo bien, desde hace un tiempo no hace más que tirarme indirectas y enredarme.

Pero igualmente, seguía confiando en él.

Me revisé la coleta por quinta vez, no podía tener ni un bollo, así de perfeccionista podía llegar a ser.

Me puse algo de maquillaje, ligero y sutil, para no llamar la atención.

Me terminé de tomar las tostadas que me había preparado y cuando fui a salir me encontré con quien menos deseaba ver.

-Sara. -Le intenté cerrar la puerta en la cara; con toda la intención de darle en la nariz y rompérsela a poder ser, pero me frenó poniendo la mano en esta.

-Voy a llamar a la policía. -Me quitó el móvil. -Gritaré.

-Escucha por favor. -Negué con la cabeza.

Por fin me había quitado la venda de los ojos y había visto como había sido todos estos años realmente. Y eso sin pensar en los posibles cuernos.

-Ya te escuché suficiente, y tú me escuchaste a mi. No quiero tener que repetirte que te pires de mi casa ya, porque no tengo nada que hablar.

-¿Qué nos ha pasado? Porque estás neurótica desde que te dije que no podía venir. -Se quedó pensativo y me miró serio. -No me jodas que el imbécil ese te metió esas ideas en la cabeza.

-No, y no es un imbécil. -Me miró con los ojos más abiertos.

-Ya entiendo, resulta que te gusta joder. -Empezó a aplaudir. -La nenita inocente se enamoró del preso, pues no te va a dar lo que quieres. -Espetó. -Te vas a quedar sola por no querer estar con alguien que realmente te quiere.

-Hasta aquí he llegado. -Le quité el teléfono de las manos, lo empujé fuera de casa y me puse en medio de él y la puerta, sosteniéndola con el pie. -No quiero verte más por aquí, Ashton.

-Como veas, pero te juro que no te puse los cuernos.

Entré en casa y cerré la puerta, respiré hondo y me fui hacia la cárcel.

Al llegar, Mika me esperaba con una gran sonrisa en la cara. Le sonreí de vuelta y cerré la puerta a mis espaldas.

-¿Todo bien, señorita? -Preguntó, haciendo una reverencia.

-Todo mal, señorito. -Respondí imitándole.

-¿Y a que se debe su pesar? -Reí ante su manera de hablar.

-Me he vuelto una triste solterona. -Su boca formó una sonrisa que intentó disimular. -No, ríe tranquilo.

-¿Qué ha pasado? -Preguntó acercándose a mí. -¿El nene se enteró de nuestro beso y casi te mata?

-No. Lo dejé yo, estaba harta de tanta mierda entre ambos y decidí cortar de raíz, fue lo mejor que pude hacer. -Dije sonriendo.

-Me alegro entonces. -Me miró de arriba a abajo y se mordió el labio. -¿Otro percance, señorita Perkins?

Me miré, llevaba un pantalón negro entallado y una blusa blanca un poco transparente. Esta vez traté de no sentirme intimidada por sus grandes ojos verdes y le seguí el juego.

-Puede ser. -Dije inclinándome a él. -Dijiste que a ver si tenía más percances.

Me acerqué a él lo máximo posible pero se alejó, y en menos de dos segundos tenía mis muñecas arriba de mi cabeza y yo estaba apoyada en la pared.

-Es usted un poco pretenciosa. -Dijo relamiéndose los labios. -Cortaron hace poco y ya estás queriendo cortejar a otro.

Me sonrió y yo casi me reí, su manera de hablar me causaba risa.

-Igual si, es que me gusta provocar. -Intentó besarme, pero me zafé de su agarre y me aparté. -Estoy de duelo señor Hastings, y un beso podría dañar nuestra relación policía-preso. -Dije, evitando la risa.

Él rodó los ojos y me miró con una sonrisa diabólica.

-Bueno, pues tú te lo has ganado. -Tocó mi nariz. -Que sepas que no te volveré a besar a menos que me lo pidas.

-Pues espera sentado chaval. -Me burlé. -Porque no vas a volver a besar estos labios en tu vida.

Él soltó una sonora carcajada, igual demasiado sonora porque escuché pasos.
Él se puso las esposas y se sentó en la silla mirando hacia abajo.

-¿Hemos oído risas? -Preguntó Violet.

-Mías, he intentado que él se ría mediante la terapia de contagio de risa.

Mentí, ¿acaso esa terapia existía? Igual la inventaba yo y me hacía millonaria. Mika me miró arqueando una ceja sin que se diesen cuenta.

-Oh, ¿Ha funcionado? -Los ojos le brillaban.

-No. -Frunció el ceño.

-Bueno, sigue probando. -Se despidió de mí y cerró la puerta de nuevo.

-¿Terapia de risa, enserio? -Dijo, tratando de no reír muy alto.

-Sí, y es lo mejor. -Me burlé.

-Prefiero otras terapias. -Se encogió de hombros.

-Ah claro, la terapia de ostia si no me dices quienes te tendieron la trampa siempre es buena. -Su sonrisa se borró.

-No te diré, tienes que averiguarlo tú.

-No estoy para jugar a los detectives ahora mismo Mika. -Dije seria, él s encogió de hombros.

-¿Me importa?, Solo vuelve a hablar con mi familia y que te den información de ciertas personas.

-¿Pero qué personas?

-Solo busca. -Dijo mirándome fijamente.

Tierra trágame.

Cárcel Sirvey (Cs1)Where stories live. Discover now