15

140 25 6
                                    

JunMyeon se quedó sentado en el coche mirando la casa de SeHun y lucas. Sólo había otras dos casas en la colina, muy separadas unas de otras. Eso le recordó que SeHun no había sido siempre un entrenador y profesor de matemáticas. Antes de llegar a Daejeon- corea, tenía una carrera completamente distinta en china. Una que, viendo el tamaño de la casa, debió de ser muy rentable.

Le entraron ganas de encender de nuevo el motor y dar media vuelta, pero lucas ya había abierto la puerta de entrada y corría por el sendero de la casa hacia JunMyeon. El niño tenía el trineo bajo el brazo. Llegó hasta la acera y esperó a que JunMyeon saliera del coche y fuera hacia allí. Estaba emocionado.

—¡Hola! —lo saludó JunMyeon—. ¿Cómo te llamabas? Es que no me acuerdo.

—Juan —contestó lucas con una sonrisa que dibujaba dos hoyuelos en sus mejillas.

—¡Ah! Sí, es verdad. Y eso, ¿qué es? —le preguntó JunMyeon señalando al trineo—. Es un toro mecánico, ¿verdad?

—No, es un toro de verdad. —la corrigió lucas siguiéndole la broma.

—¡Lucas! —gritó SeHun desde la entrada—. Dile al joven Kim JunMyeon que pase.

Los nervios se aferraron de nuevo del estómago de JunMyeon. Se había relajado un poco con lucas, pero la presencia de SeHun siempre lo alteraba.

—¡No, no, gracias! —contestó JunMyeon—. La colina de detrás es perfecta para este juguetito. —le dijo al niño—. Bueno, Juan. Será mejor que te pongas unas botas.

Lucas se miró los pies y rió con ganas. Estaba en calcetines. Volvió corriendo a la casa y pasó al lado de su padre.

JunMyeon recogió el abrigo de SeHun del coche y se dirigió también hacia la casa. SeHun seguía allí y lo miraba. JunMyeon se concentró en ponerse los guantes para no tener que mirarlo. Estaba convencido de que si no lo miraba no volvería a pasar otra noche como la anterior, lleno de sueños en los que SeHun era el protagonista. Pero no estaba muy seguro de que fuera a funcionar.

—Una casa preciosa. —comentó JunMyeon al llegar a los escalones de entrada y tendiéndole el abrigo.

—Es un techo donde cobijarse. —contestó SeHun quitándole importancia. Desde dentro de la casa llegaba la voz de lucas, intentando encontrar sus botas de nieve.

—Será mejor que entremos. —dijo SeHun mirándolo a los ojos, pero con voz seca—. Va a tardar un poco en estar listo. Además, prometió que recogería sus juguetes antes de que llegaras y no lo ha hecho.

SeHun entró y se colocó a un lado de la puerta esperando a que JunMyeon pasara. JunMyeon intentó pensar en que sólo se trataba de una casa no de una central nuclear. Y SeHun sólo era un hombre alto, atractivo, vestido en vaqueros y un jersey color crema. Pasó a su lado y se concentró en la decoración de la casa, no podía dejar que su aroma la afectara tanto.

Desde el vestíbulo se distinguía una impresionante vista.

—Es algo más que un techo donde cobijarse. —le dijo JunMyeon.

—Fue esa vista la que nos convenció a la hora de comprar la casa. —le dio la razón SeHun.

—No me extraña.

—¡Papá! —chillo lucas.

—Perdona. —se disculpó SeHun suspirando y yendo hacia donde su hijo estaba.

JunMyeon oyó cómo SeHun hablaba con su hijo y lo ayudaba a buscar las botas. La vista era tan hermosa que podría quedarse mirándola durante horas. La nieve que cubría la colina con su manto blanco refulgía con la brillante luz del sol.

Desde el vestíbulo se veía un inmenso salón decorado con muebles rústicos, una cocina con una mesa para desayunos y una sala de estar más informal que parecía usarse como despacho. Había libros de texto y papeles cubriendo una gran mesa que daba a una cristalera. JunMyeon se preguntó cómo sería SeHun capaz de trabajar con unas vistas como aquéllas. Estaba seguro de que él habría tenido que sentarse de espaldas a ellas para poder concentrarse.

Entró en la habitación y se distrajo mirando las fotografías. Había varias enmarcadas de lucas en las estanterías, pero ninguna de su otro padre. La curiosidad que sentía por saber cómo era el doncel que aún poseía el corazón de SeHun no iba a quedar satisfecho ese día.

—¡Muy bien! Está listo. —anunció SeHun volviendo al lado de JunMyeon con lucas tras él.

El niño corrió hacia los ventanales y abrió uno. Salió al porche y SeHun sujetó la puerta para que pasara JunMyeon.

—¿Vienes? —le preguntó JunMyeon a SeHun.

—No. Los chicos se quejan de que tienen muchos deberes, pero somos los profesores los que de verdad los sufrimos. —anuncio SeHun señalando el escritorio lleno de documentos.

JunMyeon asintió y le miró las manos. Tenía los nudillos blancos. Claramente, no estaba tan tranquilo como aparentaba.

—Sólo es un trineo. Tendremos mucho cuidado. —le dijo JunMyeon con suavidad.

—Ya lo sé. Si no, no estarías aquí. —contestó SeHun con la vista fija en el horizonte.

JunMyeon se tomó sus palabras como un cumplido y bajó las escaleras del porche, donde lucas lo estaba esperando, sentado ya encima del trineo. JunMyeon estudió un momento la colina. La arboleda no comenzaba hasta bastante después de llegar a la base de la pendiente. Detrás de los árboles pasaba la carretera. Era el sitio perfecto para deslizarse en el trineo.

—Muy bien, lucas. Vamos a probar esta máquina de volar. Primero bajamos juntos hasta que aprendas a manejarlo. Después puedes hacerlo tú solo, ¿qué te parece? —oferto JunMyeon.

SeHun se alegró de no tener testigos que le vieran palidecer cuando vio el primer intento fallido de lucas a bordo del trineo. Ya se había deslizado colina abajo un par de veces cuando JunMyeon dejó que bajara solo.

Los observaba desde la ventana de la cocina, acababa de descubrir que le daba el mejor ángulo de visión. Lucas se deslizó unos treinta metros antes de ladearse y comenzar a rodar como una bola de nieve. JunMyeon, que estaba en la parte de abajo, corrió ladera arriba y consiguió parar a su hijo. Desde la casa los oyó reír con ganas. JunMyeon le tiró una bola de nieve y luego lo ayudó a levantarse. Los dos subieron de nuevo y SeHun se apartó de la ventana. No quería que lo vieran pegado al cristal como un niño frente al escaparate de una pastelería.

El tercer intento fue el definitivo y lucas logró llegar hasta la base de la colina. El grito que dio al conseguirlo pudo ser oído en gran parte del condado y SeHun vio cómo alzaba los brazos en señal de victoria. Le faltó tiempo para volver a tomar el trineo y correr arriba. De camino a la cima, vio a su padre en la ventana.

—¡Papá! ¡Mira! ¡Mira! —le gritó lucas con orgullo.

SeHun lo saludó con la mano. JunMyeon levantó la vista hasta la casa y le sonrió. Le extrañó que no hubiera derretido la nieve con la calidez de su sonrisa.

—¡Mira! —gritó lucas de nuevo lanzándose a toda velocidad ladera abajo. Cuando llegó a la base, lo celebró como si acabase de ganar una medalla olímpica. Después los vio discutir y JunMyeon subió de nuevo con el trineo bajo el brazo. No miró a la ventana, a pesar de que SeHun se imaginó que sabía que aún los observaba. JunMyeon se sentó ágilmente en el trineo, cruzó las piernas y bajó casi volando con una gran sonrisa en la cara. Apartó la vista y decidió volver al trabajo, pero no le resultaba igual de fácil apartar lo que estaba sintiendo. 

Un amor atrapado en el invierno-SEHODonde viven las historias. Descúbrelo ahora