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Se puso un viejo chándal y su albornoz y volvió al salón. Puso la televisión, pero lo único que mostraban a esas horas eran ridículos anuncios intentando vender productos milagro e informativos. Y JunMyeon ya había tenido bastante realidad ese día para durarle toda una vida, no podría soportar las terribles noticias que sólo hablaban de lo que acababa de presenciar en Changwoon. Así que se puso a ver un anuncio de crecepelo, más que nada para tener algo de compañía. Era mejor que el silencio. Fue a la cocina, no había comido nada desde el desayuno y el estómago se quejaba. Pero no podía soportar la idea de comer. Vio la botella de vino que Xiumin le había llevado la semana anterior, cuando estuvo cenando en su casa. Pero decidió que un vaso de leche con chocolate le sentaría mejor.

Comenzó a calentar la leche y se puso un par de cucharadas de chocolate en una taza. La cabeza le iba a estallar. Había un paquete de aspirinas en la meseta de la cocina, pero no quedaba ninguna. Pensó que tendría que comprar más el día siguiente. Pero se acordó de que tenía un par en el botiquín del todoterreno. Bajó el fuego de la leche, se puso las botas y salió hasta el coche.

Encontró las aspirinas donde se imaginó que estarían. El frío aire de la noche le recordó que aún tenía el pelo mojado así que cerró el coche deprisa y se volvió hacia la casa.

SeHun estaba frente a JunMyeon.

«Estoy perdiendo la cabeza, ahora hasta tengo alucinaciones con él», pensó JunMyeon.

Pero SeHun lo agarró por los hombros con manos fuertes, pero delicadas. Se dio cuenta de que eso no podía ser una alucinación.

—¿Qué demonios haces aquí afuera? —le dijo SeHun con preocupación.

—Aspirina. —dijo JunMyeon abriendo su mano y mostrándole las pastillas.

—Entremos dentro. —repuso SeHun colocándole un brazo sobre los hombros—. Ni siquiera llevas abrigo.

JunMyeon se dejó llevar, no sabía muy bien qué estaba pasando. No podía dejar de mirarlo. Y siguió haciéndolo hasta que entraron en la casa y SeHun cerró la puerta.

SeHun había estado sosteniendo la raqueta todo el tiempo en su mano. Al entrar la dejó sobre la mesa del recibidor. Se quitó el abrigo y lo colgó.

—¿A qué huele? —preguntó SeHun ante el olor a quemado y se dirigió a la cocina con la naturalidad de alguien que hubiera estado allí con anterioridad.

JunMyeon lo siguió y vio cómo apartaba el cazo del fuego justo a tiempo para evitar que la leche se vertiera. Había estado tan distraído que en vez de bajar el fuego de la leche lo había subido antes de salir al coche.

—¿Qué haces aquí? ¿Dónde está Lucas? —pregunto JunMyeon.

SeHun abrió un armario, después otro y otro hasta que dio con los vasos. Llenó uno con agua y se lo ofreció.

Fue entonces cuando JunMyeon recordó que tenía las aspirinas en la mano. Las tragó con ayuda del agua y SeHun tomó de nuevo el vaso.

—lucas está en casa, durmiendo en su cama. —contestó por fin SeHun—. Jeonguk vino para quedarse con él.

—¿Jeonguk? ¿Tu estudiante? —repitió JunMyeon sombrado.

—Sí, cuida de Lucas de vez en cuando. —respondió SeHun restándole importancia.

—¿En mitad de la noche? —reprocho JunMyeon arqueando la ceja.

—No. Ha sido la primera vez que lo llamo tan tarde. Pero es un pájaro nocturno. Al menos de eso presume cuando se queda dormido en mi clase de matemáticas. Cuando lo llamé sabía que estaría aún despierto y así fue. —respondió SeHun a la mirada inquisitiva de JunMyeon—. Además, vive en la casa de al lado.

Un amor atrapado en el invierno-SEHOTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon