Epílogo
Dos años después.
—¡Tenga buen día! -Despide joven detrás del mostrador -bien... ¿es todo lo que llevará?
—Si... Dios, niño -desternilla la anciana -, tuve que volver.
—¡Lo mismo me preguntaba! -ríe colocando el pan de la mujer con las piezas dentro de la bolsa de papel mientras anota en el cuadernillo la pieza que lleva -ayer se llevó toda una dotación y pensé... "¿a poco ya terminó con ella?" -la mujer río, ya que si algo le caracterizaba a esta panadera era el buen trato que ofrecía el dueño francés -, pero espero sepa que tenerla aquí es todo un gusto... además... pan caliente y un buen té... Dios... ¡qué gran merienda vespertina!
—¡Exactamente!, mis nietos me visitaron durante la tarde y acabaron con toda mi dotacion de pan -sonríe -, hasta creo que me visitan más bien porque siempre cuento con las delicias que preparas en casa...
—Bueno... mi madre decía que el pan es un acto de amor y paciencia, de los pocos alimentos que bien ejecutados cumplen su función de nutrir tanto el alma como el cuerpo, ¿qué otro regalo tan más grande podría yo darles a mis clientes que darles amor y salud con mi alimento?
La mujer de tierna sonrisa y ojos brillantes asiente hacia el joven detrás del mostrador.
—Cuánta razón te cargas, mi niño -menciona sosteniendo un pequeño monedero en sus manos -, ¿Cuánto será, cariño?
—Quince con cincuenta -musita haciendo una raya en el cuaderno para señalar el total, de reojo mira hacia atrás, encontrándose con su hijo hecho todo un desastre -, ¡William!, ¡Dios!, discúlpeme un momento.
El ojo azul ingresa a la cocina encontrando al niño de cuatro años con las mejillas repletas de harina y sus manos con masa cruda.
—Papi...
—William -llama Louis tomando el trapo que guardaba en el bolsillo trasero de su pantalón para limpiar sus manitas -, no se puede comer todo lo que tocas...
—Está bien rica, papi.
—¡Es el catador oficial! -sonríe Mery sacando la bandeja con rollos de chocolate hirviendo.
—¿Ves, papi?, no es malo... Mery dice que no es malo...
—Sí, cariño -responde Louis al niño -... d-digo no... si es malo; no se puede comer crudo -repite.
—Agarra defensas, Louis -ríe Fred dejando un saco de veinte kilos a lado de la puerta de la cocina.
—¡Y a ustedes les encanta justificar las travesuras de mi hijo!
(...)
Mientras Louis coloca el pan que no se vendió dentro de una bolsa, ve a una mujer golpear el cristal de la puerta de la panadería, resopla cansado... ¿para que le molestan siendo que es ya tarde?
Le es curioso también; ya que ha cerrado hace más de media hora; son las siete y cuarenta de la noche; sus clientes frecuentes han venido por el pan diario, imposible que a esta hora toquen a su puerta en busca de pan fresco; la poca merma que ha quedado será perfecta para que mañana por la mañana los mendigos que hacen fila todos los días fuera del local desayunen.
Le es agradable ver a niños y hasta familias enteras venir por el pan.
Le dolía tenerlo que tirar a la basura por las regulaciones de salud aunque este seguía siendo completamente seguro de consumir, pero al parecer para su comercialización no; según las leyes.
Entonces una idea brilló: invitar a los indigentes de la zona a desayunar esto y brindarles un poco de agua caliente para té o café además que cada domingo preparaba una deliciosa avena para todo aquel que llegue con hambre a su puerta.
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KAMU SEDANG MEMBACA
1919 (L.S.)
Romansa1917. En medio de la guerra civil más grande que ha azotado a Inglaterra, el ascendido Teniente William Tomlinson requiere de toda la ayuda posible, pero no se refiere solamente a la guerra. Su vida perdida e infeliz le causan noches de desvelos al...