Extra 2: San Valentín

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—¡Baja, Cox!

Harry sigue las instrucciones del cabo en pista, quien le indica con banderas la trayectoria a recorrer para ingresar el avión al hangar.

Casi son las seis de la tarde, el sol quema y le vislumbra por las gafas que carga, al parar por completo el avión se levanta del asiento sacando las gafas y levantando el casco de piel curada de su cabeza.

—¿Cómo estuvo el vuelo? –pregunta.

—Sin contar que siento mi rostro congelado... bastante bien.

Camina hasta el primer hangar, donde se encuentran las oficinas, todos le saludan y el asiente ligeramente.

Cuando por fin llega a su oficina, suspira comenzando a deshacerse del sucio overol, colocando un pantalón de tiro alto y una camisa color hueso.

Creyó poder llegar a tiempo, a tiempo para buscar un lindo regalo para su bello galán.

Pero ahora que mira el reloj, ya han pasado cuarenta minutos y todas las tiendas de la ciudad cuentan con un horario hasta las seis de la tarde. Palmea sus bolsillos, no cuenta con monedas perdidas, rebusca en su oficina, en cajones y hasta latas que cumplen su función como lapicero en busca de algo de dinero extra... pero no encuentra nada.

Pocas libras son las que carga, y desde estos momentos se lamenta de no haber ahorrado lo suficiente para darle un lindo regalo tal y como merece.

En su cumpleaños le dio una armónica de segunda mano, esperaba que al menos para esta fecha ya haber mejorado.

Pero como siempre, se ha equivocado.

(...)

Andando por las calles de Londres, camino a ese callejón que ambos varones se resguardan de la realidad.

Suspira sintiendo la nieve caer, es febrero y un día muy especial.

Varias parejas andan por la calle tomados de las manos compartiendo besos.

Pero el anda solo y triste por no tener ni que regalar.

Se siente mal, porque no hay nada que pueda hacer.

No tiene dinero ni libertad.

Y solo le queda expresar miles de disculpas a su galán.

Pasó por una panadería para aunque sea comprar algo de cena que compartir, quince libras se fueron en eso, pero al menos le reconforta saber que llegara con algo que disfrutar esta noche.

Conoce como Louis ama cualquier cosa que tenga chocolate, quizás no es la repostería francesa que el tanto disfruta, pero las galletas con relleno de avellana y chocolate, un par de fresas cubiertas y dos piezas de Sticky Toffee.

Cruza la plaza central frente a la iglesia de San Pedro, ve a una pareja de ancianos, el hombre sentado al lado de su mujer mientras golpetean una lata contra el suelo; la mujer tiene enseguida una canasta de mimbre llena de flores.

—¡Flores!, ¡flores! –vocifera la anciana.

Harry toca su pantalón, sintiendo las pocas monedas y un billete que logró encontrar en el saco de su uniforme.

—¿Cuánto por las flores? –pregunta colocándose de cuclillas a su lado.

—Lo que gustes dar, chico –menciona con una mirada de completa compasión.

—S-solo... solo cuento con alrededor de siete libras... eso...

—¡Es aún más de lo que valen estas pequeñas! –Ríe la anciana –, solo quisiera tener para comer mañana... no te puedo pedir más.

1919 (L.S.)Where stories live. Discover now