CAPÍTULO 5

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Los días pasan y todos se acoplan a la perfección, mientras me queda un poco más de tiempo libre, el cual aprovecho con Emma cuando esta sale de la escuela y en los momentos que Damian viaja o Marcus y Thalía la sacan.

El día de la Maratón llega y Alex en vez de llevarla a la escuela, la trae a casa de Thalía muy temprano.

―Como Damian se entere de esto no la cuento―digo.

―Y a mí me matará ―suelta Thalía.

Es la primera vez que la vemos cuando Damian está en casa.

―Tranquilas, no creo que se entere, hace unos días llegó de viaje y como le fue mal en otro de los negocios, se encerró en su despacho. Ya lleva tres días ahí, así que no creo que salga en mucho tiempo ―responde Alex.

¡Tres días!

¡Lleva encerrado tres días!

Al escucharlo mi corazón se contrae y no puedo creerlo, de inmediato la imagen de un Damian apagado, cansado y sucio vuelven a pasar por mi cabeza, ese que un día me pidió ayuda para ser mejor... De la nada, las imágenes de como salí de esa casa llegan a mi cabeza y solo espero que la esté pasando más mal de lo que Alex nos cuenta, se lo merece.

Aunque lo extrañe no se merece nada bueno.

Cuando salgo de mis pensamientos, entro a la sala y la niña apenas me ve grita.

―Mamita, mamita ven y abrázame, que te he extrañado una barbaridad ―dice al llevar ya algunos días sin vernos.

―Y yo a ti hermosa mía ―le digo, bajando hasta su silla y abrazándola.― ¿Estás lista?

―Es la locura más grande de mi vida, pero si mamita, estoy lista.

Dejamos a Thalía en el hospital, ya que por más que quiso acompañarnos, se le presentó una emergencia y le tocó correr a la clínica, como dice ella: Los bebés no esperan.

Cuando llegamos al evento está a reventar, así que de inmediato salimos juntos a registrarnos y después de pagar, nos dan la dotación: Un cartelito con los números, una botellita llena de energizante y otras de pintura fosforescente, más unas gafas.

Alex coloca la silla de Emma con la carpa cerca de la meta y habla con el guardia de seguridad para que la cuide, mientras yo sostengo a la niña a mi lado.

Cuando todos se están poniendo en posición, Alex toma a la niña y siguiendo mis instrucciones la sube en sus hombros, mientras Emma al sentirse gigante comienza a sonreír. Esta de un momento a otro comienza a gritar:

―Teresa, Sami, Camila, por aquí, por aquí.

Levanta los brazos y en cuestión de segundos un grupo de niñas se acercan y aplaudiendo le dicen:

―No me lo puedo creer, has venido, ¡que felicidad!

―Sí, sí, les presento a mi mamita Eli, porque ya al tío Alex lo conocen.

― ¿Tu mamá?

Todas me miran de pies a cabeza sin poder creerlo.

―Sí, ella es mi mamá ―Recalca la niña.

―Hola chicas. ―Las saludo encantada, mientras ellas me besan.

―Aleeeex ―gritan las niñas y se le tiran encima.

Ese grandulón las besa y las hace reír, mientras Emma se aferra bien a su cabeza para no caerse.

Cuando dan la orden para iniciar la maratón, las chicas se despiden y corren hacia donde está cada una de sus familias, y a lo lejos veo a Adriana, la mamá de Sami, que es la mejor amiga de Emma. En ocasiones, cuando recojo a la niña fuera del colegio, estas nos acompañan al parque, a comer un helado y hace poco la unimos a nuestro grupo de lectoras . La saludo en la lejanía y veo como la niña llega y se tira en sus brazos. Sami, es una divinidad al igual que Emma.

ESCLAVA DE TUS  BESOS. [COMPLETO] Libro 3.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora