Capítulo 57 (+18)

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El ambiente era pesado, casi lúgubre, en toda la ciudad que rodeaba la torre de la Roca y se debía a una visita que fue controversial para todos los habitantes de la aldea y para sus aliados pero que Sasuke estaba muy interesado en recibir.

Los enviados de la reciente creada aldea de Akatsuki arribarían esa misma tarde y no eran nada más y nada menos que el líder fundador y su esposa.

Para el Uchiha convenía que se vieran como socios, de momento el plan no era conquistar nada tan alejado como lo era ese territorio pero tampoco quería volverse su enemigo y que decidieran ayudar a otras pequeñas aldeas estratégicas, lo cuál significaría un obstáculo que podía evitar al convertirse en su aliado en este momento.

Vaticinaba que ellos podrían ser una pieza importante además de que le intrigaban los rumores de sus grandes técnicas escondidas, no podían estar tan alejadas de la verdad si lograron establecerse en tan pocos años y viniendo de un lugar de tan mala reputación.

Todo el séquito extranjero resaltaba, sus ropas eran diferentes, incluso su caminar también lo parecía y los líderes destacaban entre la multitud con sus capas negras de nubes rojas que hacían juego perfecto con sus rostros tétricos de pieles pálidas y sin expresión.

Los recibieron en el salón. Si hubiese sido cualquier otro invitado Deidara se hubiera aferrado a usar la túnica y sombrero de Tsuchikage o el uniforme militar solo por hacerse notar sobre Sasuke; sin embargo en este caso consideró que era mejor presentarse en kimono, uno azul marino con hilos de plata creando un paisaje marino hermoso. Los varones de la Roca los recibieron con su uniforme de combate y por supuesto que en la reunión también estaba presente Juugo cuidándole la retaguardia.

Pain que de por sí era un experto en protocolos y en su actuar para agradar a las personas, le resultaba mucho más fácil en esta ocasión que ya tenía un conocimiento previo de quién sería su anfitrión. No miró ni de reojo al doncel pretendiendo que le era indiferente y se dirigió con una reverencia mesurada al pelinegro.

- Un honor estar frente a usted. -esas palabras en boca del Akatsuki no sonaban sarcásticas pero tampoco como un acto de sumisión.

- Lo mismo digo, debo admitir que estaba curioso de cómo luciría después de escuchar tantas historias de su aldea.

- Espero que buenas.

- Digamos que no lo dejan mal parado en cuanto a sus habilidades.

- Y no hablemos de mi generosidad que no se queda atrás -se halagó a sí mismo -he aprovechado en traerle una serie de obsequios de la más fina calidad de nuestras tierras, algunos licores y unas vestimentas para su doncel; así las mujeres pueden entretenerse mientras hablamos de temas importantes -Ese comentario hizo sonreír a Sasuke, comenzaba a agradarle el líder de Akatsuki.

- Eso veo -dijo señalando los enormes cofres hermosamente troquelados que se presentaban ante ellos. -Por qué no se ponen cómodos y más tarde nos reuniremos. Mi esposo les guiará a sus habitaciones y les atenderá como se merecen.

Pain aceptó gustoso ese recibimiento y lo que más satisfizo al pelinegro fue mirar a su lado para encontrarse con los ojos furiosos de Deidara al que no se le dejó decir ni una palabra y que estaba seguro no haría un escándalo frente a los invitados. Sasuke fue el primero en retirarse mientras era reverenciado, el doncel ya le había humillado indirectamente y tuvo que aprovechar esta oportunidad para regresarle uno de esos golpes.

Para Boruto y Juugo no pasó desapercibido el desdén con el que el Akatsuki trataba al rubio doncel y como este se tragaba ese desprecio, pues el Tsuchikage y mayor autoridad de esa aldea era él y no Sasuke y ahora era se veía rebajado al nivel de cualquier sirviente; aun así era admirable su manejo de la situación y fingiendo simpatía les pidió a los invitados acompañarle por la torre para guiarlos a sus habitaciones.

Lo que no puede ser profanado por tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora