Capítulo 34 (+18)

51 8 7
                                    

Deidara regresó a visitar al guerrero y de no conocerlo tan bien tal vez habría engañado a Itachi con esa sonrisa, pero no podía esconderle la tristeza. El varón lo entendía, estaba fingiendo como un escudo y lo agradecía porque aunque su alegría no fuese verdadera era mejor que verle como antes. Le habló animado de todo lo que hacía Ino y eso le reconfortaba, pronto quería cargarla en sus brazos de nuevo.

A los ojos de Itachi todo fue mejorando lento y constante. Cada día que el rubio lo visitaba se veía un poco más radiante; ya no estaba pálido ni esquelético y su sonrisa resplandecía como un sol dentro de la habitación, le amenizaba todas las tardes consintiéndolo, le procuraba los alimentos y podía charlar por horas aunque fuesen simplemente trivialidades.

Konan había prometido que ya pronto lo dejaría salir, sus heridas estaban prácticamente cerradas. Con gran esfuerzo logró caminar ayudado de un bastón, debía usarlo al menos hasta que sus músculos estuviesen fuertes de nuevo.

Quiso sorprender a Deidara yendo a su habitación apenas fue dado de alta, sin embargo quien se llevó la sorpresa fue él. Nadie le había dicho y tampoco se había preguntado que hacía el doncel el resto del día. Resultó que salía a entrenar todas las mañanas con la médico además de convertirse en su asistente o algo parecido según leyó en sus notas, había adaptado una parte de la habitación en un estudio. Después se acercó a la cuna vacía de Ino, a esta hora debía estar con las niñeras que se encargaban de todos los hijos de guerreros o aquellos que habían quedado huérfanos... definitivamente muchas cosas habían cambiado para bien el tiempo que estuvo desconectado del mundo.

- ¿Itachi? –se sorprendió Deidara al verlo sentado en la cama.

- ¿No te gustó la visita? –le sonrió sinceramente, ¡cómo no le iba a dar gusto ver que al fin salía de ese cuarto!

- ¿Por qué no me lo dijiste? Te hubiese acompañado hasta aquí –Se acercó y lo dudo un poco pero no aguantaría mucho más sin besarlo. Durante las primeras etapas de su recuperación apenas si se habían hecho mimos y bastante inocentes.

Al sentir que Itachi estaba igual de ansioso que él se fue sentando a su lado para quedar más cómodos y la pasión se encendió. Los besos se volvieron ruidosos y húmedos.

- ¿Deberíamos? –Preguntó Deidara dudoso si era demasiado pronto para hacer el amor.

- Cada día que pasaba solo podía pensar en este momento.

- Eso solo te hace sonar como un pervertido –Rio pero ambos estaban igual de impacientes.

Itachi siguió besando al doncel y de a poco lo fue recostando hasta que un dolor agudo le hizo quejarse y paró por un segundo preocupando al rubio. Quiso fingir que todo estaba bien aunque ya era tarde, ahora Deidara estaba inquieto y no por la excitación del momento sino por el miedo de que se lastimara de nuevo. Lo ayudó a sentarse.

- Llamaré a Konan para que te revise.

- No lo hagas, estoy bien. –Lo obedeció solo para no alterarlo más.

- Supongo que aún no era tiempo. –Dijo Deidara comprensivo en un intento de animarlo, se recargó en su hombro a la par que entrelazaba sus manos. –Me alegra mucho que estés aquí.

El doncel llevaba tanto tiempo esperando por Itachi que nada le costaba aguantar un poco más. La abstinencia no le molestaba pues durante todo el tiempo que el varón estuvo en tratamiento lo que menos pensaba era en tener sexo, fue más la preocupación por verlo vivo y recuperado que cualquier impulso de excitación era inexistente. Ahora bastaba con verle mejor cada día y dormir a su lado.

Lo que no puede ser profanado por tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora