Capítulo 38

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Con la sangre llena de adrenalina corriendo por las venas se despidió de su familia y recorrió todo ese camino ansioso. Estaba tan nervioso de hablar con ese hombre, ¿y si no lograba convencerlo?, ¿y si le rechazaba?

Ese pqueño pueblo ahora era aliado de Akatsuki y fueron bien recibidos. La excusa para regresar la puso Konan y ahora debía atender a los enfermos de ese lugar por unos días y aunque él debió estar presente para ayudar ella le permitió –casi obligó– a visitar a ese hombre en su cabaña y hacer lo que tuviera que hacer para convencerlo de ser aceptado como su aprendiz.

Respiró hondo varias veces antes de atreverse a tocar. Llegó muy acelerado pero en cuanto escuchó que le permitían pasar y miró el interior de esa casa perfectamente ordenada con el dueño sentado junto a la ventana bebiendo té sin mayor preocupación su sistema nervioso se moderó. Caminó lento hasta llegar a su lado y por primera vez en su vida se arrodilló ante una persona con la frente pegada al suelo.

- No –fue  la escueta sílaba del hombre, los donceles como él debían dedicarse a otra cosa. Aprender lo que quería aprender podía costarle la vida y no parecía estar consciente de ello.

- ¡Por favor! –rogó impaciente con intensidad. –Lo necesito –Deidara estaba desesperado. No podría regresar a Akatsuki sabiendo que al primer intento se rindió.

- No tengo la suficiente energía para invertir en alguien que puede irse en cualquier momento que esto le parezca difícil. No puedo entrenar a alguien que sea poco inteligente y de escasa fuerza. –El viejo pondría mil pretextos porque odiaría verse de nuevo abandonado a medio camino

- No soy nada de eso, lo juro. ¿Cómo se lo podría demostrar? Solo tengo mi palabra. –El anciano lo miró por largo rato meditando si debía aceptar. No quería, de verdad que no pero también detestaba el pensamiento de no poder pasar su conocimiento; todos esos años de aprendizaje y experiencia para nada.

- Estarás a prueba, no te mostrare lo que quieres saber hasta que demuestres que eres digno de recibirlo.

¿En serio estaba recibiendo esta buena noticia? Es decir, no era lo que esperaba, pero ahora solo debía esforzarse como siempre lo había hecho, e incluso más arduo. La emoción era tanta que fue imposible borrar su sonrisa por los siguientes días a pesar de que tuvo que escribir una carta dura donde le explicaba a Itachi de la mejor manera que esto no era un abandono ni una traición. También escribió algo para Pain confiando en que entendería lo que estaba haciendo y que por ese motivo no fuera expulsado de Akatsuki, por su puesto que se fiaba de Konan como un gran apoyo para que el líder le tuviera una enorme consideración y le dejara estar ese pueblo sin previo aviso. Por si no fuera poco aprovecharse así de su amiga le encargó la difícil tarea de consolar a Ino si es que no entendía la situación.



- ¿Konan, sabes que el Uchiha enloquecerá en cuanto nos vea llegar verdad? –Le advirtió Sasori pero ella ignoró su pregunta. No era importante si ese hombre se molestaba y tampoco sentía ningún tipo de remordimiento por alentar a Deidara a seguir sus sueños. Incluso diría que fue satisfactorio ver el rostro descompuesto de Itachi al mirar que solo ellos dos habían regresado.

Pain también lo notó y llevaba tanto tiempo conociendo a Konan que pudo ver perfectamente en su cara inexpresiva que sonreía por dentro. Algo había hecho y debía hablar pronto con ella en privado.

Bueno, al menos Itachi había controlado sus impulsos frente al resto de los aldeanos y esperó hasta estar los cuatro a solas en la guarida.

- ¡Exijo saber dónde está Deidara! –Por fin explotó.

Lo que no puede ser profanado por tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora