Capítulo 42

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No estaba nervioso de regresar, de hecho se encontraba bastante emocionado. Seguramente habría muchos cambios en la aldea y se moría por ver a sus seres queridos lo más pronto posible. Llegaría a la guarida de Akatsuki esa noche y al día siguiente sorprendería a su familia, los únicos enterados de que estaba regresando eran Konan y Pain.

Le guiaron a un cuarto de visitas para que pudiera descansar. Era extraño encontrarse de nuevo en su aldea y aunque con seguridad podía decir que de ahí provenía al estar tantos años lejos ahora se sentía como un foráneo.

Ya estaba más que acostumbrado a no dormir profundamente en las noches y ahora con tantos sentimientos rondando en su mente menos podría hacerlo. Se acercó a su mochila donde llevaba las pocas pertenencias que había juntado esos años y buscó lo más importante envuelto en un pañuelo. Admiró entre sus dedos el anillo de bodas que le pertenecía a Itachi, él nunca se había quitado el suyo y lo portaba con gran amor.

Mañana lo vería y estaba muy seguro de que lo convencería de llevarlo de nuevo, no podía pensar de otra manera porque en ningún momento se sintió derrotado y a pesar de las palabras cargadas de enojo que le dijo aquel día que se vieron por última vez seguía creyendo que ninguna fue del todo verdadera. Conocía a Itachi tan bien que ya sabía que no se distinguía por ser el mejor escuchando ni consolando a los demás, sin embargo, se esforzaba en ello; en cambio, cuando se trataba de sí mismo era un lío. Ya había notado lo mucho que le costaba reconocer sus propios sentimientos y al final los expresaba y se liberaba de la peor manera. No lo juzgaba, pero tampoco le gustaba esa parte de él. Porque no quería que esa persona a la que tanto amaba terminara amargado o arrastrado por su odio.



Pain había convocado una reunión esa mañana y ya sabía que todos serían ligeramente impuntuales aun así Itachi se levantó temprano para entrenar, poder desayunar con Ino antes de irse e incluso así llegar primero que los demás. Eso estaba bien para él, le gustaba gastar esos minutos mirando el jardín de la guarida y tratando de encontrar la paz mental que muchas veces le faltaba.

Pasó por el ajetreo de la servidumbre que preparaba el desayuno para los soldados y su corazón dio un vuelco al ver apenas de reojo una melena rubia desaparecer entre la gente, fue solo un segundo y movió la vista de lado a lado para encontrar a esa persona de nuevo. ¿Sería posible? No, no podía ser. Aún no estaba listo para verlo de frente, intentó calmar su corazón ya que esto debía ser simplemente una mala jugada de su cabeza. Se encerró en la sala de juntas, pronto debían aparecer el resto de los miembros. Cerró los ojos y empezó una respiración controlada que al parecer funcionó, soltó un fuerte suspiró para liberar toda la tensión.

- ¡Sorpresa! -Al abrir los ojos se encontró con esos mares azules mirándole desde el otro lado de la mesa. ¿Cómo es que no se había dado cuenta de su presencia? ¿En que momento se había colado a la habitación? De inmediato se levantó e intentó salir de ahí pero Deidara le bloqueó el paso. -De verdad me evitarás ahora que estoy aquí. -Su voz, ese rubio era un verdadero diablo que sabía como atacarlo. Al hablar así de profundo lo seducía. El doncel se le pegó a la ropa y rozó su barbilla con la nariz, después levantó el rostro en busca de sus labios; Itachi se moría por besarlo y seguir sintiendo su calor pero lo mejor era desviar el rostro y mantener la distancia.

- Pronto llegarán los otros miembros, no es el lugar ni el momento para hablar. -Lo tomó de los brazos y lo alejó.

- Tardarán en llegar y si nos desaparecemos nadie lo notará. -De nuevo intentó besarlo, Deidara sabía que solo eso bastaría para despertar su pasión. Veía en su rostro que le costaba contener sus verdaderos impulsos aunque muy a su pesar lo evitó alejándose todo lo posible de él.

Lo que no puede ser profanado por tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora