Suki Tanaka una hermosa joven que vivía en un pequeño pueblo en la era Taisho, ella trabajaba con su familia recogiendo plantas medicinales para vender y ganarse la vida, todo era normal en la vida de esta joven hasta que en un lamentable giro del...
En el cielo se podía ver cómo el sol comenzaba a ocultarse entre las montañas del paisaje, dando por empezada la larga noche.
Caminabas un poco nerviosa adentrándose cada vez más en la montaña, apresar de tus nervios estabas feliz por poder estar en la selección final , caminabas tranquilamente hasta que poco a poco veías unas flores que colgaban de los árboles de alrededor, eran glicinas, aunque eso te llamaba la atención porque según tú no era temporada de glicinas. Había montones de aquellas flores.
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Faltaba muy poco para que la selección final empezara, así que apresúrate un poco el paso sin dejar de admirar lo grandioso que era el paisaje lleno de las flores moradas, que colgaban por montones de los árboles.
Pudiste oír ruido como de personas hablando, por fin habías llegado al punto de reunión del que te hablo Rengoku hace un rato.
Pasaste por la que parecía la entrada de un santuario, esta era de color rojo fuerte con algunos papeles que colgaba de ella. Te detuviste para poder leer unos de ellos en los que pudiste distinguir que decía Oni (demonio en japonés) ahora estaba segura estabas en el lugar correcto.
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Pasaste por la entrada e inmediatamente viste a muchos muchachos reunidos en una planicie que se encontraba justamente frente a la entrada de un gran bosque. Te adentraste lentamente en el lugar, por un leve momento todos dirigieron su mirada hacia ti.
Ahora que observas mejor podías notar que eras la única mujer en el lugar, la mirada de los muchachos no desapareció hasta después de unos minutos.
Cuando llegaste a la mitad del lugar te detuviste y te quedaste estática, todos estaban en la misma situación que tú. Parados como esperando que algo más pasará.
De repente dos pequeñas niñas casi idénticas llegaron al lugar, del lado contrario por el que llegaste había otra puerta Torii dónde las dos misteriosas niñas se detuvieron.
Las pequeñas serían iguales si no fuera por su color de cabello, una que lo tenía negro cuál carbón con un bonito adorno para el pelo que simulaba tener glicinas. La otra chica tenía un adorno igual, pero acomodado del lado contrario que el de su hermana y contaba con un hermoso cabello blanco platino.
