🌻Capítulo 27 - Final🌻

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-No... no lo sé -sorbo mi nariz y me separó de ella para secarme la cara-. Creo que sí, no sé.

Mi madre asiente y me toma de la mano llevándome al sofá de la sala.

-Ven, siéntate conmigo. Tenemos que hablar -Su voz suena calmada, pero puedo percibir la molestia en ella-. Por favor, siéntate. No quiero pedírtelo de nuevo.

Trago con dificultad sin imaginar qué pudo haberla molestado, pero obedezco sentándome a su lado. Un silencio incómodo cae sobre nosotras y sin saber qué hacer, me distraigo jugando con mis dedos.

Puedo sentir la mirada de mi mamá; está esperando que sea yo quien comience a hablar, pero no sé qué decirle más allá de preguntarle por mi papá.

-Está en el cuarto viendo una película o durmiendo. Y Julián debe venir en camino; la abuela de Marco les pidió el favor que la ayudaran con unas reparaciones en casa y han estado todo el día ocupados.

«Ocupados. ¿Será por eso qué...?»

»Marisol -interrumpe mis pensamientos-, muy pocas veces he tenido que llamarte la atención porque siempre has sido una persona muy responsable, desde pequeña. Por eso, no logro entender porqué te fuiste a otra ciudad sin el permiso de tu papá ni el mío y dejaste aquí solo a tu hermano menor.

-Bueno, solo lo que se dice solo no estaba. Andrea seguía aquí y...

-Y nada, Marisol. Tú sabías que tu papá y yo no volveríamos temprano. Y no es que Julián no pueda quedarse solo o que Andrea esté aquí, ese es otro tema, el problema es que tú estabas a cargo de la casa -reclama.

A pesar de que la voz de mi mamá es suave, la severidad con la que dice eso hace retorcer mi estómago.

»Tu padre y yo nos quedamos en la calle contando con que tú estarías aquí, no que dejarías aquí tirada a tu mejor amiga con tu hermano y un vecino para irte no sé a dónde, no sé con quién, a hacer no sé qué. Nosotros confiábamos en ti.

«Ay. Un golpe dolería menos».

-Pero, mamá, yo no hice nada malo.

-Algo bueno tampoco, eso es seguro -refunfuña y se levanta para irse a la cocina; yo voy tras ella.

-Mamá, ¿por qué dices esas cosas? ¿Acaso alguna vez te he dado motivos para que desconfíes de mí? -pregunto sin poder evitar que se filtre el dolor en mi voz.

Ya en la cocina comienza a lavar unos cuantos platos sucios que se encuentran en el fregadero, dándome la espalda. Nunca la había visto tan molesta, y yo me desmorono por dentro al verla así.

Sin poder aguantar más, me acerco a ella la abrazo con fuerza, escondiendo mi cabeza en su cuello por segunda vez.

-Lo siento, no debí irme sin avisar, pero... -Tomo valor de donde no lo tengo y le abro mi corazón- no podía quedarme. Necesitaba un respiro y estar lejos de todos por un tiempo, sobretodo lejos de... -tartamudeo-. Lejos de Marco.

Mis palabras hacen que ella se detenga y deje un vaso a medio enjabonar en el fregadero para voltearse y verme a los ojos.

Su mirada ahora es cálida, sus ojos miel brillan con intensidad bajo la luz de la cocina y una débil sonrisa se dibuja en su rostro mientras se seca las manos.

-¿Quieres hablar de eso? -pregunta en un susurro, yo asiento mordiendo mis labios-. De acuerdo, déjame cambiarme y vamos por un helado, así me cuentas mejor, sin que haya peligro de que tu papá no escuche.

Ella va rumbo a su cuarto y yo me quedo en la cocina secándome unas lágrimas que se escaparon sin permiso; no sabía cuánto necesitaba que mi madre me preguntara cómo estaba.

Cartas de la chica girasol - COMPLETA ✅Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt