🌻Capítulo 24🌻

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Marco es el chico Olivo

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Marco es el chico Olivo... y me niego a creerlo aunque tengo la verdad ante mis ojos.

Tengo muchas pruebas y cero dudas.

—¿Cómo no me di cuenta antes? —sollozo sobre la encimera de la cocina.

La luz es tenue, casi dejándome a oscuras, afuera ha comenzado a llover y las gotas se escuchan al caer por las ventanas. Aunque no hace frío, me abrazo a mi misma para consolarme e intento reprimir un gemido.

Marco es el chico Olivo.

Las señales estuvieron allí desde el inicio y por tonta, o miedosa, no las vi.

Supongo que ya va siendo hora de dejar de lado ese pensamiento que te hace creer que nada es verdad hasta que no se sentencia o se proclama. No sería él hasta que yo no lo admitiese.

Me siento tan estúpida, tuve las pruebas delante de mí y decidí ignorarlas.

Marco es el chico Olivo.

Claro, si hasta eso era obvio. Olivo, como el apellido de su madre.

¿Qué más habré ignorado?

Recuerdo que tengo sus primeras cartas guardadas en un cajón en la sala que uso solo para mí, y voy a buscarlas.

Diez minutos más tarde estoy sentada en el sofá con esas palabras como compañía.

Seco mis lágrimas y comienzo a leer la primera carta, la que encontré en el buzón.

En ella noto algunos detalles que dejé pasar antes.

"No me siento capaz de darte la cara y confesarte lo que siento."

Qué ilusa fui en se momento al creer que podría tratarse de Manuel.

En serio, ¿Manuel, el rompecorazones, sin ser capaz de dar la cara? Hasta parece mentira que diga conocerlo.

"Yo ya tenía sospecha de quién podrías ser, y un detalle en una de tus cartas me dio una pista."

¿Un detalle le dio una pista?

"Así terminé en tu floristería. Confirmé mis sospechas", continúa la carta.

¿Cómo pude haber sido tan estúpida como para escribirle creyendo que no me descubriría?

Dejo esa carta de lado y comienzo a releer la segunda carta que me envió, después de descubrir que no era Pepe.

Llevo una mano a mi cuello y tomo entre mis dedos el collar, el relicario que me regaló ese mismo día, el mismo que no me quitado desde entonces.

Me dejo caer en el sofá, perdiendo la compostura, queriéndome combinar con él y hacerme invisible. Cierro los ojos y suspiro.

Este relicario en sí era otra prueba más. Vienen a mi memoria fragmentos de una conversación que tuve con Marco hace muchas lunas atrás, cuando éramos unos niños.

Cartas de la chica girasol - COMPLETA ✅Where stories live. Discover now