Mi mente ni siquiera puede comenzar a dimensionar lo que acaba de pasar.
¿Acaso fue real?
Comienzo a bajar tanteando las escaleras, un escalón por vez, sosteniéndome de la baranda lateral cuando mis piernas fallan.
Pero no puedo más y me siento en uno de los escalones con la cabeza entre mis manos, repitiendo una y otra vez la misma pregunta:
¿Por qué?
¿Por qué dejé que eso pasara?
¿Por qué lo hizo?
¿Por qué no lo detuve?
¿Por qué me siento tan molesta de que se haya detenido?
Siento a mi corazón arrugarse en mi pecho, haciéndolo doler. Las lágrimas brotan de mis ojos y un sollozo se me escapa sin permiso; trato de acallarlo con una mano en mi boca.
«¿En serio, Marisol? ¿Por qué? —me reclama mi conciencia—. Porque te gustó ese beso, porque llevabas tiempo soñando con que pasara, y porque él te atrae más que como amigo, aunque lo intentes de negar».
Paso una mano por mis labios ahora húmedos por las lágrimas que han caído. Cierro los ojos y me dejo llevar al rememorar cuando los suyos estuvieron ahí.
Aquí en la escalera, lejos de cualquier dedo acusador, puedo dejar caer todo el peso del mundo al suelo y solo concentrarme en como mi cuerpo reaccionó con su toque, sin sentir vergüenza por disfrutar lo prohibido.
Me permito este instante, solo este instante, porque sé que cuando llegue a mi casa todo volverá a ser como antes, como si nada hubiera pasado.
🌻🌻🌻
—Entonces tuvimos que esperarnos dos días más mientras yo dilataba. La niña se negaba a salir y lo único que yo podía hacer era dormir...
Cuando entro a la casa de mi familia me encuentro con una Andrea que intenta mantenerse interesada ante la conversación de dos extraños que le cuentan cómo tuvieron a su bebé.
Ella me hace mueca para que la ayude. Me acerco ellos y hago nuestra jugada de salvación.
—Andrea, disculpa, puedes buscar lo que pedí en la cocina.
Ella asiente y escapa rápidamente de ahí.
—Ay, Marisol. ¿A qué hora llegarán tus padres? —pregunta una amiga de mi mamá con su bebé en brazos—. Llevamos casi una hora aquí y aún no aparece.
No estoy de ánimo para ser anfitriona en nada, pero me trago las lágrimas y les doy mi mejor cara.
—Seguramente llegarán muy pronto. Voy a preguntarle a mi hermano —digo señalando el pasillo.
Me alejo de ellos y comienzo a buscar a Julián.
La casa se encuentra medio llena, unas diez personas más andan por la sala y la cocina comiendo los pasapalos y admirando la decoración de Andrea, sin embargo, se les nota aburridos; estoy segura que más de la mitad preferiría estar en su casa a esta hora.
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Cartas de la chica girasol - COMPLETA ✅
Storie d'amore"Sonríe, porque alguien te quiere en secreto. Atentamente, la chica girasol". Así suelen terminar las cartas enviadas de manera anónima por Marisol Romero, una joven florista caraqueña a la que le encanta pasar sus horas libres buscando la manera de...