capitulo 68

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Habían muchos niños, demasiados, todos nos miraban a Chris y a mí fijamente, como si esperaran algo de nosotros, yo sostuve la mano de mi prometido con fuerza todo el tiempo mientras esperábamos, con mucho nerviosismo y expectativa acerca de lo que iba a suceder o lo que nos iban a decir.

De la nada una mujer rubia, alta, un poco mayor con un uniforme azul oscuro terriblemente gastado apareció frente a nosotros.

—Señores McGregor, un gusto verlos —dijo la mujer mirándonos fijamente y con una sonrisa algo cansada.

Ambos la saludamos sin decir nada, estábamos tan mudos y perdidos en lo increíblemente descuidado que se veía el lugar que apenas si teníamos cabeza para enfocarnos en lo que ella decía.

—Síganme por favor —pidió la señora Laus, dando varios pasos hacia unas escaleras.

La seguimos sin soltar nuestras manos, no sabía quién estaba más nervioso, yo por mi parte sentía mi corazón en mi garganta y estaba casi segura de que me veía más pálida de lo normal y Chris por su parte, aunque aparentaba tranquilidad, se podía sentir su mano sudando y su pulso disparado.

Frenamos frente a una puerta de madera y la mujer se apresuró en abrirla, ahí estaba Emma, su apariencia me rompió el corazón, estaba delgada, casi podía contar sus costillas, su rostro se veía apagado y tenía una intravenosa en su pequeña mano mientras una enfermera peinaba la poca cantidad de cabello que tenía.

—Tiene bronquitis, anemia, presenta desnutrición y varios golpes en su cuerpo —nos indicó la mujer revisando su carpeta—. La rescatamos de un callejón.

—¿En un callejón? ¿Acaso dormía con la niña ahí? —preguntó Chris con indignación apretando un poco mi mano.

—Recibimos el informe de la policía de que a su padre lo habían echado de su lugar de arriendo y estuvimos siguiéndole la pista por semanas, no quería entregarla, recibe un beneficio económico por ella.

—¿Y el padre dónde está?

La mujer torció la boca antes de pasar la página a la carpeta.

—Dejó a la niña en un callejón mientras se encontraba en una pelea callejera, un policía la encontró y ahora no sabemos nada de él.

Solté un pequeño lamento, la pequeña Emma había estado sufriendo demasiado desde que su madre murió.

—¿Y qué hacía él con la niña? ¿No se supone que debía estar con sus padres? —pregunté yo con un poco de rabia.

—Los padres pusieron la queja de que se había llevado a la niña, pero eso es todo, no solicitaron investigación ni nada, yo misma tuve que solicitarla.

—¿Y qué prosigue ahora? —preguntó Chris.

—La niña aun debe recuperarse físicamente, pero de eso hablaremos en la oficina.

Miré por un segundo a Emma con mucha tristeza, pero la niña apenas si había notado nuestra presencia, estaba muy centrada en el oso que tenía en sus manos y su boca hacía un pequeño puchero, sentía muchas ganas de abrazarla.

Chris y yo nos acomodamos en las sillas frente al escritorio de la mujer, quien acomodó las carpetas con cuidado en un archivador y se sentó frente a nosotros.

—La situación es esta, no podemos darles a la niña, lastimosamente no tienen ningún lazo sanguíneo con ella y su madre nunca dejó estipulado en un documento legal que dejaría a la niña en sus manos en caso de faltar, la única opción que tendríamos es que los abuelos renuncien a su custodia y que la niña pase a ser huérfana.

sumidos por el placerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora