capitulo 48

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Mis piernas fueron liberadas, mi cuerpo cayó relajado sobre la cama pero no pude relajarme por mucho tiempo ya que Chris nuevamente volvió a tirar de la correa obligándome a levantarme, se arrojó sobre la cama cayendo sentado y volvió a tirar de la correa para llamar mi atención.

—De rodillas —me ordenó.

No lo dudé un segundo, lentamente me deslicé hacia abajo posicionando mis rodillas sobre el suelo, ahora tenía el miembro duro y venoso de Chris frente a mi cara, su mano se colocó sobre mi cabeza para volverme a llamar la atención.

—Manos sobre el suelo, no te atrevas a moverlas o te coloraré ese bello trasero —me exigió al tiempo que acariciaba mi coronilla.

Yo asentí con la cabeza antes de hacer exactamente lo que él me ordenó, mi trasero quedó elevado y a Chris se le notaba que le encantaba la vista ya que sus ojos brillaron como luces de navidad, de repente su mano hizo presión impulsando mi cabeza hacia abajo provocando que su miembro se deslizara dentro de mi boca.

El sabor del lubricante del condón que se había colocado para penetrarme aún bañaba todo su falo, sus venas vibraban y sus testículos se sentían tensos, mi cabeza se movía al ritmo que Chris impartía y mi vagina al igual que su punta no podía dejar de lubricar, me estaba quedando sin aliento.

—Mírame Faith —me exigió Chris de un momento a otro.

Abrí mis ojos y los clavé fijamente en él, frente a mí tenía a Chris McGregor completamente perdido en un mar de excitación, con su boca entre abierta, las venas de su cuello tensas y su pecho subiendo y bajando buscando con algo de desesperación un poco de oxígeno, empezó a acelerar el ritmo ya que estaba a punto de venirse y cuando finalmente lo hizo tiró con fuerza de la correa para pegarme a su cuerpo, las gotas blancuzcas de semen cayeron sobre mis senos como lluvia.

Observé a Chris levantarse y colocarse detrás de mí para sacar el consolador de mi agujero, lo apagó y lo arrojó a un bote de basura que estaba al lado de la cama, me ayudó a colocar de pie y volvió a tirar de la correa para que yo caminara hasta la mitad del cuarto, mis manos quedaron enganchadas a la pared como si estuviera en cuatro y mis piernas amarradas con los muslos juntos, yo no podía dejar de jadear, la ansiedad, la necesidad y el ardiente deseo que sentía por Chris me estaban dominando, mi respiración era irregular y mi cuerpo temblaba y se erizaba con cada caricia, cada vez que los labios de Chris recorrían mi cuerpo yo me sacudía, estaba tan sensible que apenas si podía tolerar su toque.

—¿Lista para que te abra el culo nuevamente? —me preguntó al oído antes de tirar del lóbulo de mi oreja.

—Siempre lista para ti... Chris.

Su mano se estrelló con fuerza contra mi glúteo haciéndome chillar.

—Así no es como debes llamarme —me recordó con rudeza.

—Ya lo sé —dije con una sonrisa.

—Cierto, que a mi diosa le gusta que la deje necesitando una silla de ruedas —bromeó antes de darme otra fuerte nalgada.

Se alejó de mí antes de permitirme responderle, se acercó nuevamente con un pequeño plato que tenían unas enormes fresas bañadas en chocolate.

—¿Te he dicho que me gusta ver como te metes cosas grandes a la boca? —preguntó colocándose delante de mí y deslizando la fresa entre mis labios.

La mordí embarrando toda mi boca con chocolate, cuando alejó la fruta de mi boca los labios de Chris rápidamente se posaron sobre los míos y con su lengua se encargó de limpiar mis comisuras, se separó de mí y nuestros ojos nuevamente se volvieron a conectar, sus verdes ojos brillaban más de lo normal, eso me fascinaba.

sumidos por el placerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora