Capítulo XXIX: Capa y espada

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Luego de haberse despedido de Zayn, en su casa, no sabía qué pensar o qué hacer, daba vueltas en su cama confundido.

Extrañaba a Harry, con toda su alma, deseaba verlo y la verdad no le importaba si tomaba una mala decisión, había tomado malas decisiones toda su vida, iría hasta la frontera y lo buscaría ahí, de todas maneras el supermercado iba a cerrar unos días mientras hacían remodelaciones, era su oportunidad.

Cansado del insomnio se levantó de su cama para mirarse en el espejo, mirar su marca, se veía como una cicatriz pálida, en realidad a veces se le olvidaba que estaba ahí, nunca necesitaba a Liam, no en un sentido alfa-omega.

Había hablado con omegas del pueblo que se informaban de cuentos antiguos y uno de ellos le contó que las heridas de un alfa, siempre y cuando no hubiera un lazo, podían ser reemplazadas con la marca de otro alfa.

Aquello le daba una pequeña esperanza.

Estaba decidido, iría allá, buscaría a Harry, vería su estado de salud y le pediría perdón, si tenía suerte, tal vez podría rehacer su vida con él y si no la tenía, pues al menos lo habría visto una última vez y se abría disculpado.

Harry, su dulce Harry.

Unos días después estaba haciendo sus maletas de lo que llevaría allá, un poco de ropa y dinero nada más, cerró el cierre y suspiró, sentándose sobre la maleta para que todo terminará de caber.

Tenía miedo, viajar tan lejos y solo, a un lugar que nunca había pisado, sintiéndose desprotegido y un poco asustado, ni siquiera tenía la certeza de que el alfa estuviera allá.

Y tomando un autobus, salió de ahí, tan sólo con la esperanza de encontrarlo.

El viaje fue largo y tedioso, duró demasiado y aún más en autobus, le dolía el cuerpo, su espalda le estaba matando, quería acostarse a descansar.

Cargando la maleta, bajó del autobus. Las calles estaban repletas de gente, Louis no entendía pero parecía como fiesta, había mucha decoración y ruido.

Olía a omegas y betas por montones, realmente casi no olía a alfas, lo que lo alivió un poco. Todo el mundo lucia tan feliz, tan alegres, la mayoría bailaba y reía por montones, eran personas humildes, por ello, no se sentía incómodo.

Se encontró fuera de un hotel y entró, realmente necesitaba dormir, no aguantaba el dolor de su cuerpo, el viaje fue tan cansado que sólo deseaba una cama.

Pidió una habitación y subió, por fin pudo recostarse en la cama mientras suspiraba cansado, aún no sabía qué hacía ahí.

¡Dios! Estaba loco. Louis sonrió, estaba loco, era un soñador, parece que no había aprendido nada de su pasado, estaba siendo arriesgado.

Pero durmió tranquilo, ansiando la siguiente mañana para comenzar su búsqueda.

...

Miraba la mañana fresca, con un cigarro en su mano y una taza de café en la otra, desde la altura podía ver las personas de ese pueblo.

Se estaba cansando, ahí no había más que hacer que ver las fiestas y escuchar el ruido, pasaba la mayor parte de su día en esa habitación atendiendo sus negocios y algunas veces en la noche bajaba a cenar.

Se sentía seguro allá, en Barcelona pasaron demasiadas cosas, sufrió tanto y tuvo miedo de que pudiera pasar cualquier cosas en algún momento, a algún ser cercano a él, por ello alejó a quienes le tenía aprecio, salvó a quien puedo y quedó él solo en ese infierno.

BAGDAD [l.s]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora