Accidente #29: El recuerdo de un invierno distante

Comenzar desde el principio
                                    

El caminante tras llegar a él, aún con la conciencia apagada, no pudo percatarse de estar caminando sobre él hasta que este propio empezó a brillar en un cian intenso que impregnó todo el bosque, iluminando esa sección de entre la oscuridad profunda de la noche. Algo que le hizo reaccionar en un sobresalto hasta lograr ver con mucha fatiga todo el panorama a su alrededor. Logrando discernir desde lo lejos del rio una figura blanca felina de gran tamaño, una que al notar su presencia simplemente desapareció en partículas cian tras un notable rugido pacífico envolvía destruía aquel pitido en sus oídos, relajando su cuerpo y conciencia. Haciendo que este mismo empezara a desvanecerse en el sueño, dejándose caer sobre aquel rio congelado sobre su hombro, cuidando bien de no caer sobre su pecho u abdomen. Dejando que los vestigios de su conciencia lograran filtrar una última palabra a través de sus labios.


—Byakko— masculló una voz chillona sumamente débil que era ahogada en una tempestad que empeoró de un segundo a otro


Fue así como aquel cuerpo cayó al suelo finalmente inconsciente mientras todo su ser empezaba a ser cubierto, destinado a morir en la fría nieve sin que este pudiese defenderse. No obstante, ese no sería su destino. Pues de entre aquella ventisca profunda, una luz se encendió de entre las sombras en una farola. Una farola que era sujetada por una nueva figura de traje negro. Revelandose así mismo con la luz su cuerpo como el de un hombre de aspecto mayor de facciones rectangulares notablemente japonesas, un hombre mayor que transmitía aquella aura imponente sin portar ningún rastro de arrugas por su piel tosca, portando una barba elongada que llegaba poco más debajo de su cuello. Curiosamente de cabello blanco, así como unos destacables ojos azules destellantes.


—Mi señor, encontré al intruso— mencionó aquel hombre que portaba un yukata de algodón de color negro con un listón amplio en el abdomen de color blanco —Llegó más lejos de lo que pensé, las vibraciones de los sistemas de protección debieron freír su sistema nervioso desde hace varios kilómetros atrás... Iré preparando un agujero para él


Aquel hombre intentó tomar a aquella figura del suelo; pero fue interrumpido por un suave tacto en su espalda que le hizo frenar inmediatamente. Apareciendo así un notable hombre de la tercera edad de facetas japonesas con múltiples manchas de tonos cafés sobre su tez clara y arrugada. Llevando una elongada barba que llegaba hasta su diafragma mientras era trenzada hasta llegar a esta estructura mientras su cabello era lacio y fino cuya falta de peinado le hacía ver como la melena de un león, uno de color blanco, siendo más común en este último por su relación con la avanzada edad. Portando como vestimenta aquel yukata negro con la misma cinta en el transverso del abdomen, teniendo como notoria diferencia de portar una bata blanca extra que discurría hasta el suelo, con la diferencia que bordado en su parte posterior llevaba el kanji de 10 líneas que daban el significado de ciervo.


—No será necesario, este niño aún no se ha rendido— mencionó la voz cansada de un anciano mientras se acercaba a la figura café en el suelo, dejando ver como su mano arrugada descubría de las túnicas a un niño de tez clara y cabello negro desarreglado e incluso trasquilado de un costado, un chico que palidecía de forma peligrosa por la coloración de sus labio a un morado profundo mientras el hielo cubría sus pestañas y cejas casi como si las congelasen —Incluso con su actual estado, no está dispuesto a morir— descubrió más su rostro y retiro la manta entera, dejando ver como la nieve que ocultaba su lado izquierdo enterrado empezaba a teñirse con un escarlata profundo, el color de la sangre


El niño de una edad aparente a los 13 fue girado en plena nieve, notado su gran y curioso peso. Pero lo que en verdad asombró fue el hecho que su mejilla izquierda estaba perforada por completo, dejando caer un gran número de sangre mientras dejaba ver como sus dientes temblaban dentro de su boca. Dejando ver a su vez como su respiración era visible por la diferencia de calor con el ambiente, dejando ver no una alterada y tenue respiración; sino una estable e incluso fuerte para su estado actual.

El maestro del rey del mundo (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora