Accidente #28: Aprendizaje bajo fuego

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—Siempre tan impredecible— habló con calma el anciano mientras negaba levemente con la cabeza —Creo que puedo saber por qué estás aquí


—Lo he sentido también, el anillo ha despertado— aseguró con firmeza mientras sonreía ladinamente dejando ver una curiosa emoción al dejar ver unos caninos perfectamente blancos con una notoria similitud al colmillo de una serpiente


—Así que, ¿viajaste desde el oriente solo para verlo por ti mismo? — cuestionó con calma el anciano mientras se acercaba al adulto frente a él a paso lento


—Occidente, de hecho... Vengo después de unas vacaciones en Corea— tras sus palabras le extendió la bolsa de supermercado al anciano mientras sonreía ahora completamente —¿Un caramelo antes que me dirija a ver al nuevo capitán? — cuestionó solo para ser rechazado por suave y cortos gesto con la cabeza por parte del anciano


—Me temo que no puedo permitirte que lo veas... Lord Shen dijo...


—¿Él está de vuelta? ¿Y no me invitó un trago como prometió? — la sonrisa del hombre pareció esfumarse y ser remplazada por una mueca sin emoción alguna, todo mientras dejaba caer la hoja que había atrapado —Si rompió su voto de imparcialidad, debe ser por una buena razón— tras sus palabras emitidas sin gana alguna, giró su pierna derecha para empezar a dirigirse a la nada dentro en aquella ciudad


—Qin... Abstente de intervenir en los actos de Lord Shen— exclamó con calma el anciano mientras se escuchaban pasos provenientes de la escalera a su espalda —Incluso si debo recurrir a los herreros para frenarte, entonces lo haré


Detrás de él, rostros conocidos fueron contemplados por aquella persona que estaba por darle la espalda al propio Hiro. Siendo estos, Voulundr, el mismo herrero imponente que cargaba entre sus manos una curiosa espada envainada cuyo mango replicaba de forma perfecta la cabeza de un lobo de color blanco y negro con ojos celestes brillantes dando alusión a un par de finas gemas, un arma que fácilmente estaba a la altura de su cadera hasta el suelo; y a su lado estaba la misma Ogun, la chica herrera que también cargaba consigo dos armas, las cuales eran unos peculiares guantes de cuero con placas de metal a lo largo de los dedos.

Ambos herreros portando en sus rostros, distintas emociones. Voulundr se veía con un semblante neutro mientras calaba un cigarrillo sin necesitar sus manos para sujetarlo en su boca, con una mirada centrada completamente en aquella cabellera negra que empezaba a ondearse con el viento y cuando pudo ver el rostro de aquel hombre solo pudo aumentar su presión al agarre del arma que cargaba; todo esto mientras Ogun era todo lo contrario, teniendo un semblante completamente alterado mientras sus manos temblaban a más no poder al querer disimularlo revolviéndolas entre sí.

Cuando ambos herreros cruzaron miradas con aquel sujeto, este no pudo ocultar una socarrona sonrisa que dejaba ver sus colmillos similares a una serpiente. Mirando en concreto a las armas que portaban, mirando de forma específica el arma de empuñadura de lobo que llevaba el más alto de entre ellos.


¿Dansleif?... Parece que no se están yendo por las ramas. Y con más razón cuando sabemos perfectamente que solo tu serías necesario para contenerme— tras sus palabras, su actitud infantil retorno de manera evidente cuando su voz resonaba con gran confianza —De verdad no quiere verme, ¿eh?

El maestro del rey del mundo (En edición)Kde žijí příběhy. Začni objevovat