Capítulo 16: Calamidad

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''Quizás primero debes conocer la oscuridad, para que puedas apreciar la luz.''

—Madeleine L'Engle



Lilian miró en silencio al mago de largo cabello negro sentado en una silla junto a la cama. El perfil robusto y masculino del joven en crecimiento, lucía abatido. Sus iris que brillaban en una singular combinación de matices de rojo miraban profundamente a la doncella tendida entre las sábanas. Su rostro era una imagen de angustia y tristeza.

El mago proveniente de la torre que apareció y aseguró poder despertar a la princesa, quien ha estado inconsciente por medio mes, no había apartado los ojos de ella desde que entró a su recámara; ni siquiera cuando sus dedos se movían en torno a la dama dormida, manipulando los hilos visibles de magia que centellaban a su alrededor.

Lily, que había permanecido junto a él en la habitación mientras trataba a su niña, no perdió ninguno de sus movimientos, gestos o su expresión desolada. Era la primera vez que ella contemplaba a este joven, pero de alguna forma le parecía familiar. La mente de la mujer mayor se llenó de diversas conclusiones y teorías para abordar el enigma de la peculiar situación, no obstante, la respuesta llegó mucho más rápido de lo que esperó.

—Mago...—ella llamó, su suave tono de voz resonó en la silenciosa habitación. El hombre joven apartó los ojos de su niña y la observó con una expresión tranquila. —Joven mago... usted... usted es amigo de la princesa ¿cierto?

Frente a la pregunta el hombre pestañeó, su rostro impasible no dejó escapar ningún tipo de emoción y Lily desvió su mirada con nerviosismo a la bandeja de té en sus manos, pensando que estaba siendo grosera con su directa declaración.

—Yo... los he visto reunirse en el bosque en secreto... —murmuró con inseguridad. No era una mentira que ella había presenciado desde una distancia lejana, los encuentros de la princesa con una figura masculina en el interior de la arboleda que rodeaba el palacio Rubí. No obstante, ella jamás había visto a aquel hombre más allá de su espalda y largo cabello negro.

Y dicha tonalidad, coincidía a la perfección con la del hombre frente a ella. Agregando que en Obelia no era común las personas con un color de cabello tan oscuro, la probabilidad de que fueran la misma persona eran altas.

—Sir Lucas... ¿usted es amigo cercano de la princesa? —insistió otra vez y el mago dejó escapar el aire contenido en su garganta en un claro signo de agotamiento.

—Sí, hemos sido amigos desde hace un tiempo...—confesó al fin, para satisfacción de Lilian, que acercó la taza de té a la pequeña mesa junto a su silla.

—Me alegra... me alegra saber que la princesa tiene un amigo cercano. —los ojos de un tono vibrante de azul se encontraron con los carmesíes que la observaron con cautela. La mirada honesta y maternal traspasó fácilmente las barreras y los hombros del mago se relajaron involuntariamente. 

Ser expuesto a esos ojos claros que emitían emociones acogedoras fue algo extraño para él. Más allá de las miradas cargadas de miedo, odio, celos, idolatría y otros sentimientos negativos que reiteradamente ha recibido a lo largo de su vida o los ojos llenos de amor incondicional con los que Athanasia siempre lo miraba, el rostro pleno de Lilian transmitía sinceridad y una vasta sensación de paz. Fueron pocos los que le ofrecieron a Lucas una expresión parecida en el pasado. Sin embargo, ninguno de ellos estaba más en este mundo.

Con solo un vistazo, el mago carmín comprendió que la doncella era una buena persona y al mismo tiempo, por qué esta mujer era tan preciada para Athanasia.

¿Por qué la princesa le daba solo carne de comer al mago ancestral?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora