Capítulo 14: liberosis

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''El sexto sentido del hombre, es darse cuenta de las cosas, tarde.''

—Autor desconocido.




Athanasia miraba al pulido suelo de la sala de audiencias con los ojos desvanecidos en una mirada ciega.

Sus hombros tensos ayudaron a que su espalda se mantuviera en el ángulo exacto para una postura agraciada y digna. Incluso en momentos opresivos como este, la etiqueta y la educación hacían hincapié en su ser.

Después de varios minutos de un largo silencio, Athanasia quería arriesgarse y examinar al hombre frente a ella, que estaba sentado en su silla tan quieto como una estatua.

Reflexionando sobre por qué no estaba diciendo nada, con el pasar de los segundos, ella estaba cada vez más ansiosa con el silencio. Era angustioso, especialmente cuando sabía por qué había sido citada aquí y las únicas dos personas a su alrededor en aquella sala, no estaban dispuestas a hablar en absoluto.

Ayer, el repentino despertar de Claude trajo gran conmoción a cada rincón de la ciudad imperial, siendo el palacio Garnett el eje central de los disturbios. Las damas de la corte, los médicos y algunos magos corrían por los pasillos al escuchar las buenas noticias. Y en medio de ese caos, Athanasia con ayuda de Lucas, se refugió en su palacio encerrándose a sí misma en su habitación en espera de lo peor.

Durante todo ese tiempo, su corazón golpeaba con miedo contra sus entrañas, haciendo sonar sus pulmones y sacudiendo sus costillas. No obstante, a pesar de que la angustia corría como hielo frio por su piel y la ansiedad se acumulaba y apretaba constantemente en su vientre, ella se mantuvo tranquila en el exterior incluso cuando Félix fue a buscarla la mañana del día siguiente anunciando que el emperador deseaba verla.

Honestamente, Athanasia no esperaba que Claude la buscara tan rápido y mucho menos de una forma tan pacífica. Era consciente de que sus previas acciones solo provocarían al hombre que la despreciaba más que a nada y al final, inevitablemente pagaría las consecuencias por ello.

Las palabras de los funcionarios miembros del consejo y de Félix jurando protegerla resonaron en su cabeza, sin embargo, frente al emperador, aquellas promesas perdían totalmente su validez.

— Escuché que te encargaste del imperio mientras estaba inconsciente— dijo una voz suave y cargada de desinterés, llamando su atención sobre el hombre reclinado en su trono real. Sin lugar a dudas, que estuviera allí sentado inconsecuente luego de un mes de estar en coma, era encomiable.

La fortaleza del emperador de Obelia no podía ser tomada a la ligera.

— Así es, su majestad— respondió en voz baja, asintiendo superficialmente con la cabeza, sin atreverse a hacer contacto visual.

—¿Quién te ha dado el derecho? — continuó en un tono frio e inhumano, clavando sus afilados ojos de joya en ella. Athanasia se estremeció, sintió que cada gramo de aire abandonaba su cuerpo de repente, mientras percibía una presión desconocida que la forzó hacia el suelo. Ella arrugó la falda de su vestido con fuerza, tratando de contener el temblor en sus manos antes de intentar reunir la suficiente compostura y contestar.

Era fácil de suponer que, si el emperador estaba indispuesto, su heredero tomaría temporalmente el trono y en caso de que no haya sido nombrado se escogerá uno temporalmente entre su progenie. Pero, aunque ella era la primera princesa y por derecho propio, debería ser tomada como un miembro de la familia real, a los ojos de Claude, no era así. Él ni siquiera consideraba a Athanasia como su hija. Para el sol de Obelia, ella era solo una humilde moza descendiente de una lamentable bailarina.

¿Por qué la princesa le daba solo carne de comer al mago ancestral?Where stories live. Discover now