CAPITULO 42

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• NUEVA CASA •

ANAITA WORSTED

Me di una última mirada en el espejo antes de salir; tenía un bus gris de Sathiel y una sudadera negra de Dhack. Que de por si me quedaban inmensas pero no tenía casi ropa aquí; así que tocaba esto o salir en ropa interior.

Me puse las botas para la lluvia y agarre un paraguas, esta semana el clima ha sido una tempestad, no a parado de llover

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Me puse las botas para la lluvia y agarre un paraguas, esta semana el clima ha sido una tempestad, no a parado de llover. Llevamos aquí ya unas dos o tres semanas, no soy buena haciendo cuentas.

-ya vengo – aviso antes de cerrar la puerta

Camino un poco hasta quedar al frente de la puerta del auto, el guardaespaldas me abre la puerta y recibe el paraguas. Cuando entro el rodea el auto y se sube al puesto del piloto.

El viaje de la mansión hasta uno de los supermercados es de unos cuarenta minutos. Los tres carros que nos siguen paran unos metros atrás, rodeando el lugar mientras que los hombres bajan para verificar que todo esté bien.

Cuando mi conductor abre mi puerta, bajo y camino rápido hacia la puerta del almacén.

-Gracias David – el asiente y entra conmigo

Agarro un carrito y empieza por el primer pasillo, pongo fruta, vegetales, carnes, lácteos, dulces y todo lo que necesitamos, también siguiendo las instrucciones que me dio Mérida.

-quieres llevar algo – pregunto

-no señorita, estoy bien.

Entrecierro los ojos en su dirección.

-oye sé que quieres llevar esas paletas de allí - señalo uno de los refrigeradores – vamos créeme me enojare si no lo haces.

David me mira dudoso y yo le doy una sonrisa amistosa, lo cual es suficiente para que agarre un paquete de las paletas.

-excelente, ahora dime que les llevamos a los muchachos – pregunto mirando mi alrededor.

-los señores no pidieron nada señorita.

-no ellos no, tus compañeros – digo con obviedad– tu pasas más tiempo con ellos, no sé qué les gustaran y antes de que me repliques es una orden.

El acata la orden y empieza a tomar cosas; pasamos dos horas recorriendo todos los pasillos una y otra vez.

-listo creo que eso sería todo – digo viendo los siete carritos repletos – vamos.

Llegamos a la caja donde la chica amablemente nos atiende, luego de pagar tomamos las bolsas y otros hombres entran por las demás; al fin cuando terminamos de meter todo, nos vamos a la mansión.

-auto sospechoso en la mira – comunican por la radio – se acerca a una velocidad peligrosa.

-Señorita por favor sujétese – indica David

CAUTELOSOS [ En Edición ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora