Capítulo 23

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Nathaniel entra con mi antigua llave de la habitación del hotel, se acerca a mí y me abraza.

- Quédate- me susurra en la oreja cuando me abraza- Solo quédate y no me preguntes porqué estoy aquí, por qué ni yo lo sé.

Le devuelvo el abrazo acariciándole la nuca, el pelo le cae por los ojos cuando me mira, me pongo de puntillas y le beso.

Al principio es un beso cariñoso que no sé de dónde salió, pero luego es deseoso. Quiero más de él.

Lo tiro al sofá y me siento a horcajadas encima suya, solo llevo un tanga y el sujetador que me cambie. Él pone las manos en mi culo mientras yo le beso con un deseo que me mata.

- Quédate- me susurra- Quédate conmigo- me vuelve a besar y vuelve a parar- Quédate conmigo y no te vayas.

Me baja el tanga y separa con dos dedos mis labios mayores, me levanto un poco para que tenga más acceso, quedando así mi pecho cerca de su cara.

Frota con un dedo mi clítoris y con el otro lo desliza a mi entrada. Arqueo la cabeza y él baja una copa de mi sujetador, no me quita los ojos de encima y saborea un pecho.

Gimo y vuelvo a gemir. Es lo mejor que he experimentado. Él concentra sus ojos en mi cara cuando estoy a punto de irme.

- Me gusta verte como te hago gemir de placer- me susurra y con eso me corro como en mi vida.

Me siento en su regazo, y él me besa la cabeza. Saca la mano de adentro mía y la chupa, eso me vuelve a recargar las pilas para hacer tres horas de sexo con él.

- Vístete, nos vemos abajo en diez minutos- me sube el tanga, pero antes de irse chupo el dedo que tenía dentro de mí- Atrevida- dice con una sonrisa pícara.

- Igual que tú- me aparto para que se levante.

Sin decir más, se va. No me gusta que me deje tirada después del sexo, me molesta mucho que haga eso; sin embargo, le perdono por lo que me acaba de hacer.

Me cambio de tanga y elijo algún vestido para ponerme. Elijo uno blanco con bordados de flores, de diferentes colores. Tiene un mini corset en la cintura y me queda realmente bien. Casi diría que parezco una chica que no hubiera roto un plato, una hija de Dios, una que reza todos los días.

Me pinto los labios de rojo, me maquillo, cojo unas botas negras altas, alcanzo un bolso y me pongo unas gafas negras.

Antes de salir cojo mi pistola Ruger LCP, no por si él me ataca, es más bien por si alguien no deseado se cruza en mi camino. La pongo en el cinturón de mi muslo, ya que lo tapa el vestido.

Salgo de la habitación con mi pelo ondulado y mis botas con tacón. Bajo a la sala principal, solo han pasado ocho minutos, ya que he sido rayo McQueen maquillándome y vistiéndome.

Veo a Martha en la sala con una falda apretada negra y una camisa blanca. La saludo y ella se acerca a mí.

- ¿Vamos a tomarnos esa copa?- me pregunta super alegre.

- Hoy no puedo, pero te lo compensaré- le aseguro.

- Está bien- se acerca a darme dos besos- Nos vemos luego- con eso se va. Nunca me lo había dado, es una buena amiga.

Nathaniel no me hace esperar mucho y aparece con unos pantalones negros, una  camiseta de un grupo de rock, con una chupa de cuero y unas gafas de sol.

- Así que AC/DC- le digo, él extiende una mano y se la acepto saliendo del recinto- Vale, badboy. ¿Dónde me llevas?.

- A un lugar muy divertido- paramos delante de una moto negra al parecer suya.

MISIÓN KEINOXDonde viven las historias. Descúbrelo ahora