PRÓLOGO

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A mis abuelos, Julio y Práxedes, por enseñarme a creer

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A mis abuelos, Julio y Práxedes, por enseñarme a creer.

A Andrei, por acompañarme en cada noche de insomnio.

Y a Alba, por ayudarme a crear a Teodora sin ella saberlo.


Cuenta la leyenda que, en el principio de los tiempos, los humanos convivían con diversas criaturas; entre ellas orcos, elfos y brujos. Por aquel entonces, la Tierra era un lugar mágico, donde la magia de los sueños reinaba en los hogares y los seres se aceptaban unos a otros pese a sus diferencias biológicas. Dos siglos de paz y prosperidad reinaron en la Tierra hasta que los seres humanos fueron desatando su egoísmo con el pasar de los años. Estos ya no se preocupaban de proteger a la Madre Tierra, la madre que les ofreció la vida. En su lugar, si bien desarrollaron sus intelectos, la empatía no fue una de sus fortalezas. De hecho, fue todo lo contrario: el egoísmo y el narcicismo de la raza humana no tuvo límites. El poder por encima de la humanidad; la sangre por encima de la paz. Rumores, delitos, secuestros... Guerra. La cuestión llegó hasta tal punto que se desató una guerra; un conflicto que hizo mucho daño a la Madre Tierra y a todas y cada una de las criaturas descendientes de ella.

La guerra duró un siglo y medio hasta que un grupo de humanos alzó la voz concienciando al resto sobre el agravio de la situación. Se dieron cuenta de que no podían seguir por aquel camino: debían respetar y proteger a quien les dio la vida, además de respetar al resto de razas que convivían en ella. En ese preciso momento, las aguas se amansaron y a los seres humanos se les dio una nueva oportunidad. Sin embargo, lo bueno no duró demasiado. ¿A caso lo hacía cuando había humanos de por medio?

Al cabo de cincuenta y un años, un grupo de humanos se volvió a rebelar: querían tener su propio mundo. Durante tres siglos más todas las partes estuvieron en guerra, aunque algunas se mantuvieron neutrales. Si lo malo tenía un límite temporal, era difícil saberlo. Con toda la desesperación del mundo y las lágrimas de la Madre Tierra sobre ellos, una humana y un elfo mantuvieron un encuentro dialógico sobre la situación y fue en ese encuentro en el que decidieron una solución a través de un pacto. El Pacto, bajo el nombre Novum Orbistelch, requería la participación y el compromiso de todas las partes por igual, pues sin ellas no sería posible una solución. La única condición que pusieron fue simple: los humanos quedarían separados en otro mundo paralelo, sin magia, y sería intolerante que alguien, fuera la criatura que fuere, dañara a la Madre Tierra. Por amor al arte, deberían seguir respetándola desde el mundo que fuese. Si, por el contrario, no se cumplían con las partes del acuerdo, la Madre Tierra actuaría de formas inimaginables.

De esta forma, todos aceptaron con gusto el pacto y sus condiciones. Con ayuda de la magia y un pacto de sangre, se creó un mundo paralelo: la Tierra. Un mundo en el que, cada cierto tiempo, un alma despertaría para proteger y velar por la Madre Tierra.

Lo que no sabía Teodora es que, en pleno siglo XXI, ella era la elegida.

NOTA DE LA AUTORA

Hola querido lector, lectora.

Bienvenido a esta nueva aventura, el barco está a punto de zarpar. Te advierto: puede que te emociones o que, quizá, te frustres durante el viaje. Sea como sea, me encantaría escuchar todo lo que tengas que decir siempre y cuando aporte valor al contenido, por supuesto. Todos los juicios de valor constructivos serán bien recibidos. 

Por cierto, discúlpame de antemano si encuentras algún error gramatical u ortotipográfico. Aunque la obra ya ha sido revisada varias veces (muchas, de hecho) y registrada en el Registro de Propiedad Intelectual, es la magia de los escritos: nunca sabes qué espinita queda por mejorar. Es una de las razones por las que me animé a dar el gran salto y a compartir contigo esta pequeña joya que, como muchas otras existentes, espero que te haga reír, llorar, frustrarte, entretenerte y emocionarte.

Sígueme en mis redes sociales para tener un contacto más cercano, estaré encantada de conversar contigo: @SileaEvans. 🖤

Dicho esto, nos vemos en los próximos capítulos y en las redes sociales.

Un abrazo y que la Madre Tierra te proteja.

Con cariño,

Silea Evans.

Silea Evans

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CRÓNICAS DE LA MADRE TIERRA I: Los mundos de TeodoraWhere stories live. Discover now