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Y ahora, por culpa de ese sueño, Samuel pensaba que Rubén era más hermoso, e increíble. Y le llevaba a más ganas de arreglar las cosas con él. Porque enserio extrañaba abrazarlo.
Pero, ¿que dice que ellos están mal? Te preguntarás. Pues es una pregunta que Samuel no sabe, responder, hasta ahora. Que Rubén le trataba algo… borde.
Y eso le dolía. Así que debía arreglar las cosas con él, porque no sentiría que podría soportar a un Rubén borde por el resto del día.
Hoy, irían de excursión a un parque de Halloween en Nueva York. Samuel sabía que Rubén no podía ir solo, ya que le daba miedo todo lo que se relaciona con Halloween. Así que decidió que aprovecharía eso, para pedirle disculpas, y que así, él le dejaba de tratar borde.
Esperaba que ese plan saliera bien. Aunque como todo tipo de plan, algo debe salir mal. Y esperaba que hoy, la suerte jugara cartas a su favor.
Estaba sentado en el borde de la cama, mientras veía hacia la ventana, y terminaba su plan. Rubén estaba en el baño, cambiándose, seguramente. Aunque no debía interesarle si se está cambiando o no. Tampoco es que se lo haya imaginado, ¿que demonios?
Escuchó la puerta de el baño abrirse. Y rápidamente volteó hacia atrás. El teñido salía del baño, mientras se acomodaba mejor su chaqueta, y su cabello.
Miró a Samuel, para luego preguntar;
—¿Pasa algo? —pregunta.
Las mejillas del azabache se tornaron de un rosado algo intenso, y negó con la cabeza.
—Uh… —musita— ¿Nos vamos? La maestra comenzará a preocuparse, y no quiero que suba a aquí —dice. Se le notaba amable, pero a la misma vez frío. ¿Cómo lo describiría?
Ah cierto, borde.
Samuel se levantó, y comenzó a caminar detrás de Rubén. Era la primera vez que pasaba esto, aunque al decir verdad, era algo parecido como cuando lo conoció, era algo frío, pero al mismo tiempo cálido.
Ajá, era borde.
Tomaron el ascensor, y caminaron hacia el grupo. Aunque las acciones de Rubén, le hacían ver qué estaba molesto, no se separó de Samuel. Y agradecía, porque sino Samuel estaría lloriqueando por toda la excursión.
Había un bus esperándoles afuera. Así que solo era cuestión de salir, y ya.
Durante el viaje, ambos permanecieron callados. Rubén revisaba su celular de vez en cuando, al igual que Samuel. Y así sucesivamente. Samuel pensó que debía hacer algo, ¿pero que, exactamente?
Arrodillarse, y pedirle matrimonio fue una de las repuestas; obviamente de broma. Luego pensó en hablar del clima, pero eso no suena a él. Y luego decidió que no haría nada. Por bien a la salud pública.
