Una misión fallida logra hacer que Hinata Hyūga viaje a otro mundo ajeno al de ella, donde aprenderá que el mañana no existe sino el hoy en manos del soldado Levi Ackerman.
Pero... ¿Qué sucede si ese hombre que te ayudó en tu oscuridad va por ti ha...
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Diclaimer: Los personajes NO me pertenecen. Los utilizo para crear historias sin fines de lucro, con el único objetivo de entretener al lector.
Este es mi primer Fanfics. ¡Espero sea de su agrado!
Levi Ackerman/Hinata Hyūga/ Sasuke Uchiha
Mundo: Attack on Titan (Shingeki no Kyojin)/Naruto.
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—A partir de hoy, este es nuestro hogar, esposa mia —susurro a su oído abrazándola desde atrás.
—Es... Preciosa —dice y ríe emocionada.
Una casa de madera de dos pisos escondida en el bosque frondoso con un riachuelo a un lado. La paz que transmite es tan gratificante que nos envuelve en nuestra propia burbuja.
La tomo de la mano y entramos por el umbral de la casa, aún no está decorada, los muebles llegarán después de nuestra luna de miel, estaremos quince días fuera de la aldea, mañana partimos temprano, pero esta noche la disfrutaré como ansío porque desde que la vi entrar en el salón de nuestra boda solo he deseado quitarle ese Kimono.
La guio hacia a nuestra habitación y nos quedamos en el umbral, me quedo sorprendido al ver lo decorado que esta; este tiene por toda la estancia flores y velas, con un tatami vestido con seda roja. Al lado de esta se halla una variedad de frutas y bebidas.
—¿Quién hizo todo esto? —cuestiono.
—Los del clan seguro lo hicieron —menciona sonrojada y mirándome divertida.
—Esposa mia, esta es nuestra noche, bueno, una de las muchas que tendremos —Sonrío y la tomo de la cintura agarrando con mi otra mano sus rodillas, ella jadea y la llevo cargada hasta la cama.
—¡Lev! —exclama entre risas.
Sonrío y la suelto despacio en el tatami, al instante ella me observa fijamente mordiéndose los labios, el calor me invade de una manera arrolladora y mis pulsaciones se desatan para darle paso al apetito tan voraz que mi hechicera solo es capaz de provocar con un solo gesto.
—Esposa... ya va siendo hora de que tú y yo arruguemos estas sabanas.
Sus mejillas se encienden y acaricio una de ellas con mis dedos, trazo su rostro y ella suspira, quito la flor y con ambas manos deshago el peinado que lleva, quito sus pasadores, uno a uno, mientras beso su nariz y bajo a su boca delineándola con la punta de mi lengua, cuando su largo cabello cae la observo embelesado y sigo mi camino hacia su Kimono, lo desato y al instante observo una lencería trasparente que deja ver sus pezones firmes sobre la tela, le doy una mirada hambrienta de deseo, al instante lo abro por completo retirándolo de su cuerpo.
