Capítulo 4

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Aparqué la camioneta al lado del coche de mi hermana en la casa de mis padres, no tenía gansee la estúpida comida y menos de aguantar a mi madre siendo una pesada con lo del tema de casarme, desde que se leyó el testamento del viejo no me había dejado en paz.

En vez de estar tan feliz podría estar enfadada conmigo por que el abuelo me dejara a mí la herencia, ¡Pero no! estaba claro que ya había asumido que su padre era un machista sin remedio, por eso la abuela había dejado toda su herencia a mi hermana Jennifer se notaba que conocía al abuelo y sabía que a ella no le dejaría nada.

Entré a la casa sin llamar al timbre, había vivido toda mi vida allí, no empezaría a llamar ahora. Camine en dirección al comedir principal que era de donde llegaban las risas, me quedé en el marco de la puerta observando la escena, menos mal que iba a ser una comida familiar por que estaba claro que las dos pelirrojas que había sentadas en la mesa junto a mis padre no eran de la familia.

— ¡Sander hijo!— Chilló mi madre antes de levantarse y correr para abrazarme, bueno intentarlo por que esos zapatos no le permitían ni si quiera andar.

Le devolví el abrazo y el beso antes de separarme de ella y saludar a mi padre.

— Hijo te veo bien— me sonrió 

— No sé como esperabas verme pa'v conteste con el mismo tono de burla que el.

Me acerque a mi hermana ignorando a las otras dos mujeres para dejar un beso en su mejilla.

— ¡Qué asco Sander me has babado!— chilló dándome un golpe en el hombro mientras yo me reía.

Jennifer y yo siempre habíamos sido unidos, ella era como una princesa y yo el diablillo éramos la combinación perfecta.

— Sander...— el tono de advertencia bastante burlona de mi padre me hizo guiñarle un ojo.

Me senté al lado de Jenny dejando enfrente a las desconocidas.

— Sander cariño ¿te aceradas de mi amiga Miranda y su hija Verónica ?— Así que esta era la famosa Verónica

— Claro madre— respondí dando un trago a la copa de vino

La verdad es que no sabía quienes eran ni la hija ni la madre, si alguna vez las había visto no lo recordaba y tenía por seguro que mañana no las recordaría, no me queda con la cara de la gente que me importaba una mierda.

La tal Verónica era guapa, lo que más llamaba la atención era el color de su pelo, naranja zanahoria, pero por lo demás no era la gran cosa.

— Yo también me acuerdo de él, sobre todo de cuando fue mi pareja en la gala de la empresa de los Stones— dijo batiendo las pestañas en mi dirección.

Disimule mi cara de desconcierto bebiendo más vino, ¿había ido yo con esa mujer a algún lado? en ese momento caí, estaba demasiado borracho aquel día para recordar nada, solo recordaba a la pelirroja que termine follando en el baño del sitio en el que se celebro la gala, jamás pensé que podía tratarse de esta tipa.

Asentí dandole toda la razón, solo quería terminar la estúpida comida y marcharme a casa.

Sentí un golpe en la pierna y miré en dirección Jenny quien me hizo un gesto para que me acercara a ella.

— ¿No sabes quién es, no?— pregunto divertida

— No tengo ni puta idea hermanita

La vi disimular la risa mientras tosía para que mis padres no lo notaran, pero estaba claro que papá había notado algo puesto que nos miraba interrogante mientras llevaba un trozo de comida a su boca.

La seducción de la soberbia (#1SPC)Onde histórias criam vida. Descubra agora