—No sé, sólo estás ahí, más callado de lo usual —responde.

—Bueno, cuando me conociste no era tan hablador —bromea.

Samuel suelta una risita. Había recién salido del baño. Seguramente estaba bañándose. Suele hacerlo muy temprano.

—¿Entonces eres así? —pregunta acercándose a la cama.

—¿“Así”? —pregunta.

—Finges ser rudo, pero eres la persona linda que alguien haya podido conocer —responde, sentándose al lado de él.

Sonríe.

Ése calor en su pecho. Las cosquillas. Su corazón acelerado. Estaban ahí, todo eso. Sólo por unas palabras que muchas personas le han dicho.

¿Cómo podía hacer que simples palabras fueran tan diferentes?

Se sentía culpable. Se odiaba. ¿Era necesario mentir? Como siga así, terminará sólo. Como siempre.

Tragó saliva, fingiendo estar normal. Pero por dentro se odiaba de veinte mil maneras. Samuel no se merecía eso, se merecía alguien que fuera honesto con él. Porque para empezar, si Rubén fuera honesto con él, ellos no serían amigos, serían algo más.

Pero tenía miedo.

—Me da miedo mostrar cómo soy.

—¿Por qué?

—Suelo ser muy infantil, lo demostré allá, en el Time Square.

—¿Y eso que tiene de malo?

—¿Cómo que “que tiene de malo”? ¡Tengo 17!

—¡Todos hacemos cosas infantiles, Doblas! Pero tienes tus momentos.

—¿Mis momentos…?

—¿Recuerdas la vez que le hiciste una guerra al profesor de Religión? Literalmente le pateaste el trasero.

—¿Cuándo le dije que la Biblia es más como un tipo de Cenicienta pero para adultos? ¿Eso fue maduro?

—Si, algo gracioso considerando la cara de muerto que puso. Pero si.

—¿Enserio puso una cara de muerto? —pregunta entre una risita. Mientras se dejaba caer hacia atrás. Le avergonzaba, ni siquiera sabía porque hizo eso.

—¿Que no lo viste? ¡Pareció que vió al mismísimo diablo! —bromeó como respuesta.

Rubén río.

—Me mandó a la dirección —se quejó.

—Pero valió la pena.

Suspira, y sonríe. Debía admitir que en ese momento se había sentido algo poderoso. Pero no quitaba que estuvo algo mal hacerlo.

—Rub, eres increíble. ¿Me vas a decir que ahora eres malo simplemente por ser “infantil”? —le dice, y el teñido voltea a verle— No lo eres, simplemente esa es tu forma de ser. Y deberías estar orgulloso, porque es lo más bonito de ti, y me gusta mucho —añade.

Rubén se había sonrojado. Pero no podía evitar pensar que pensaría Samuel de él cuando sepa que le ha estado mintiendo. Quizás pensaría que es la peor persona del mundo. O que quizás nunca hubo confianza entre ellos. Cuando en realidad era todo lo contrario. Solamente quería… protegerlo.

cosas de otakus ➹ rubegetta.Where stories live. Discover now