15. Instinto

810 120 142
                                    

Agoney apoya la frente en la puerta del cuarto de baño con resignación. No sabe si le duelen más los nudillos al haber sido tan insistente o el alma, pues Raoul lleva demasiado tiempo encerrado, solo, llorando. Quiere decirle que salga, que todo está bien, que los del grupo no se estaban riendo de él, pero parece que el rubio no atiende a razones.

Aún así, no piensa irse sin intentarlo una vez más. Por lo que vuelve a picar la puerta muy suave, para no asustar al contrario.

—Raoul... escúchame al menos —pide en un susurro, falto ya de fuerzas, el tinerfeño.

El silencio lo destroza, pues es consciente que al saber que sigue ahí, el guitarrista ha empezado a contener incluso el llanto.

"Como si no supiera ya que llevas un buen rato llorando" se ríe para sus adentros el moreno, sorprendido una vez más por el carácter tan pueril que puede llegar a tener el chico.

—Mira, muchacho, no me hables, no salgas si no quieres, llora si es lo que necesitas, pero yo no me voy a ir de aquí, ¿sí? —Agoney deja unos segundos al contrario para que responda. En vista de que no tiene la intención de hacerlo, decide continuar—. Cuando estés más tranquilo, ya vemos que hacer. Voy a avisar a estos de que seguiremos grabando mañana, enseguida vuelvo.

Desde el interior del baño, Raoul asiente pese a saber de sobra que el contrario no puede verlo. Se siente estúpido por ello y termina llorando aún más. Está harto. Harto de sentir que siempre tiene que mantenerse firme y ser perfecto, harto de juzgarse cuando falla, harto de haber estado tanto tiempo fingiendo que está bien que ya no sabe distinguir la mentira ni él mismo. Y le duele. Le duele haber estado tan pendiente de su madre, del grupo, de Agoney y su pasado... y darse cuenta de que hace tiempo que se perdió a sí mismo.

Y ahí, sentado en el suelo, llega a una clara conclusión. No le gustan sus tomas para el videoclip porque no se gusta él. Agoney tenía razón, solo tenía que ser él mismo. El problema es que la versión de él mismo que existe en estos momentos no es más que pura ruina y a Raoul no le gusta verse así. Raoul odia ver en su piel las ojeras de no dormir bien por las noches. Raoul odia ver las hendiduras en sus mejillas al haber perdido tanto peso del estrés, de la mala alimentación, del estar tan preocupado en trabajar y cuidar a su madre que a veces no tenía tiempo ni ganas de comer. Raoul odia su sonrisa porque hace mucho tiempo que no significa nada. En definitiva, Raoul se odia a sí mismo y simplemente no puede soportar que alguien lo grabe de una forma tan transparente en su peor momento.

Por su parte, Agoney vuelve con sus compañeros de banda para anunciar que Raoul ni ha salido del aseo ni tiene intención alguna de hacerlo.

—Pero hoy teníamos que acabar de grabar —protesta Adán con un resoplido que le vacía los pulmones.

—Pues se acabará mañana —sentencia Agoney.

—Si yo entiendo que la situación sea difícil, pero volvemos a la gira en unos días, no podemos ir aplazando las cosas —se masajea la sien Roi, algo desesperado.

—Tampoco podemos obligarle a grabar si no está de humor —razona el canario guardandose para sí mismo que el rubio lleva casi una hora llorando, pues sabe que al chico no le hace mucha gracia mostrar esa parte más vulnerable de sí mismo.

—Y tienes razón, Agoney, pero tenemos unos plazos que cumplir —explica Miriam arrancándose las pielecitas muertas de los labios con los dientes—. Le dejamos hasta mañana para que se relaje y se mentalice, pero no podemos retrasarlo más, aún hay que seleccionar las tomas, cuadrar el audio y montarlo todo. Espero que lo entiendas.

—Lo hago, mañana seguro que lo clava —asiente con la cabeza el tinerfeño esbozando una sonrisa, tiene tiempo aún para convencer a Raoul de lo maravilloso que es.

LAGUNA AZUL (Ragoney)Where stories live. Discover now