Te Necesito [Vegebul (Vegeta X Bulma)]

XV. Te extrañé

Bulma

—Creo que esto te gustará. —Me reí al levantar el enterizo que le había comprado a Trunks, le estaba tomando el pelo a Vegeta porque sabía que se molestaría con la inscripción del enterizo.

—¿Qué carajos es eso, Bulma? —Sus ojos se abrieron de par en par y su rostro estaba rojo. —¿Mi papi es el más atractivo del mundo? ¡Qué cosa tan horrible es esa!

—Bueno, no encontré una que dijera que mamá es la más bella del mundo. Esa es una verdad mundialmente reconocida.

—Eres demasiado egocéntrica para tu propio bien. Además, por qué la ropa de bebé en la tierra tiene que ser tan ridícula.

—No es ridícula, es adorable.

—No sé cómo vas a vestirlo de esa manera, es horrible.

—Bueno, tampoco es como si supiera que le ponen a los sayayin.

—Al principio nada, los dejan desnudos hasta que puedan usar su primera armadura.

—¿Siempre usaban armadura? ¿Siempre? Que falta de moda tenían. —Vegeta rodó los ojos y se dedicó a comer, en ese momento me pregunté en que estaría pensando. Él no solía hablar de su planeta a menudo, ni siquiera cuando se lo preguntaba. —¿Cómo va el entrenamiento?

—Bien.

—¿Ya puedes convertirte en super sayayin?

—Sí. Desde hace unas semanas.

—¿Por qué demonios no habías dicho nada? ¡Se supone que es algo importante!

—Bueno, no me dejas decir mucho cuando solo estás hablando de esas horribles cosas de bebé.

—No son horribles. Ya te dije, son adorables.

—Son una tortura para mí. —Y apesar de ello me dejaba hablar de eso sin interrumpirme así que eso hizo que me corazón diera un salto. —Como sea, ahora que soy súper sayayin podré derrotar a Kakaroto cuando peleemos.

—¿cuándo planeas hacer eso? Derrotarlo y todo lo demás. Proclamar tu nuevo y renovado orgullo seguido de tu risa de psicópata.

—Después de la pelea contra los androides.

—Por supuesto. —Me puse nerviosa, quería preguntarle cuando volvería a la Tierra porque ya habían pasado dos meses más del plan original. —Vegeta.

—¿Sí?

—¿Cuándo volverás? —Con ese hombre no servían los rodeos, él no parecía entender las indirectas. Tenías que ir directo al grano.

—Llegaré a la Tierra en dos días.

—¿Qué? —Casi me caí de la silla con la impresión. Iba a volver y ni siquiera me había dicho absolutamente nada, quería enfadarme pero por primera vez en meses mi temor a que no regresara por fin me había abandonado. —¿No estás bromeando, verdad?

—Yo no hago eso. Es estúpido.

—Ya lo sé. Es solo que... No importa. Estoy muy feliz de que regreses. Solo me hubiese gustado saberlo antes.

—¿Para qué? Es lo mismo si lo sabes hoy o cuatro días atrás.

—¿Planeabas solo llegar y listo? ¿No me digas que era una sorpresa?

—Ah...

—¡Vegeta eres tan lindo!

—Yo no...

—¡Ves porque me encantas! ¡Eres increíble!

—Pero tú...

—En agradecimiento por tu sorpresa voy a ordenar que preparen un gran banquete para ti. ¡No veremos después!