VIII. Solo un beso

1.2K 102 2
                                    

Bulma

Ese beso no fue como nada que hubiera esperado. Vegeta movía sus labios contra los míos con rapidez y dureza, al principio me costó un poco seguirle el ritmo pero una vez nos adaptamos al otro todo se volvió más rápido y placentero.

La intensidad iba en aumento e incluso sus manos ya no estaban estáticas sobre mis caderas, se movían libremente por mi trasero pegándome a él tanto como fuera posible.

Sin darme cuenta estaba pegada a la pared y teníamos mis manos sobre su cuello jugando con los pocos mechones que podía alcanzar.

Fue perfecto hasta que escuchamos un gato maullar sobre el contenedor de basura que estaba a unos metros de nosotros. En retrospectiva, el lugar no fue lo más adecuado. Era un callejón apestoso y sucio, una señorita cómo yo no podía estar dando esos espectáculos en semejantes lugares pero todo el camino a casa iba flotando en una nube de felicidad que nadie podría reventar.

Caminamos juntos, cerca del otro pero sin llegar a tocarnos. A partir de ese momento respetaría la disposición de Vegeta por rechazar todo contacto deliberado, quería que él supiera que era perfectamente capaz, y que tenía el poder, de iniciar lo que quisiera entre nosotros. Yo estaba dispuesta, pero centrada en que no podía hacerme muchas ilusiones.

Estábamos hablando de Vegeta, el ser más frío e indiferente del planeta. Sin embargo, yo esperaba que su forma tan impredecible de ser acabará dándome puntos a mí favor.

Al llegar a casa, él solo se metió a su habitación sin despedirse. Pensé que nos besariamos de nuevo, pero no fue así. Justo por ese tipo de comportamiento es que no quería hacerme ilusiones con respecto a él; si llegaba a creer que algo más grande era posible entre nosotros, me haría ilusiones y terminaría con el corazón roto.

Lo mejor era dejar que las cosas fluyeran como debían hacerlo, sin mi intervención. Aunque me moría de ganas de hacerlo.

Vegeta.

No había visto mucho a Bulma desde que salimos al cine, había estado ocupada y yo no podía detener mi entrenamiento por nada.

No sabía que me pasaba pero no podía evitar buscarla con la mirada cada vez que estaba en la casa, Bonnie parecía saber lo que hacía porque no dejaba de reírse cuando me pillaba haciéndolo. Odiaba mucho a esa mujer, debía soportarla ya que era la única que me trataba con las atenciones que merecía.

—¿Disfrutaste de tu cita del otro día, apuesto Vegeta?

—¿Cita?

—¡Cita! Es cuando dos chicos que se gustan salen. Es lo que hicieron tú y Bulma el otro día. Entonces, ¿te gustó?

—Sí. —Seguí comiendo sin darle muchas vueltas al asunto. —¿Dónde está?

—Trabajando. Hoy llegaba un nuevo ingeniero para el equipo de su padre, ella estaba dándole un tuor por la corporación la última vez que la vi.

Me encogí de hombros y salí de la cocina llevándome mi último plato. Desde mi habitación podía ver el jardín y escuchar la risa de Bulma. Fui a la ventana para ver dónde estaba y que estaba haciendo cuando la vi.

Iba del brazo con un tipo rubio que no conocía. ¿Quién era ese? ¿De qué tanto se estaban riendo?

Bajé al vuelo a sólo unos metros de ellos, ni siquiera notaron mi presencia. No dejaban de reírse, parecían dos imbéciles.

—¡Bulma!

—¿Vegeta, qué pasa?

—Necesito más robots. Los otros no resistieron.

Te Necesito [Vegebul (Vegeta X Bulma)]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora