XIII. La evolución del embarazo

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Bulma

Lo que más me molestaba era que Vegeta tenía razón. Estar embarazada de un sayayin era un infierno, comía tres veces más de lo normal, no paraba de recibir golpes en todos mis órganos y ese niño había heredado la ira de su padre y parecía estar contagiándome.

No paraba de gritar, llorar y comer. Parecía una vaca. Maldita sea, quería volver a ser tan bonita y atractiva como antes; después de pensar eso me sentía como idiota ya que estaba, de alguna retorcida forma, despreciando a mi bebé.

Él ya tenía suficiente con  Vegeta estando a miles de kilómetros sintiéndose como una mierda pensando que jamás podría ser un buen padre.

Los primeros dos meses de su partida fueron horripilantes, no dejaba de reprocharme cada una de las cosas que había dicho. ¿Había sido muy duro lo que dijo? ¿Me equivoqué?

—Tal vez fui muy dura con él, mamá.

—Todo lo que se dijeron eran cosas que debían decirse desde hace mucho tiempo. —Bonnie acariciaba mi panza en ese momento. —Ambos fueron duros pero pusieron las cartas sobre la mesa.

—Sí, pero...

—Nada, querida. Es suficiente de reproches. No debes estar triste para cuando él vuelva.

—Él no volverá, ya deja de decir eso.

—Sí, lo hará. Yo lo sé. —Se levantó de la cama para llevarse la bandeja de comida.

—¿Cómo puedes decirlo? No lo conoces, ni siquiera yo lo conozco tanto como... ¡Nadie! ¡No hay nadie en este ni ninguna otra galaxia que conozca a Vegeta! Ese hombre tan terco y orgulloso no se deja entrever por nadie.

—Excepto por ti por lo que sabemos.

Me puse la almohada sobre la cara y grité hasta que mi garganta dolió. Yo quería que volviera, lo quería junto a mí en todo ese proceso pero sabía que no lo haría, él tenía un objetivo: convertirse en super Sayayin, y yo solo era un obstáculo.

Una distracción.

Unas semanas después cuando cumplí cuatro meses de embarazo fui al médico donde intentaría revelar el sexo del bebé.

Movía los pies con nerviosismo, mi madre no dejaba de parlotear con las otras mujeres y recordando cosas de cuando yo era un feto en su vientre. Era de lo más vergonzoso pero no me atrevía a decir nada al respecto, ella se había portado tan bien conmigo desde que se enteró (confirmó) mi relación con Vegeta y se enteró del bebé.

Toda esa experiencia me ha la ayudado a darme cuenta que por años había estado siendo una cretina con mi madre. Solía desesperarme por su comportamiento pero al menos había alguien que siempre intentaba ver el lado bueno de las cosas, alguien en quien podías confiar para distraerte en las peores situaciones aunque muchas veces solía ser más desesperante que otra cosa.

—Bulma Brief. Su turno, pase por favor.

Odiaba ese maldito consultorio, lo odiaba con toda mi alma. Ver a todas esas parejas felices me provocaba náuseas y la sonriente doctora que no dejaba de preguntarme por el padre de la criatura.

Tal vez cometí un error al decir que Vegeta estaba de viaje, cosa que no era falsa pero decir que estaba muerto me hubiese puesto las cosas más fáciles, al menos me ahorraría la preguntadera.

—¡Hola, sra. Brief! —Joder, ahora todos tendrían que llamarme señora solo por ser una madre, que asco. ¿Qué había de malo con Bulma? ¡Ese era mí nombre! —¿Cómo amaneció nuestro bebé favorito?

Te Necesito [Vegebul (Vegeta X Bulma)]Where stories live. Discover now