III. Rutina

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Bulma

Vegeta solía irse por días a entrenar en las montañas, realmente no sabía si volvía a la corporación o si solo acampaba hasta caer rendido y mal herido. Al final, siempre volvía.

Una noche estaba dibujando correcciones a unos planos que me habían entregado el equipo de ingenieros cuando él regresó.

—¡Óyeme, mira quién a vuelto! Eres un grosero por no decirme a dónde vas.

—¿Y por qué haría tal cosa? Tú no eres nadie, mujer terrícola.

—Disculpa, pero soy yo quien te da asilo. Me parece correcto que al menos me digas si vas a volver.

—¡Claro que lo haré!

—¡No me grites! —Avanzó hacia mí de forma amenazante, mantuve mi posición sin mover un músculo. El temperamento de Vegeta era tan imprecible que capaz y acababa muerta. En su camino choco con la mesa derribando un marco que se hizo trizas. —Yamcha.

Ese nombre se sentía mal en mis labios. Hace mucho tiempo que no pensaba en él, sabía que lo podíamos revivir pero el hecho de que no me importara tanto como creía me molestaba.

—Ese es uno de los insectos que murió…

—¿Por tu culpa? —Lo interrumpí. —Sí, es Yamcha. —Me aparte de Vegeta para recoger el marco. —Espero que podamos traerlo de vuelta pronto.

—No suenas alegre por eso.

—¡Claro que estoy alegre, imbécil! Es solo que… —negué con la cabeza y fui a sentarme al sofá, no quería hablar de mis problemas con alguien cómo Vegeta. —No importa. Veamos televisión.

No pensé que fuese a hacerme caso. Pero después de verme cambiar de canal por unos minutos Vegeta se sentó al otro lado del mueble, lo más lejos posible de mí. Su uniforme ya estaba muy agujereado, prácticamente inservible y en uno de sus brazos estaba completamente rasgado. Al mirarlo por el rabillo del ojo, no pude evitar notar como al flexionar el brazo su músculo se tensaba de una forma curiosa.

Aparte la mirada levemente sonrojada al darme cuenta de lo que estaba haciendo, detallar de esa forma a Vegeta estaba mal. Era grosero de mi parte, lo que pasa es que cuando tienes a un tipo así de musculoso sentado junto a ti... Pues, una debe de recrear su vista.

—¿Qué quieres ver? —Como no me respondió decidí dejar una comedia. Yo me reía como histérica en las mejores escenas pero del cuerpo de Vegeta no salía ni un solo ruido, sin embargo veía la televisión con mucha concentración. —¿Te gustó? —Le pregunté cuando la película terminó.

—No. Esos humanos son patéticos.

Se puso de pie y se marchó. No me importaban sus comentarios, yo había disfrutado de la película y estaba bien con ello. Unas horas después fui a dormir.

Por la mañana me encontré a Vegeta comiendo en la cocina, no me habló mucho pero eso era normal. Luego se fue diciendo que iba a entrenar, lo hizo en el patio. No desapareció en las montañas como solía hacerlo. Tarde un par de horas en notar que apesar de su enfado la noche anterior, me había tomado la palabra y me había avisado sobre dónde estaría.

Volvió al caer el sol, se fue directo a su habitación y apareció en la cocina una hora después hurgando en la nevera algo para comer.

—Te deje la cena en la parte de abajo. —Le dije sin voltearme a mirarlo, por el reflejo de la televisión podía ver qué él sí me estaba viendo a mí con un leve gesto de sorpresa. —No haz dejado de usar ese uniforme, si quieres puedo comprarte ropa.

Te Necesito [Vegebul (Vegeta X Bulma)]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora