XIV. Un mensaje

977 87 2
                                    

Vegeta

Debía volver, tenía que hacerlo. Quería ver a Bulma, quería saber cómo le estaba llendo con el embarazo. Sería difícil, no lo sabía a ciencia cierta pero sí recordaba a muchas mujeres sayayin muriendo en los partos por la increíble me fuerza de los niños. Ella no tenía que morir, merecía tener una vida larga y feliz; de lo contrario que rayos importaba la pelea contra los androides.

Solo debía incrementar mi entrenamiento, ya casi había conseguido transformarme en super sayayin. Había logrado tener varios destellos dorados, podía sentir el poder acumulándose en mis venas apunto de estallar. El estallido no llegaba nunca.

—¡Maldita sea, a este paso nunca saldré de este horrible planeta!

Me subí a la nave para una comida rápida. Mi aspecto no era el más adecuado para la cena, tenía muchos cortes y raspones con sangre seca, las ojeras marcadas. Podían notar mi cansancio desde la Tierra si ese fuera el caso.

Al salir de la Tierra el padre de Bulma me había dado un paquete que no había abierto por miedo de lo que había en el interior. Había visto su expresión, estaba enojado y no podía culparlo. Yo era el idiota que había dejado embarazada a su hija y se iba al espacio para evadir sus responsabilidades.

No me importaba el viejo en lo más mínimo pero me había encariñado con Bulma y sabía que sí me quedaba cerca solo empeoraría su absurdo enamoramiento por mí; ella no podría evitar involucrarme en la vida de su hijo, llegaría un punto donde dejaría de ser suyo y se convertiría en nuestro. No podía permitir tal cosa, las personas como yo no tenían familias ni hogares. Así de sencillo.

El paquete estaba frente a mí sobre la consola. Iba envuelto en un insulso papel marrón, tal vez sería una bomba que estallaría en el preciso momento en que lo toque.

—Al diablo.

Rompí el papel y saqué la caja blanca que venía en el interior. Estaba llena de fotografías y un estuche de terciopelo negro.

Lo necesitarás. Rezaba en la nota que había dejado junto a las fotos.

Todas eran impresiones de los vídeos de seguridad. En la mayoría apareciamos Bulma y yo en áreas comunes como el jardín o las secciones de la casa que pertenecía a sus padres. Ella siempre riendo y viéndome con esa expresión de encariñamiento que me aterraba.

La mejor de todas era una donde estábamos en la sala principal tirados en el sofá mientras veíamos una película. No recordaba que me había dicho pero yo me veía furioso y ella estaba riéndose de mí. En la siguiente aparecía mucho más cerca y dándome un beso en la mejilla.

Mi cara demostraba que era un tonto, parecía sorprendido y avergonzado. Tenía las mejillas rojas, maldita sea, en ese momento me juré que mataría a ese viejo en cuanto volviera.

Me fui a entrenar sin detenerme a revisar el estuche de terciopelo. Seguro sería otra cursilería, mientras entrenaba me recordé que al volver a la Corporación debía evitar estar cerca de los padres de Bulma y sus miles de cámaras de seguridad.

Estaba enfadado y se incrementaba por la renovada presencia de Bulma en mi cabeza, debía sacarla de ahí antes de que terminara de hacerme daño. Me mataría si no lograba concentrarme en lo que era importante.

—¿Vegeta, estás ahí?

El destello dorado apreció solo por unos cuantos segundos, desapareció al escuchar la voz de Bulma. Me estaba volviendo así de loco, escuchándola como si estuviese junto a mí.

—¡Vegeta, por favor!

Mierda, eso no lo imaginé. Entré de nuevo a la nave. La imagen de Bulma estaba flotando sobre la pantalla, levantó una mano e hizo un gesto a modo de saludo.

Te Necesito [Vegebul (Vegeta X Bulma)]Where stories live. Discover now