𝐑𝐞𝐚𝐥𝐢𝐳𝐚𝐜𝐢𝐨́𝐧. 𝟏.𝟐

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Timothée Chalamet's POV.

Seguí a Brooklyn por la habitación mientras era arrastrada por una chica asiática, algo raro ya que ellas no parecían amigas. Al llegar al rincón de la sala Kelsey se puso delante de Brook, impidiéndonos ver lo que había a sus espaldas. Brooklyn la hizo a un lado dándome una clara visión de lo que tan desesperadamente no sabía que necesitaba ver. Mis ojos casi se salieron de sus órbitas al ver a Nate y una chica morena besándose. Al principio no sabía quién era pero cuando alcancé a ver su rostro al instante la reconocí, era la chica que estaba en su coche ese día en Starbucks, la amiga de Brooklyn. 

Me tomó un minuto para mirar a Brooke. Las lágrimas cayendo por sus mejillas y su boca estaba abierta como si acabara de ver al monstruo de sus pesadillas. 

—¿Qué demonios?— gritó, admiré su capacidad de maldecir en circunstancias como esta. 

La pareja rompió el contacto y la miraron desconcertados. —Bella yo...— trato de hablar. 

—No.— gruñó levantando su dedo índice. Fue suficiente para que él cerrara su estúpida boca y la dejara en paz. Me tomó toda la fuerza de voluntad para no romper su maldita cara allí mismo, pero el hecho de que Brooklyn corrió fuera de la habitación me distrajo y la seguí. Kelsey comenzó a regañarlos y Nate parecía afligido, la perra estaba triunfante. Negué y corrí tras de Brooklyn. Ella había salido a una de las inmensas terrazas del edificio. 

—¡Brooklyn! ¡Brook! Para.— la llamé hasta que se detuvo. Se hundió en el suelo llorando a lágrima viva. 

—No, no, ven aquí.— la puse de nuevo de pie para que su vestido no se ensuciara. Apuesto a que en cualquier otra situación se preocuparía por eso. 

—La tuve entre mis brazos por un momento, sin saber lo que debía hacer exactamente, así que sólo le acaricié la espalda de manera suave, esperando que se calmara. Cuando ella dejo de llorar, me miró. Le sequé las mejillas manchadas de lágrimas con mis pulgares. Me hizo sentir mal verla llorar por un idiota que no valía la pena. 

Sorbió en silencio y me llevó a un banco que estaba a unos metros de distancia de nosotros. Se sentó y me abrazó. 

—¿Tienes frío? Deberíamos volver a entrar.— señalé con el pulgar hacía atrás las puertas de cristal refiriéndome a la sala de fiestas. ¿Qué se supone que debía hacer en una situación como esta? No tengo ni idea. 

—No, yo no quiero volver allí.— corrió sus dedos por su pelo largo enderezándolo. El viento soplaba contra la falda de su vestido claro, un color que se adapta a su tono de piel. Ella se veía hermosa, aunque dudaba de la comodidad de los tacones de color dorado. Incluso con ellos todavía era más baja que yo y por alguna razón eso me gustó.

—No pienses en ello, él es un idiota que no merece tus lágrimas. Eres demasiado buena para él princesa. — me sorprendió cuán sincero salió mi voz y la hice romper en una pequeña sonrisa. 

—¿De verdad lo crees?— preguntó, a través de sus largas pestañas que milagrosamente habían sobrevivido al mar de lágrimas, mordiéndose el labio. Asentí con la cabeza para tranquilizarla. Asentí para tranquilizarla. 

—Si. Él no sabe lo que está perdiendo— metí mechones de cabello tras su oreja.

—Gracias Timothée.— consiguió una pequeña sonrisa de esperanza. —En realidad no es el hecho de que él me engañó porque de alguna manera yo he hecho lo mismo. Es el hecho de que lo hizo en mi fiesta de cumpleaños, con una de las que creía mis mejores amigas  delante de todos. Me ha humillado. — sacudió la cabeza con tristeza para no sollozar de nuevo. En cambio, la ira brilló en sus ojos marrones y por un momento temí lo que podía hacer. 

Bronx - Timothée Chalamet (ADAPTADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora