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Los días en Ibiza se agotan y con ello llega la vuelta a Barcelona. No es mal sitio al que volver, desde luego. Si por mi fuera, me pasaría la vida volviendo a Barcelona. Haciendo balance de lo vivido mientras deshago la maleta, le daría a estas vacaciones un 10/10. Quiero decir, tampoco se puede pedir más, ¿no? Tiempo de calidad con mis chicas, fiesta, caras nuevas, desconexión, Ibiza (que ya es un 10 de por sí) y, sí, tenemos que hablar de Pedri. No está mal volver de Ibiza con novio cuando este se encuentra a miles y miles de kilómetros jugando al fútbol. Not bad, como se diría. Es nombrarle en mis pensamientos y ya estoy sonriendo. Hablé con él solo hace unos minutos para desearle suerte y ya me muero por volver a escuchar su voz aunque sea en una entrevista a pie de campo y a través del televisor. Mi chiquitín estaba más nervioso que en otras ocasiones, no es para menos. Sin embargo, mi magistral forma de dar la vuelta a las situaciones y mi fina ironía han terminado por tranquilizarle. ¿Qué puedo decir? Soy maravillosa y hacemos un gran equipo.
Suena el timbre de casa sacándome de mis pensamientos y escucho a Ali gritar y correr como una loca hacia la puerta. Niego con la cabeza y dejo lo que estaba haciendo para imitar a mi amiga. Viene Ansu a recogernos para ir a casa de Riqui a ver la final. Porque sí, nuestro chiquitín número 2 ha aprovechado su verano en Barcelona no solo para resurgir de su lesión sino también para sacarse el carnet de conducir. Se me hace mayor y me he perdido su infancia. Río sola por mi propia broma y cojo el bolso.

-¡Chiquitito!- grito lanzándome a sus brazos en cuanto llego a la entrada del piso donde está esperándonos.
-Le voy a contar a Pedri que ahora el chiquitito soy yo.- le doy una colleja y él se ríe.- Tranquila, es tu novio así que mejor se lo cuentas tú.
-Novio.- hace énfasis Ali.- No lo asimilo aún. Estoy tan contenta.- dice dando palmitas y yo pongo los ojos en blanco.

Se ponen a parlotear sobre mi recién estrenado noviazgo y a hacerme bromas del estilo de "¿vas a babear mucho ahora? para ponerte un cubo o algo" durante el trayecto mientras yo en el asiento de atrás me dedico a mirar las redes sociales. Leo muy buenos comentarios sobre Pedri de cara al partido en Twitter y otros tantos dirigidos a mi en Instagram pidiéndome que le transmita la confianza depositada en él, y que no duden que lo haré.

-Oye, pues ni tan mal eh. No nos hemos chocado ni nada; estoy orgullosa.- le digo a Ansu bajándome del coche.

Va a replicar pero al momento sale Riqui por la puerta y me estruja entre sus brazos. Cómo echaba de menos a este ser humano.

-Si si; aprieta. A ver si la estrangulas.- replica, ahora si, Ansu.
-Qué rencoroso...- respondo sacándole la lengua.

Entramos y me abalanzo sobre Joan, otro al que echaba demasiado de menos.

-¿Te has puesto la camiseta de Pedri por superstición o solo para ponerle cachondo? ¿Le envías fotos guarras?- suelta Joan y me falta poco para darle una patada voladora. No lo hago porque soy una persona civilizada y porque en el fondo me ha hecho gracia el muy desgraciado.

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Ver a Pedri exhausto tras darlo todo de sí a lo largo de la temporada y a la vez destruído por la derrota me rompe el corazón de una forma que no sabía que podía llegar a pasar. Se me coge un nudo en el pecho solo de pensar en que no puedo abrazarle. Conseguir la plata está muy bien, claro que sí, pero a ver quién se lo hace entender a mi niño. Conociéndole, tardará en comprenderlo. Es muy competitivo y muy cabezota, en su cabeza no existía la posibilidad de no ganar esta final.
Vuelve a aparecer su rostro en la pantalla durante la entrega de medallas y, aunque intenta disimularlo, se le nota que sigue mal. Y yo daría cualquier cosa por verle ahora mismo una de sus sonrisas que me dejan sin palabras.
Nos quedamos a comer en casa de Riqui que ha encargado un par de pizzas e intento evadirme un poco, pero la realidad es que estoy preocupada y ansiosa por hablar con mi chiquitín. Como si el universo hubiese oído mis plegarias, mi móvil vibra encima de la mesa y su nombre aparece en la pantalla. Lo cojo y me salgo al jardín indicándoles a mis amigos que luego volveré para que puedan hablar con él pero que primero quiero tantear el terreno y, sobre todo, tener un momento de privacidad.

-Gordito...- susurro descolgando.
-Hola guapa.- contesta y su voz suena algo menos triste de lo que esperaba.
-¿Cómo de triste y enfadado estás?- esa soy yo, tanteando el terreno directamente.
-Bueno... me parece todo una mierda ahora mismo. Me he vaciado, te lo juro. Pero no ha sido suficiente.
-Sí que ha sido suficiente, Pedri.- le corrijo.
-Pf, no lo parece...- bufa.
-A nivel individual, te has salido. A nivel colectivo, tú más que nadie tienes que saber que no siempre se gana en el fútbol. Si te consuela, todo el mundo te ve como un ganador.- intento animarle.
-Lo único que me importa ahora mismo es cómo me ves tú.
-Pues guapísimo, como siempre. ¡Hasta triste y con cara de pedir 3 bombonas de oxígeno! ¿Cómo lo haces, asqueroso?- digo y provoco su risa. Mini punto que me apunto.
-Dios, cuántas ganas tengo de verte. Dos días más se me van a hacer un mundo. ¿Crees que conseguiremos que nos dejen estar solos?
-¿Cómo de factible ves que te secuestre en mi habitación y no dejemos salir ni entrar a nadie?- bromeo.
-¿Ya quieres llevarme a la cama y no dejarme salir? No sabía que era tan bueno...- me devuelve la broma y me encanta haberle hecho pasar del pesimismo a esto.
-Bueno... normalito.- le pico.
-Dame 4 días a solas contigo en esa habitación.
-No se si podré mantener a Ali alejada tanto tiempo, lo siento. No vas a poder demostrar tus dotes.-continuo con la broma.
-Pues nos vamos a otro sitio. Donde tú quieras. Pero a ser posible que no haya que coger avión, que pienso en el viaje que me queda ahora hasta llegar mañana a Madrid y se me quitan las ganas de casi todo.- se queja pero aún así hace énfasis en el "casi", siguiendo con el tono sexual que estaba adquiriendo la bromita.
-¿Me das 4 días para llevarte a donde yo quiera y tenerte solo para mi?- pregunto ilusionada.
-Correcto, punto para la señorita.- responde y río.
-Yo tengo clarísimo a dónde me iría contigo.
-A ver, dime. Menos mal que yo contigo me iría a cualquier parte...- se ríe y me quejo. Es tonto.
-Cadaqués. Es un pueblito de Girona precioso. Es que te va a encantar.
-No intentes convencerme, que antes de que lo propusieras yo ya te había dicho que sí. A todo.- dice y me explota el corazoncito de amor.
-Te voy a comer esa carita en cuanto te vea.- le escucho reírse al otro lado de la línea.- Oye gordi, voy para dentro y te dejo en manos libres con estos, ¿vale? Tenían muchas ganas de hablar contigo. Y luego ya cuando estés tranquilo en el avión yo rompo tu tranquilidad enviándote pisos a ver en cual quieres que nos quedemos.
-Vale, a todo. Antes de que me pongas en manos libres, espero que sepas que voy a estar 4 días besándote sin parar.

Ahí está: una vez más hace que me flaqueen las piernas con solo una frase. Es increíble el efecto que tiene en mi, y él encantado. Vuelvo dentro de la casa y dejo el móvil encima de la mesa para que mis amigos puedan hablar tranquilamente con Pedri. Si os digo la verdad, ni siquiera estoy prestando atención a la conversación. Estoy solo pensando en la suerte que tengo por haber encontrado a alguien como él y que el sentimiento sea recíproco. ¿Cuántas veces en la vida se siente una conexión así?

-¡Luego hablamos, gordi!- dice tras despedirse del resto.
-Gracias por dejarme sola ante el peligro que son estos riéndose de mi, guapo.- le digo y suelta una carcajada.- Hasta luego, chiquitín.

No necesitan decir nada, con la cara con la que me miran mis amigos en estos momentos ya lo dicen todo: están más ilusionados con esta relación que yo, y mira que eso es difícil.

meu amor - pedri gonzález Where stories live. Discover now