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Desde que caemos en la cama, lejos de estar relajada estoy extrañamente tensa. Tan segura de todo que me creía, estoy de los nervios por tener a mi lado a un niño de 18 años.

-¿De verdad te vas a tapar?- me pregunta mientras cojo la sábana y asiento.
-Ya me pedirás sábana a lo largo de la noche y te diré que no.- se ríe y sonrío instantáneamente.- Como para decirle que no a esa carita por favor...- susurro.
-Ya somos dos que nunca le dirían que no al otro.- responde y los nervios que creía disipados vuelven.
-Entonces no tendrás ningún problema en que te eche la pierna por encima, ¿no?- digo tratando de ocultar mis nervios con algo tan normal en mi como dormir molestando al de al lado.

Sin recibir ninguna otra respuesta de su parte, me coge la pierna y la pone por encima de su cuerpo. Sonrío y él hace lo mismo. Trato de no pegar demasiado su rostro al mío y, sobre todo, de que no se percate de que estoy prácticamente temblando. Pero, si se ha dado cuenta, lo ignora, ya que se acerca a mi y comienza a jugar con mi pelo. Comienza a intercalar las caricias con besos en mi sien y mi cuerpo se relaja completamente, al contrario que mi mente, que sigue a mil por hora.

-¿Cuánto cuesta disponer de estos servicios toda la vida? Así me duermo yo a los 5 minutos y se acaba mi insomnio.- trato de poner una nota de humor al momento porque siento que la situación se me va de las manos.

En respuesta, él ríe en mi oído y me da un último beso para luego susurrarme un "buenas noches, guapa".

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Soy una persona muy poco mañanera y mi humor deja mucho que desear en cuanto abro los ojos, pero despertar prácticamente encima de Pedri cambia la percepción de la vida. Con la cabeza en su pecho, subo mi mirada para ver si sigue durmiendo. Inmediatamente abre los ojos y sonríe mientras me aprieta más contra su cuerpo. Vuelvo a enterrar la cara en su pecho y noto como ríe.

-Qué bien hueles.- digo aún con la cabeza en su pecho.
-Qué guapa eres.- contesta y le miro mal.

La conversación dura poco más, gracias al universo, porque Joan y Ali hacen acto de presencia en el camarote. Se unen a nosotros en la cama y se quejan de la mala noche que han pasado.

-Habéis sido los más listos, desde luego.- dice mi amiga refiriéndose a Pedri y a mi.
-La verdad. Algunos muy muy listos.- se burla Joan y Pedri le tira una almohada.
-Tranquilos que esta noche dormimos en mi casa.- aviso.
-Anda, chaval. Se te acabó el camarote.- suelta Joan, recibiendo esta vez una colleja por parte de Pedri. No tiene vergüenza y se las busca él solito y yo contenta de que le den su merecido.

Miro a Ali que está prácticamente explotando de amor por la escena que se ha encontrado de los dos abrazados y, como sabe que sí comenta algo delante de Pedri la mato, está a punto de explotar.
Salimos a cubierta a desayunar con Riqui y Ansu y pasamos la mañana tomando el sol y jugando a las cartas.
Sobre el mediodía llega mi padre con una paella gigante para que comamos y es Pedri quien viene a ayudarme a recogerla tras la negativa de todo el grupo a moverse. Menuda panda de flojos.

-Graciès, chiquitín.- digo besando la mejilla de Pedri cuando soltamos la paella en la mesa.

Cuando voy a apartarme me pega más aún a su cuerpo y me da un abrazo hundiendo su cara en mi cuello. Por ahí no, por favor. Soy débil. Todo eso lo pienso, pero no lo pido porque en realidad creo que quiero. Sin previo aviso me suelta y me da un toquecito en la nariz.
Después de comer recogemos todo lo que tenemos desperdigado por el barco ya que por la tarde nos mudamos a mi casa. Es lo más cómodo ya que hemos quedado para cenar con mis amigos y luego ir a una discoteca. Para facilitar nuestra estancia, mis padres se quedarán esta noche en el hotel, por lo que tendremos la casa para nosotros solos.
Una vez hechas las maletas, aprovechamos la tarde para seguir tomando el sol y bañarnos en el mar.
A esto de las 7 de la tarde, me salgo del agua junto con Riqui y Ansu, que éramos los últimos supervivientes. Odio tener sal en la piel por lo que me enjuago en la ducha exterior del barco. Pedri está tomando el sol con Joan y Ali, los cuales hablan animadamente sobre algo que el primero ni siquiera alcanza a oír porque está completamente pendiente de mi. Le saco la lengua y viene hacia donde estoy.

-¿Te quieres duchar tú también?
-¿Contigo?- pregunta riéndose inocentemente.
-Lo máximo que puedo ofrecerte es ducharte como a un Nenuco.- me mira mal y me río echándole agua por la cabeza.

Remuevo su pelo con la mano que tengo libre y él cierra los ojos ante mi tacto. Le ordeno que se de la vuelta y esparzo agua por su espalda mientras paso mi mano. Vuelve a quedar frente a mi y le veo sonreírme, ha conseguido su objetivo de ducharnos juntos supongo. La tensión sexual se puede cortar con una tijera y entonces mi yo imbecil decide romper el momento.

-¡Mira, Ali!- llano la atención de mi amiga, como si hiciera falta y no llevase pendiente nuestra todo este tiempo.- ¡Su primer baño!

Ali suelta una carcajada y Joan también se parte. Pedri intenta no reírse pero falla, aunque se va de mi lado. Apago el agua y me voy detrás de él y le abrazo por la espalda.

-Qué harto me tienes...- dice negando con la cabeza mientras le abrazo por la espalda.
-¿Eso es lo único que tienes que decir tras nuestra primera ducha juntos?- pregunto y al momento me arrepiento. Primera. ¿Soy tonta?

Se da la vuelta sonriendo ampliamente. Le ha dado esperanzas ese comentario. Y en el fondo me alegro.
Le guiño un ojo y me voy a ir pero antes me retiene por la cintura y deja un beso en mi hombro.
Me va a volver loca y eso es un hecho.

meu amor - pedri gonzález Donde viven las historias. Descúbrelo ahora