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El terraceo es una pasión y es la mía, eso está claro. Pero la compañía he de decir que hace mucho. Estar en una terraza en Barcelona tomándote un cocktail con tus amigos no tiene precio. Si encima tienes a Pedri en frente, mejor. Mi chiquitín es el centro de atención tras el europeo que se ha marcado y yo no puedo estar más feliz por él. Cada vez que le veo reírse a carcajadas por cualquier broma o comentario de Ali o Joan me da años de vida. Yo, por mi parte, de verdad que trato de estar atenta a lo que me está enseñando en el móvil Riqui, pero en cuanto escucho la risa de Pedri mis ojos van directos hacia él. Como si estuviéramos conectados, él siempre sabe cuando le estoy mirando y, por supuesto, siempre tiene una sonrisa o un guiño de ojo que regalarme. De hecho, por eso mismo se percata de que Riqui hace el gesto de limpiarme la baba y mi chiquitín se ríe de mi. Amenazo a Riqui e intento volver a ser la persona que era antes de que una obsesión llamada Pedri González asaltara todos mis pensamientos.
Pasamos todo el resto de la tarde disfrutando de la compañía unos de los otros hasta que llega la hora de cenar y nos movemos a un restaurante que está a unos 10 minutos andando. Solo Riqui ha estado en él y eso ya es motivo de desconfianza, por eso pasamos todo el camino picándole. A Joan y a mi nos apasiona picarle con esas tonterías y hacerle enfadar. Por su parte, Ali y Pedri van hablando de algo que al canario le hace reír bastante pero que mi amiga está tratando de que se tome en serio. Prefiero no saberlo viniendo de ella.
Entramos al restaurante y nos dirigen hacia nuestra mesa. Un par de niños paran a Riqui y Pedri pidiéndoles una foto, así que nosotros 3 decidimos seguir al camarero y nos sentamos.

-Te dejo aquí al lado el hueco para Pedri, que te lo he robado todo el camino y ya le echarás de menos.- dice Ali y le saco la lengua.

Al momento los dos futbolistas de élite se unen a nosotros y mi chiquitín ocupa el sitio de mi lado. Nada más sentarse se inclina hacia mi y deja un beso en mi mejilla, dejando un rato sus labios pegados a mi piel. Sonrío y él me imita. Se echa hacia detrás y deja su brazo en el respaldo de mi silla, aprovechando para jugar con un mechón de mi pelo suelto mientras nos unimos a la conversación del resto. Nos traen las bebidas y las cartas y compartimos una para los dos. Mientras la leemos nuestros rostros están tan cerca que no puedo evitar tener ganas de comérmelo a besos ahí mismo.

-Creo que no me gusta nada de pescado.- digo mientras miramos la carta. El resto están a lo suyo y solo me oye Pedri.
-A mi me gustas tú.- suelta y le aparto la mirada ruborizada. No me acostumbro.- Te como.- dice riéndose y dejando un mechón de mi flequillo por detrás de mi oreja.
-Para, que me pones nerviosa.- me quejo con voz de niña pequeña y me atrae hacia el para dejar un beso en mi sien.

Trato de volver a concentrarme en la carta y al final elegimos cada uno nuestro plato. Cenamos todos entre risas y pienso que no puedo estar más feliz. Al menos hasta que llega la hora del postre y Pedri me ofrece compartir el típico postre simple que solo me gusta a mi y nunca nadie quiere compartir conmigo. Ahí es cuando pienso que por fin he encontrado a la persona indicada. Con la efusividad que me caracteriza en ocasiones, le abrazo en cuanto lo pedimos al camarero y dejo un beso muy cerca de su comisura. Yo misma me sorprendo y me pongo demasiado roja mientras escucho las bromas de mis amigos, que no se han hecho esperar. Me escondo en el hombro de Pedri y trato de pasar el chaparrón aspirando su perfume.
No alargamos mucho más la cena porque Pedri mañana coge el avión a las 10 de la mañana para aprovechar el tiempo con su familia antes de que nosotros lleguemos y tenga que cargar con nuestra presencia. Además, conociéndole no tendrá ni la maleta terminada aún. Joan y él se irán en el coche del catalán y Riqui se encargará de acercarnos a casa a Ali y a mi. Cuando llegamos a los coches, mi chiquitín se despide con un típico abrazo de colegas de mis dos amigos, con un abrazo entre bromas con Ali y con un abrazo mucho más largo conmigo. Durante ese abrazo, como siempre, se encarga de dejar besos por mi cuello que me hacen estremecerme. Le recuerdo que nos vemos en solo dos días y coge mi cara entre sus manos para dejar un beso en mi frente mientras yo sonrío embelesada.
Durante el trayecto en coche mis dos amigos se encargan de comentar cómo de cuquis somos Pedri y yo, cuánto sabían que esto iba a acabar así y demás. En otro momento de mi vida estaría riñéndoles porque estas cosas, en general, me dan vergüenza. Pero ahora mismo estoy bastante ensimismada en una conversación por whatsapp con Pedri. Mi chiquitín es un hombre con una misión: que me vaya a dormir con él. Usa todo tipo de chantajes, entre ellos que está solito en casa, que tiene una cama muy grande, que necesita ayuda con la maleta, que le debo una visita sorpresa a casa y, personalmente mi favorita, que se muere de ganas por volver a besarme.
Nada más poner un pie en casa Ali me pregunta qué tanto miro el móvil. Le hago un resumen y su respuesta es muy clara "a qué esperas, vete".

-No se, Ali. Tampoco quiero estar todo el día encima suya.
-Pues ponte debajo. Será por posturas...- responde mi amiga y me arranca una carcajada.
-¡Idiota! Me refiero a que nos vemos en dos días, no puedo ser tan dramática como para no poder aguantar ni una noche sin asaltar su casa.- explico mi postura y a mi amiga sigue sin parecerle un drama relevante.
-Eso es una gilipollez.- se acerca al mueble de la entrada y me lanza las llaves de mi coche.- Venga, vete. Llévalo mañana al aeropuerto y de vuelta a casa traes churros. ¡Te quiero!- dice a toda velocidad dándome un beso en la mejilla y se pierde pasillo arriba hacia su habitación.

Me quedo perpleja hasta que arranco a reírme. Miro el móvil y lo último que he recibido es un mensaje de Pedri que dice que no piensa dormirse hasta que no vaya. Decido no contestar e ir de sorpresa así que, antes de ser consciente, ya estoy arrancando el coche. Al llegar a su casa le llamo por teléfono.

-No voy a escuchar ningún tipo de excusa para no venir a dormir conmigo. Habla con mi contestador después de la señal.- bromea y suelto una carcajada.
-Entonces no te interesará saber que estoy en la puerta y necesito que abras para meter el coche, ¿no?

Cuelga sin contestarme y sonrío. Al momento se abre la puerta y meto el coche en el garaje. Antes de quitar el contacto Pedri ya ha abierto la puerta del coche esperando a que me baje. Y de hecho en cuanto lo hago me atrae por la cintura hacia su cuerpo y aprovecha para besarme. Yo me dejo hacer y disfruto de sus besos hasta que decidimos entrar en casa y vamos hacia su habitación.

-Aviso que vengo con lo puesto. Dame algo que sirva de pijama y que no lleve el escudo del barça.- se ríe ante la última condición y me tira una camiseta blanca normal y corriente a la cara.- Qué rencoroso... Menos mal que lo guapo compensa.- digo cogiendo su cara entre mis manos y dejando un beso casto en sus labios.

Me voy al baño a cambiarme y dejo mi ropa en una percha que encuentro. Me coloco la camiseta y sonrío en cuanto me percato de que huelo a él. Salgo de nuevo hacia la habitación y lo veo poniendo unas camisetas en su maleta. En cuanto se percata de mi presencia se gira a mirarme, sonríe y deja lo que está haciendo para venir a besarme. Me río sobre sus labios y me engancho de su cuello.

-¡Bueno, venga! Que yo he venido aquí a ayudarte a hacer la maleta.- digo separándome de él y dirigiéndome a la maleta que tiene encima de la cama, no sin antes recibir un golpe en el culo por su parte. Le encanta hacer eso y me encanta, para qué mentir.

meu amor - pedri gonzález Where stories live. Discover now