17

4.1K 112 6
                                    

Tras la cena volvemos a casa de los González para recoger la maleta de Pedri y el coche y dirigirnos al apartamento que hemos alquilado en Puerto de la Cruz. Rosy ha insistido innumerables veces en que es muy tarde para irnos y que si nos apretábamos cabíamos en su casa para pasar la noche, pero finalmente su hijito pequeño ha conseguido convencerla de lo contrario. Normal, quién podría decir que no a la sonrisa de Pedri cuando quiere algo.
Nos montamos en el coche tras las pertinentes despedidas, excepto de Fer que se unirá más adelante a nosotros. Esta vez no me libro y me toca a mi conducir. La parte buena es que mi copiloto será mi chiquitín y no Riqui y sus indicaciones absolutamente inservibles. La mala, que llevar a los otros 3 detrás juntos es peor que viajar con niños pequeños.

-Tengan cuidadito. No corras, hija.- pide Rosy apoyada en mi ventanilla y asiento sonriendo.

Pedri la saluda con la mano y cuando se incorpora Rosy arranco y me despido también con un gesto. El trayecto no dura más de media hora y la verdad que ha sido relativamente fácil. Mi chiquitín tampoco es un gran intérprete del gps, pero el listón de Riqui está demasiado bajo. Los otros 3 no se han portado demasiado mal, simplemente han montado una performance con cada tema que sonaba en mi lista de spotify. También he de resaltar que viajar con Pedri es un gusto. Mirar hacia el lado y que siempre esté con una sonrisa es maravilloso, pero la tranquilidad que aporta que se pase todo el tiempo jugando con mechones sueltos de mi pelo es otro rollo. Me hace sentir en paz y, a la vez, como que siempre está pendiente a mi.
Cuando llegamos y entramos a la casa la recorremos de punta a punta. La verdad es que es incluso mejor de lo que la esperábamos. Hay 3 habitaciones y me alegra saber que todos dan por hecho que una tiene el nombre de Pedri y Paula. Por otra parte, en la habitación que tiene dos camas individuales se quedan mis 2 amigos y Ali se hace dueña de la otra habitación con cama de matrimonio.

-Vaya, cuando venga Fer le va a tocar dormir conmigo. Qué lastima...- dice Ali con una pena fingida. Se por donde va y voy a descuartizarla.
-¡Alicia!- le riño y causo la risa de todos.
-Mírala. Como no ha venido Ansu...- bromea Joan.
-Eso ya ha prescrito. ¡Supéralo!- contesta ella quitándole importancia. Es cierto que se han hecho muy amigos y esa aventura sexual prácticamente ha prescrito.
-Entonces, ¿quieres ser mi cuñada?- interviene Pedri riéndose. Lo que hacía falta, que le de bola a la otra loca.
-No, no. Era broma.- responde mi amiga y suspiro aliviada.

No es que no quiera que se tire a todo lo que se mueve, pero preferiría que dejase en paz al hermano del chico con el que pretendo tener algo. Obviamente ella sabe perfectamente mi opinión sobre esto porque hablamos absolutamente de cualquier tema. Pero ella es así, no puede evitar esas bromas.
Cuando miramos el reloj y vemos lo tarde que es nos dirigimos ya cada uno a su habitación. Dejo mi maleta en el suelo para abrirla y sacar el pijama hasta que me doy cuenta de que no lo he traído.

-Mierda. Sabía que algo se me olvidaba.- me quejo y Pedri me mira cuestionándome con la mirada qué me falta.- El pijama.- respondo.

No pasan mas de dos segundos cuando me tira una camiseta suya justo a la cara y no tengo tiempo de evitar que me de.

-¡Pedri!- le regaño y él simplemente se descojona.- Te iba a dar las gracias pero ya no, por tonto.- nada, el sigue riéndose.

Me voy al baño de la habitación con mi neceser y su camiseta en la mano y procedo a la peor parte de la rutina de noche: desmaquillarme. Estoy pasando el último algodón por mi cara para asegurarme que no queda ni un resto de maquillaje cuando Pedri hace acto de presencia en el baño. Viene simplemente con los calzoncillos puestos y deja un beso en mi hombro al pasar. Le dejo un lado y se pone a lavarse los dientes, cosa que yo ya he hecho, mientras yo termino de desmaquillarme.

-¿Te queda mucho?- me pregunta secándose la boca al terminar.
-Cambiarme de ropa.- contesto y se apoya en el lavabo como esperándome. Le miro con una ceja levantada y se ríe echando su cabeza hacia atrás.
-No ha colado.- chasquea su lengua.- Te espero en la cama.- me guiña el ojo.
-Qué propuesta tan irresistible.- bromeo mirándole de arriba a abajo.

Sonríe ante mi broma y vuelve tras los pocos pasos que había dado para irse solo para darme un beso casto en los labios. Me río negando la cabeza y, ahora si, me cambio a la camiseta que me ha prestado. Nada más ponérmela ya me percato de que huele a él y eso me encanta.
Salgo del baño y me encuentro la imagen de Pedri entre las sábanas blancas tocándose el pelo con una mano mientras que con la otra maneja su móvil, en el que está tan enfocado que ni se percata de mi presencia.

-Lo que yo decía, irresistible.- digo y mira en mi dirección.

Sonríe y deja el móvil en la mesita de noche abriendo sus brazos para que vaya hacia él. Y no dudo ni una milésima de segundo en hacerlo.
Como la noche anterior, pasamos un rato besándonos entre bromas. Sus manos se pierden por debajo de la camiseta que llevo puesta en innumerables ocasiones pero en ningún momento trata de ir más allá. Creo que nos entendemos bastante bien y ambos sabemos que no es el momento, aunque nos muramos de ganas. Aún así, sentir el tacto de sus manos recorriendo cada centímetro de mi piel es una sensación que jamás pensé que llegaría a sentir en tan poco tiempo. Pedri está entretenido jugando con mi pelo y repartiendo besos por mi clavícula y un bostezo mío le hace salir de su burbuja.

-¿Dormimos?- pregunta levantando su cabeza para mirarme.

Asiento y se tumba boca arriba esperando para recibirme. Me acurruco todo lo que puedo contra su cuerpo y nos damos un último beso de buenas noches.

Mi chiquitín tiene una capacidad increíble para dormirse y al momento se quedó frito. Yo, sin embargo, tardo bastante más. Pero es que van 2 horas y yo no puedo quedarme dormida. He dado un millón de vueltas ya en la cama, y de las que me he privado para no molestar a Pedri.

-¿No puedes dormir?- oigo su voz ronca y le miro, aún está con los ojitos cerrados.
-Perdón, bebé. No quería despertarte.- abre los ojos, sonríe y me atrae hacia él quitándole importancia.
-¿Pero te pasa algo o es solo insomnio?
-Me duele la barriga muchísimo. Me tengo que poner con la regla.- le explico y asiente comprendiendo.

Una de sus manos sube mi camiseta y comienza a masajear mi barriga. Si bien es cierto que en cuanto a dolor no es que alivie demasiado, en estos momentos ese tipo de mimos se agradece un mundo. Le sonrío y se que me ve. Deja un beso en mi mejilla y sigue masajeando mi tripa.
El último pensamiento que recuerdo antes de dormir es que siempre he pensado que me merecía algo mejor, hasta que he encontrado a quien me hace pensar que no existe nada mejor que él.

meu amor - pedri gonzález Where stories live. Discover now