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Si os preguntáis si conseguí salir airosa de ese abrazo, la respuesta es sí. Pero como tengo tendencias un poco masoquistas, el resto de la noche me la paso entre bailes, copas y abrazos a Pedri. Mi yo pasada de copas es extremadamente cariñosa y mi chiquitín, además de aguantar estoicamente, incluso aprovecha mi faceta de paz y amor.
Son casi las 6:30 de la mañana cuando se encienden las luces de la discoteca indicando que es hora de que cada mochuelo vaya a su olivo, como diría mi abuela. Empiezo a escuchar a mis amigos decir no se qué de ir a la playa de after y justo veo a Pedri bostezando.

-Pero si mi chiquitín se está durmiendo... Él debería estar en la cama, hace ya horas que se acostaron los Lunnis.- bromeo y él aprovecha para pasar su brazo por encima de mis hombros mientras se ríe.
-Algún día me vengaré por todo lo que me vacilas.- susurra en mi oído.
-¿No te vengas suficiente con todo lo que me sueltas para dejarme fuera de juego?- pregunto sinceramente y él se ríe.
-No lo hago a posta. Me sale solo.- contesta de la misma forma.

Me quedo mirándole y no me creo la suerte que tengo de que mi persona le despierte el más mínimo interés a tremendo ser humano. Me río yo misma de mis pensamientos y él me gira la cara pensando que me rio de él una vez más. Le cojo la cara con la mano y dejo un beso en su mejilla, más cerca de la comisura de sus labios de lo que yo misma había planeado. Abre mucho los ojos como asustado de lo que se pensaba que iba a hacer y yo me río pegándole en el pecho.
El resto siguen discutiendo sobre si nos vamos a dormir o de after. La verdad es que se pueden alargar lo que quieran en esta discusión porque yo estoy aprovechando el contacto físico con Pedri de lo lindo. Estoy completamente pegada a su cuerpo y mentiría si no asumo que me encanta cuando pasa su brazo por encima de mis hombros y deja su mano descansar en mi pecho. Me entretengo jugando con los dedos de su mano hasta que mis amigos deciden que todos a dormir. El camino a casa se me hace más corto de lo esperado. Sin embargo, se me hace un mundo el desmaquillarme y desvestirme. Una vez en pijama voy a la cocina a por agua y allí están también bebiendo agua Joan y Pedri.
¿Pensáis que mi yo borracha es capaz de dejar todos sus pensamientos a un lado y decirle a Pedri que le apetece dormir con él? La respuesta es no. Así que me marcho a mi cama, donde ya me espera Ali y nos quedamos un rato hablando de todo antes de dormir. Nos encantan esos momentos de cerrar los ojos y comentar absolutamente todo lo que ha sucedido en el día. Me río tanto con mi amiga que incluso se me olvida que me encantaría estar ahora mismo durmiendo con Pedri.

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Abro los ojos cuando son más o menos las 12 de la mañana. Miro hacia mi lado y Ali está prácticamente muerta. Se que no es así porque la oigo respirar, que sino incluso lo dudaría por su postura. Agradezco al universo por haberme hecho un favor siendo inmune a las resacas y me levanto para ver si alguien más está despierto. No encuentro signos de vida humana en casa hasta que llego al sofá y encuentro a Joan tumbado en él. Me acerco para cerciorarme de que está dormido y justo abre los ojos.

-¡JODER, JOAN! Qué susto tío. Eres imbecil.- grito a la vez que me rio y él se descojona.- ¿Qué haces aquí?
-Que me vine aquí para dejarle la cama libre a Pedri por si aparecías.- dice e inmediatamente lo mando a callar a pesar de que se que me está vacilando.-¿Que me calle por que?
-Porque puede enterarse, idiota.
-Ah que después de la sesión intensa de tonteito de ayer te ha vuelto el pudor...- vuelve a picarme y le pego con el cojín que tiene al lado en la cara.

Seguimos discutiendo de broma y riéndonos a carcajadas hasta que el resto van haciendo acto de presencia cagándose en absolutamente toda nuestra familia viva y muerta por haberles despertado.
Si hay una persona que se levante cariñosa ese es Pedri, el cual inmediatamente me abraza por detrás y deja un beso en mi pelo, lo cual yo recibo más que encantada.
Los domingos post fiesta en Mallorca son sí o sí de playa así que les convenzo de vestirnos rápido e irnos a aprovechar lo que queda de mañana.
Los chicos se pasan prácticamente todo el tiempo en el agua mientras que Ali y yo tomamos el sol tranquilamente en la toalla.

-Qué bueno está el cabrón.- dice mi amiga bajándose las gafas de sol mientras nuestros amigos se acercan a nuestra posición.
-¿Cuál de ellos?
-Tu niño.- responde e intento alcanzarla para pegarle en respuesta, pero me esquiva. Me conoce demasiado bien.

Al vernos, mi niño se ríe y me guiña un ojo a lo que Ali suelta un gritito. Y eso que todavía no le he confesado que me muero un poquito bastante por él. Aunque para qué engañarnos, supongo que ya todo el mundo se ha dado cuenta.
Comemos sobre las 4 de la tarde en un restaurante cerca de casa. Comer a esta hora es un placer de verano que me encanta. Después nos vamos a casa a descansar y ducharnos y a eso de las 8 y media de la tarde salimos a conocer un poco el centro histórico de Mallorca. Les voy enseñando distintos sitios y aprovechamos para hacernos fotos de recuerdo. Durante la mayor parte de nuestra caminata tengo el brazo de Pedri rodeando mis hombros y me dedico a jugar con la mano que descansa en mi pecho. Cada broma que le hago me responde con un beso en mi sien o un apretón a su pecho y ahí es cuando me doy cuenta de que me quedaría en esos momentos toda la vida. Pero como todo lo bueno, nada dura para siempre y tras cenar nos volvemos a mi casa. Mañana sale el vuelo de vuelta a Barcelona de mis amigos a las 7 de la mañana y además estamos cansados, por lo que no había otra opción que irse a dormir pronto. Además, mañana lunes por la tarde ya se concentra con la Selección Pedri, con lo cual tendrá que llegar medianamente entero y con algunas horas de sueño en su cuerpo.
Ver a mis amigos recogiendo sus cosas y dejando la maleta prácticamente cerrada me pone triste. No quiero que se vayan de Mallorca nunca. Me he acostumbrado muy pronto a lo bueno. A pesar de que se que nos vemos en menos de un mes en Sevilla para ir a ver jugar a Pedri a uno de los partidos de la Eurocopa, estoy muy triste porque se vayan. Eso del partido Pedri no lo sabe. O sea, sabe que van todos pero cree que yo no puedo ir. Su carita de tristeza casi me hace abortar la mentirijilla pero pensar en la carita de ilusión que pondrá al verme allí me empuja a aguantar un poquito.
Caemos prácticamente muertos en la cama todos y cuando suena el reloj a las 5 de la mañana puedo asegurar que sigo muerta. Todos somos zombies mientras desayunamos pero aún así Pedri ya me ha dicho 2 veces lo guapa que estoy y yo ya con eso me conformo.
Cuando llega el taxi que les llevará al aeropuerto nos despedimos en la puerta de mi casa. Mis padres han venido a despedirse de mis amigos y mientras yo abrazo a Riqui escucho como mis padres le desean suerte a Pedri en la Euro. Mi amigo y yo nos reímos y me susurra un "los suegros ya orgullosos de él". Le pego en respuesta y nos volvemos a abrazar. Otro al que se me va a hacer rarísimo no ver prácticamente todos los días.

-Chiquitín, siempre el último.- digo acercándome a Pedri y hundiendo mi cara en su cuello inmediatamente.
-Lo último siempre es lo mejor.- susurra en mi oído y me estremezco. Tiene razón.
-Mucha suerte, aunque no la necesitas.- le digo refiriéndome a la Eurocopa.
-¿Me vas a echar de menos?- pregunta burlón e intento zafarme de su abrazo pero me aprieta más aún.
-Sabes que sí.- respondo con toda mi sinceridad.

Seguimos abrazados susurrándonos cosas hasta que me suelta y dejo un montón de besos en su mejilla seguidos. Tengo su cara cogida entre mis manos y sigo dándole besitos mientras él pasa las manos por mi cintura. Soy consciente de que todos estarán pendiente nuestra pero necesito que se vaya habiéndole demostrado todo el cariño que tengo guardado para él. Dejo un beso más en su mejilla y resopla echando la cabeza hacia atrás. Le entiendo. Yo también pienso que si estuviéramos solos ya nos habríamos besado. Vuelve a mirarme y le sonrío, sonrisa que me devuelve de forma automática.

-Me lo debes.- susurra en mi oído dándome un último abrazo. Asiento sabiendo perfectamente que se refiere al beso que nos habríamos dado de no tener espectadores.

Nos soltamos, doy un último abrazo a Ali y veo cómo se montan en el taxi. Odio las despedidas aunque sepa que les veo en nada. Mi padre lo sabe y me abraza de lado mientras despedimos con la mano a mis amigos. Es muy temprano así que me vuelvo a la cama y, como era de esperar, mi último pensamiento antes de dormir vuelve a ser él. Se acaba de ir y ya le echo de menos. Y ahí es cuando me doy cuenta de que estoy absolutamente perdida. Pero, aunque me asuste, me gusta.

meu amor - pedri gonzález Where stories live. Discover now