34. Ten cuidado con tus enemigos, pero más con tus "amigos"

62 25 12
                                    

El sabor de la bebida le resultó un poco extraño a Amelie, pero lo achacó al chicle de menta que se había puesto en la boca antes de salir del baño, así que sin prestar mucha más importancia se preparó para atravesar la marea de cuerpos que poblaban la sala y así llegar hasta sus acompañantes para poder seguir con la diversión.

Luego de dar unos pasos entre la multitud, el calor que se desprendía de la gente saltando, la música estridente muy alta y los extraños juegos de luces comenzaron a marearla. 

Sentía la cabeza floja, como embotada o llena de algodón. La visión se le emborronaba en algunas ocasiones, mientras que todo a su alrededor se movía de manera e increíblemente rápida y lenta al mismo tiempo.

Qué raro ¿Estaría borracha? Se preguntó, sacudiendo un poco la cabeza en un intento vano por despejarse. Seguro que no lo estaba. Si bien es cierto que había tomado bastante, estaba segura de que no había sido suficiente como para ponerse ebria. 

Tenía la necesidad de aflojarse la ropa, porque se estaba cocinado de calor. Pero las personas que no dejaban de empujarla de un lado a otro no se lo permitían. Qué sensación tan extraña ¿Qué le estaría pasando? Lo mejor sería que llegara hasta Bris, para que la metiera en un taxi que la llevara a casa. 

No quería que una noche tan buena acabara así, pero era evidente que algo fuera de lugar le estaba sucediendo. 

Se tambaleó un poco, sintiendo que perdía el paso y se iba a caer hasta acabar contra el duro suelo. Tal vez incluso aplastada por esa multitud tan indiferente respecto a lo que le estaba sucediendo, por fortuna, unos fuertes brazos la atraparon en el momento preciso evitando el feo golpe.

Se giró para agradecer a su salvador desconocido y para alejarse con prontitud, temiendo estar con un extraño en ese precario estado. Pero en cambio, se relajó completamente al contemplar el preocupado y familiar rostro de Edward, que era quien la sostenía firmemente.

— Amie ¿Estás bien? Venía del baño y te he visto tambalearte. Creí que no llegaba a tiempo para atraparte antes de que te cayeras o te pisotearan. — Cuestionó alarmado, recorriéndola con la mirada para comprobar que le estaba sucediendo. — Creo que esos chics con los que hablaste metieron algo en tu bebida.

— Ah Eddie, menos mal que eres tú — Dijo tranquila, dejando caer casi todo el peso de su cuerpo sobre él. Sintiendo a su vez, como todos los mareos y sensaciones extrañas se mezclaban con un irrefrenable torrente de energía que la invitaba a bailar, dar cientos de vueltas, cantar... — Supongo que tiene sentido, me siento muy rara. Que tonta he sido de no notar algo así.

— No pasa nada. Te has distraído unos segundos y seguro que los aprovecharon, esa gente siempre sabe lo que hace. Pero no te preocupes te llevaré a casa sana y salva, vamos. — Comenzó a caminar, él prácticamente cargando con ella, para sacarla lo antes posible del gentío.

— No, espera. Tengo que hablar con Bris. No me puedo ir como si nada, se preocuparía.

— Esta bien, tienes razón. — Aceptó, aunque sin muchas ganas. — Lo mejor es que hablemos con ella, para que también tengan cuidado. Vamos.

Eddie era reacio a meterla entre esa alocada acumulación de personas, pero Amelie tenía razón, lo mejor era despedirse de su amiga antes de que pudiera llevarla a casa. 

La sostuvo con fuerza, aunque notaba que ella ya era capaz de sostenerse un poco mejor sobre sus propios pies y comenzó a caminar para llegar hasta sus amigos. No fue sencillo, puesto que las personas se movían divirtiéndose, bailando o cantando al ritmo de la música e impidiéndoles pasar. Además, ella se distraía bastante con cualquier nimiedad. 

¿Me voy a Marte o me quedo contigo? [COMPLETA]Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ