20. Dulce, dulce lluvia

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— Entonces... ¿No te ha besado? 

Le preguntaba Bris la tarde siguiente, con los codos apoyados sobre la barra de la cocina de su apartamento, sin dejar de beber café o de mirarla de manera intensa.

 — Pero ¿tú querías que te besara? — Insistió ante la falta de respuestas de su amiga. 

— Si...

— ¿Entonces por qué no le has besado tú? —Le gritó a Amelie repentinamente, haciéndola saltar en la silla y derramar un poco de su té por el susto.

— ¡Ay! No lo sé... No he me atrevido. Además, también me parecía un poco pronto, técnicamente era la primera vez que nos veíamos.

— Pero querías besarle...

—¡Si! ¡Claro que quería! A ver, la adolescente rarita que todavía vive dentro mí y que está loca por Nick, no sé, prácticamente desde que me empezaron a gustar los chicos, quería besarle. Pero lo peor es que la mujer adulta, madura y centrada que soy ahora y que le está empezando a conocer de verdad, también quería. 

Amelie se estrujó la cara y luego dejó caer la frente sobre la mesa con un ruido sordo.

— ¡Ay, Dios! ¡Te gusta! ¡Pero de verdad!

— Creo que sí, pero no hace falta que grites. — Respondió la pelirroja sin alzar la cabeza y haciendo que su voz sonase extraña contra la madera.

— No... te estarás enamorando de él o algo así ¿Verdad?

— ¡No! — Esa pregunta si la hizo reaccionar y levantarse como pinchada de la mesa. — ¡Eso no! Espero que no.

— Que exagerada ¿Por qué te asustas tanto? Y deja de mirarme con esa cara loca, me estás dando miedo. — Bromeó divertida tratando de distraerla.

— No tiene gracia Bris, no puedo enamorarme de él. — Respondió preocupada y algo decaída.

— ¿Por qué no? Parece un buen hombre y es más que evidente que se entienden muy bien. Por favor, que hasta estaba dispuesto a conseguirte papel para que pudieras escribir. ¿Qué más quieres?

— Que ninguno hubiese hecho eso por mi hasta ahora, no quiere decir que no exista por ahí algún otro que también me ayudaría así. — La respuesta de Bris a ese comentario fue seguir bebiendo café ignorándola — Además, ¿Se te olvidan las sospechas de Shondra? Porque a mí no, y yo también tengo las mismas la verdad. 

— Pero tu agente también te dijo que no lo sabía, que igual estaba siendo demasiado desconfiada al pensar eso. De todas formas, ¿realmente piensas que él sería capaz de hacer algo así?

— No, en realidad no. — Soltó un pensado suspiro, recordando la pureza y la confianza que solían transmitirle sus hermosos ojos azules o su infantil sonrisa. — Pero con la gente al final nunca se sabe.

— ¿Sabes lo que creo yo?

— Ehh... no, creo que mejor no quiero saberlo. — Le respondió negando con la cabeza.

 Bris había dejado sobre la mesa, con un suave golpe, la taza a medio beber y la miraba de manera fija con las manos firmemente apoyadas en la cintura; como si fuera un pequeño soldado preparado para plantear batalla.

— ¡No quieres porque sabes lo que te voy a decir! Pero sobre todo porque sabes que tendré razón.

— ¡Ah! ¡Pero mira que mala suerte! —Amelie fingió pesar de manera bastante poco creíble. — ¡Llaman a la puerta! Que pena... no puedo oírte. Tal vez en otro momento será.

Salió de la cocina disimulando su prisa, puesto que en cuanto escuchó los característicos golpes de Emma se levantó desesperada por abrir y escapar de las teorías de su amiga,  aunque eso en realidad no impidió que la otra siguiera gritándole todo lo que quería desde la cocina.

¿Me voy a Marte o me quedo contigo? [COMPLETA]Where stories live. Discover now