26. Un paseo bajo la lluvia

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Luego de estar allí durante casi dos horas más, cantando no muy bien, bebiendo y bailando divertidos con ridículos pasos de baile inventados, los cuatro decidieron ir juntos en busca de un lugar en el comer algo antes de marcharse a casa. 

El tiempo estaba más frío que al comienzo de la noche y amenazaba con abrirse a llover en cualquier momento, pero ninguno le prestó mucha atención al cielo cerrado. Iban entretenidos, compartiendo anécdotas vergonzosas de cuando eran más jóvenes, de la época del instituto, como había sido el comienzo de la fama para ellos unos cuantos años atrás o la cantidad de tonterías que habían hecho ellas en la universidad. 

Sólo Nick reparó unos instantes en el clima, cuando se percató de que Amelie se abrazaba un poco a si misma para combatir el frío. No lo dudó ni un segundo antes de quitarse la chaqueta de cuero negro que llevaba puesta, para colocarla sobre los hombros de ella.

— No es necesario, te vas a congelar de frío. — Intentó protestar, pero él negó con la cabeza restándole importancia.

— Estoy bien no tengo frío, de verdad. Además, la pequeña Emma me ha dado el título de príncipe y ¿qué clase de príncipe encantador sería si dejo que la hermosa doncella se quede azul del frío? Se supone que ese color es el mío no el tuyo.

Con una adorable sonrisa pintada en los labios tiró de las solapas del abrigo para ajustarlo mejor, de manera que estuviera más cerrado sobre su cuerpo. Además, aprovechó el movimiento para atraer a Amelie un poco más cerca de él y depositar un suave beso en su frente. 

Ella sonrió encantada, dejándose envolver en su calor, sobre todo cuando Nicholas comenzó a mover las manos de arriba a abajo por su espalda de manera enérgica para así espantar al frío, justo antes de abrazarla apretadamente.

La calidez de su cuerpo todavía impregnada en la chaqueta, junto con su aroma personal, limpio y fresco, atraparon a Amelie como un agradable abrazo del que no querría desprenderse nunca, segundos antes de que él le diera uno de verdad. Demostrándole que todo ese mar de sensaciones que la habían invadido unos momentos antes, palidecía en comparación de lo que despertaba el verdadero contacto de él sobre su piel.

Siguieron caminando de esa forma, enlazados, sin ser capaces de mantenerse lejos el uno de la otra durante mucho tiempo. 

Intercambiando historias, bromeando entre todos, incluso Nate se ofreció a quitarse la camiseta para dársela a Bris si tenía frío, luego de ver lo que había hecho su amigo. Como él no había llevado abrigo, lo único que tenía era una camiseta algo gastada que había visto tiempo mejores y estuvo a punto a de quitarse para prestársela a Briseida, bueno, lo ciertos es que se la habría entregado si ella no hubiese rechazado firmemente la oferta. 

Nicholas se metió con él diciendo que lo hacía solo para mostrar sus abdominales marcados y aunque fingió no entender de que hablaba y lo negó todo, lo cierto es que su amigo no estaba del todo lejos de la realidad. 

Pero ¿quién dejaría pasar la oportunidad de intentar impresionar a la chica que le gusta?

Entraron poco después en una conocida hamburguesería de la zona, pidieron sin dudarlo una para cada uno de ellos, por supuesto acompañadas de una gran ración de papas fritas y refrescos, ya se preocuparían por la comida sana en otro momento. 

Allí tampoco faltaron las risas, Nate hizo algunas fotos y videos de todos juntos, comiendo, con poses absurdas y caras extrañas. Ya habían tomado unas cuantas en el karaoke, pero ahora que estaban más tranquilos repitió la acción y aprovechó para conseguir la cuenta de Bris en las redes sociales con la burda excusa de etiquetar a todos en las instantáneas.

Al salir del restaurante decidieron que ya era el momento de irse a casa por fin, era bastante tarde y algunos tendrían que trabajar al día siguiente. 

¿Me voy a Marte o me quedo contigo? [COMPLETA]Onde histórias criam vida. Descubra agora