Capítulo cuarenta y cuatro.

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Yoaquín

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Yoaquín.

Rudt se había ido de mis manos, una vez más.

No podía hacer más que aguantarme el dolor y tragármelo, era momento de superarlo.

Cuando oscureció decidí dar unas últimas vueltas por este sitio.

Si la pelirroja huía de mí, le ahorraría la culpa, esta vez me yo desaparecería para siempre.

Perdónenme, Liam y Dylan, no merecía ser padre de niños tan brillantes, amables y cariñosos, su madre hizo un buen trabajo enseñándoles los valores de esta vida, las cosas más simples y les enseñó a querer sano, yo era malo para ustedes y su mamá, inconscientemente los había expuesto a mil peligros.

No era justo para ellos que me alejara, pero tampoco tenía derecho a verlos.

Rudt, habías sido una mujer muy fuerte, imaginaba todos estos años estado lejos del padre de tus hijos; fueron solo tú y el leal Jayden.

Realmente estaba muy orgulloso de ti, siendo tan joven y con una responsabilidad tan grande, queriendo escapar de mí sin poder conseguirlo, siempre estuve contigo o al menos una parte de mi en tu vientre, luego en tus brazos, luego comenzaron a caminar y ahora un pequeño jaguar asechaba tu hogar.

Paseaba por las sombras en forma humana en todos los lugares donde tuve experiencias con la pelirroja de mi corazón, donde siempre tendría sus recuerdos.

El zoológico; donde la había tenido raptada;

El bosque; donde por primera vez ella me correspondió;

La plaza juveweh; donde bajo las estrellas nos besábamos con tanta pasión;

Y los sauces de nieve; lugar donde por primera vez fue mía.

Cada vez que estaba en esos sitios mi marca brillaba con tanta intensidad, la quería a pesar de los años, el tiempo perdido, o situación. Incluso aun nos veíamos enamorados, eran unas intensas emociones que nos consumían, pero Rudt tenía razón, era momento de superarnos, alejados nunca estaríamos.

Era tiempo de pasar la página, cruzar por el bosque frondoso donde mi más grande sufrimiento me pesaba.

¿Por qué lo hice? ¿Me había obsesionado? ¿este era el karma? ¿La culpa? ¿alejarme de mi familia? Todo esto podía conmigo, ¿y saben qué? Aceptaba el castigo, pude ser un hijo de puta, pero me la bancaba contra mis consecuencias, no estaba siendo modesto, sino realista.

Mi obsesión con el poder me alejó de la persona que amaba.

Luego de atravesar la sombría maleza donde la había arrastrado en contra de su voluntad, llegando al puente, entre tanta oscuridad distinguí a alguien; una sombra femenina cercana a un bulto en el borde del vacío, probé mi visión más clara y noté que eran Margot y un cuerpo sin vida.

Mi vida a tu lado #2 [TERMINADA✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora