Capítulo 42

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Como le informé a Atenea, tan solo vamos a observar y prestar atención, el resto para otro día. Luego de comunicarle a Zayn el nuevo dato, un visto bueno a nuestra idea y nos ponemos en marcha para llegar al apartamento de la morena. Va todo el camino comentando lo incómodo que va a ser ver a la cara a su vecino ahora y fingir no saber nada pero también habla de lo raro que fue conocerle y el sentido que va cobrando ciertas actitudes que prefiero no preguntar para ahorrarme la rabia. ¿Se habrán besado? No, Atenea es demasiado... Atenea.

El portero nos saluda amigable para dejarnos subir tranquilamente por las escaleras, tenemos una conversación monótona y cotidiana, extrañamente normal. Ya en su piso, la puerta de Edward está entreabierta y se escuchan murmullos desde el interior, me hace un gesto de silencio con un dedo y camina a hurtadillas hasta la suya. Abre rodando la llave muy lentamente y cuando cierra exhala con fuerza cerrando tras de sí.

- Edward siempre se asoma a mirar quién ha llegado -Dice con indiferencia-. Por eso te he dicho que no hicieras ruido.

- ¿Cómo vamos a escuchar lo que hablan?

- Las paredes son finísimas pero aún así la terraza de mi dormitorio tiene una gran captación de audio -Sonríe mientras sopesa la idea y se dirige al lugar.

Veo cómo desaparece detrás de las cortinas y la sigo sin hacer el mínimo ruido. Al otro lado del cemento se oyen murmullos, risas y unas copas al chocar con un brindis. Miro a Atenea que se inclina todo lo posible en la barandilla, la agarro de un tobillo antes de que pueda arrepentirse y lo toma como un impulso para colgarse más lejos. Se agarra a los barrotes de su vecino y me indica que le suelte la pierna para quedar colgando de la fuerza de sus brazos nada más. Pilla un apoyo a su izquierda y consigue subir con un poco de esfuerzo, al parecer Edward mantiene las cortinas cerradas y por ello no puede verla invadiendo su propiedad. Me coloco de espaldas a la pared para que pueda decirme lo que escucha, ella hace lo mismo en el otro lado.

- Edward trabaja en el psiquiátrico -Recita.

- Eso explicaría porqué su trabajo tiene jornada completa hasta la noche, como un hospital.

- Pero yo jamás le vi ahí. 

- Él sabe quien eres, lo ha sabido siempre, tiene tu expediente. 

Silencio, más sonidos desde el otro lado y de repente el cuerpo de Atenea aparece de nuevo en su terraza, al otro lado se oye una puerta chirriar en el pasillo, entramos al salón y apoyamos la oreja en la puerta para escuchar a la rubia despedirse. 

- Entonces, mis chicos actuarán mañana por la noche, estate puntual. 

- ¿Alguna vez te he fallado? 

Un ronroneo en forma de despedida y nuevamente vacío, la puerta se cierra. 

- ¿Qué has escuchado? -Digo mientras camino hacia el sofá. 

- Hablaban en clave, supongo que Edward tuvo en cuenta lo finas que son las paredes. 

- ¿Y?

- Scarlett está haciendo el trabajo de la doctora, tiene una fábrica cerca del psiquiátrico, está aislada entre el bosque y la ciudad, pero sin duda debe estar bajo el mandato de ese lugar. 

- ¿Porqué Liam trabajaría ahí? 

- Lo averiguaremos todo mañana -Dice cruzando sus brazos por detrás de la cabeza-. Pero debemos decirle a Zayn, llevar una caballería, no sabemos realmente cuántos son. 

Asiento sin darle más importancia, mañana... Mañana terminaría todo, por fin se acabará el desastre que ha creado el West Pine. Miro el cuerpo de Atenea apenas visible con esa ropa de deporte pero debajo de ella puedo ver cicatrices, rojas, rosas, blancas, gruesas, finas, abiertas, cerradas, el picor, el escozor, el dolor. Lo veo, lo siento en mi propia piel, ella me mira confundida como si quisiera entrar en mi mente y tranquilizarme pero la sangre me hierve, me come por dentro de rabia. 

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