Capítulo 35

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El disparo sonó en eco sobre los oídos de todos. Se lo merecía, después de lo que vi, después de lo que se, era lo menos que le podía pasar. Bajo mi mano temblorosa hasta quedar totalmente colgada a mis costados, mi cara expresa la rabia, la frustración y las lágrimas que están a punto de brotar porque estoy roto por dentro.

Miro el cuerpo de Atenea, débil, tembloroso y cabizbajo. Alza la vista para dejar ver el roce que le ha hecho la bala en la mejilla, algo que sin duda y muy a mi pesar le dejará otra cicatriz para su colección. Me acerco para desatarla, Scarlett no interrumpe en esto ya que como acordamos, sería decisión mía. Todo el esfuerzo de capturarla y retenerla era una manera de sacar toda la información sobre ella, de que dijera la verdad y conocerla como la bestia que es.

- No me des las gracias -Digo secamente cerca de su oído cuando quito las últimas ataduras.

- No lo iba a hacer -Se levanta frotando sus muñecas.

Me dedica una mirada tan cargada de oscuridad que me mantengo alerta con cada movimiento como si estuviera pensando con qué atacarme. Mantengo mi vista en ella hasta que desaparece conociéndose el camino de vuelta a la calle. Giro sobre mis talones para encarar a una Scarlett furiosa, le sonrío forzosamente y me devuelve el gesto sarcástico.

- De nuevo, la has pifiado.

- Puedes ir a por ella si quieres, todavía estará descifrando dónde está.

- ¿Porqué no le has disparado?

- Hay cosas pendientes todavía -Me acerco a la mesa de trabajo observando los cuchillos.

- ¿Sabes que si Zayn se entera tendremos que prepararnos para una guerra, verdad?

- Lo se.

- Y cuando lo sepa, tú y yo estaremos en el mismo bando contra ellos.

- Lo se.

- Yo contra mi familia y tú contra... Ella.

- Lo se.

Todas y cada unas de las palabras que la rubia pudiera decir, las sabía. Dejar ir a Atenea era como soltar una paloma mensajera con una bomba en sus patas, ella no es una cobarde que va a buscar cobijo, no... Ella es una jodida perturbada que vendrá a por mí con toda la caballería sin importar qué o cuánto sienta por mí, sin recordar los momentos de sofá, las risas, las comidas juntos o las salidas. Todo eso ya no es importante, no cuando la he abandonado.

Salgo del lugar saludando por el camino a algunos que trabajaban con Marcus y necesitaban un jefe, alguien a quien seguir, entonces ahí entra Scarlett, la sucesora de su padre perdido con un buen peso de carga para vengarse de Atenea. Mi coche está aparcado justo en frente, subo a él apoyando las manos en el volante y soltando un gran suspiro.
¿A dónde iba ahora?
Bien podía aparecer en la casa e ignorarnos hasta que ambos tuviéramos un plan de supervivencia y defensa. Puedo buscarla por las calles, no debe andar lejos y hablar con ella, no servirá para evitar la muerte de uno de los dos pero al menos esa parte de mí devastada no se sentirá tan mal.

Arranco sin pensarlo demasiado, voy a una velocidad moderada mientras observo cada peatón, cada esquina, sombra y farola. Luego de veinte minutos dando vueltas ya casi llegando a la casa la encuentro cojeando y abrazándose a sí misma del frío. El tacón de Scarlett debió hacerle bastante daño y su forma de vestir no era la más adecuada para el invierno.

- Sube -Digo en orden bajando la ventanilla, mira de reojo y me ignora-. No tengo paciencia Coeh, sube.

- Que bueno que no tengas paciencia, así te irás antes.

- Vas a morir congelada.

- La casa está ahí ¿Vienes a buscar tus cosas?

- No, vengo a quedarme.

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