Capítulo 33

1.2K 97 6
                                    

Soy imbécil, un completo gilipollas. Masajeo toda mi cara con la visión borrosa en medio de la calle helada, he tomado unas cuántas copas en el bar de la esquina donde una camarera muy amable se ha ofrecido a llenarme el vaso unas cinco veces o más. Unos borrachos que me acompañan desde atrás riendo y festejando van dando tumbos mientras bailan pie con pie y tiran el alcohol por la carretera, un coche les ha pitado en advertencia pero solo han bufado y seguido su camino.

- ¡Harry Styles! -Oigo esa voz desde muy atrás de la diversión de los borrachos-. ¡El gran rompecorazones de Colorado! ¡El mismísimo Harry Styles!

Me giro muy lentamente con una cara poco amigable, bastante seria y enfadada, quizás por el hecho de que la cerveza no me ha hecho olvidar la mierda que me ha soltado Atenea sino que por alguna razón ha profundizado en esa herida hirviendo en mi interior. La persona tan familiar choca a mi vista en cuanto estoy de frente a él, Michael Jump; Salí con su hermana una temporada, un día quiso acusarme de mujeriego, infiel y encima estrangulador así que lo dejamos y ella me denunció a la policía. Su hermano, aquí presente, se encargó de que todas las personas del pueblo supieran la "verdad" y así tuve varias peleas callejeras, gracias a este gran capullo.

- ¡Michael Jump! -Intento imitar su tono agrio pero arrastro las palabras, como todo un alcohólico-. ¿A qué se debe este honor?

- Las cosas han cambiado mucho por aquí, ahora trabajo para alguien grande, alguien importante -Se acerca vacilando con una amplia sonrisa-. Y creo que tu jefe es nuestro competidor.

Se agudiza más la sonrisa que ha dibujado en su cara, abro los ojos tanto como puedo aunque mis sentidos jurarían que se han quedado igual. ¿Michael trabajando con gente de la mafia? Esto no pinta bien, no debe traer nada bueno consigo si está aquí, frente al ex novio de su hermana que tantos años juró vengar y con un apoyo en el mercado negro. Disimulo mi sorpresa con otra amplia sonrisa achinando los ojos, borrando toda vista de mí y parpadeando cuantas veces puedo para enfocar al pelirrojo. Sigue teniendo un cuerpo esbelto, ahora se parece más a su padre, un hombre bruto que se dedicaba a forjar metales.

- ¿Sí? -Elevo una ceja-. Mira, tengo que irme a casa -Un hipo se apodera de mi garganta cortando toda la seriedad de la frase-. Así que -Pausa-. Me voy.

- Me han encargado tu caso Styles -Observa sus uñas como si fueran el centro de atención-. Alguien de mi equipo te quiere muerto, he tenido que estudiar cada paso tuyo, se que trabajas para Zayn Malik, que vives con Atenea Coeh y además es una de tus compañeras de equipo. Vives a dos manzanas de aquí, una casa muy acogedora si me permites. Has salido del psiquiátrico con esa chica, la policía te esta buscando pero el tesoro más preciado es Coeh, que por alguna razón nadie a conseguido verla, al contrario que a ti, que se te ve en todos lados.

- Muy astuto -Comienzo a caminar-. Suerte entonces con ese encargo tuyo.

- ¿Crees que necesito suerte? Podría atornillarte la cabeza ahora mismo contra la pared.

Una sonrisa felina se estira en mis labios, giro para encontrarlo a un paso de mí, una pistola Sig Sauer con tres balas en la munición apunta directamente apoyada en el centro de mi frente. No me inmuto, casi podría jurar que ni respiro. Michael sostiene la mirada cargada de todo eso que en su momento no me dijo, de todas esas palizas que quiso darme antes de enterarse de que maté a mi propio padre y me dejé capturar como solo un psicópata haría. Ladeo la cabeza empatizando con ese sentimiento, alzo ambas manos hasta mi nuca en forma de rendición y una chispa sale de sus pupilas, una chispa victoriosa.

- A sido fácil -Admite bastante contento, casi canturreando.

- No lo creo.

La voz suena detrás de el, a sus espaldas, un revolver colt apunta directamente a su cráneo sin dejarle un milímetro de separación. Quita el seguro en un silencio aterrador, dando a entender que no titubea ni un segundo con la decisión. Michael lentamente rota sobre sus talones, quita el arma de mi cabeza y la baja a sus costados, su semblante es una mezcla entre terror y asombro, quizás porque tiene a una mujer más bajita que él, con un uniforme corto militar cortesía de Malik, vendada por el tronco y llena de rasguños, moratones y otras heridas superficiales, apuntándole directamente entre ceja y ceja.

MedicineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora