Capítulo 37

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No puede ser, no puede ser, no puede ser...

Me abalanzo contra ella para atrapar sus labios en un desesperado beso que gratamente me devuelve. Camino hacia delante haciéndola retroceder y termina pegada con la espalda en la puerta, se le escapa un leve gemido en mi boca que capturo como si también pudiera besarlo. Agarro su cara con ambas manos presionando más, dejando poco espacio entre ambos, sintiendo cada sabor, cada respiración y cada movimiento de su lengua.

No ha sido precisamente una declaración de amor pero ha admitido algo importante, algo que ansiaba oír. Pensando en ello profundizo más el beso, sus labios, maldita sea, tan suaves y dulces que soy incapaz de pensar que los posee una asesina de sangre helada.

Tocan la puerta tras ella, suelto un gruñido bastante animal sin dejar que se desprenda y ha entendido que es un "No abras", se ríe rompiendo un poco el beso que en seguida sigue y vuelven a tocar. Rezo porque la persona que esté detrás se vaya pronto, no tengo ganas de pegarle a alguien por ser tan insistente. Otro toque.

- Harry... -Susurra apartándose apenas pero casi ha salido como un gemido que me ha hecho gruñir-. Tengo que abrir.

- No lo hagas -La beso de nuevo pegando su cuerpo al mío.

Otro toque ¡Joder! Sin si quiera separarme lo suficiente de ella la aparto con cuidado para abrir la puerta bruscamente topándome con un chico joven, más mayor que Atenea pero posiblemente de mi edad. Es atractivo, tiene un cuerpo musculado, los ojos desprenden un brillo especial entre los colores marrones de su iris, el cabello peinado perfectamente con algunos mechones cayendo en su frente y unos reflejos rubios sobre el castaño relucen con la luz del apartamento. Se me queda mirando como si fuera un estorbo para su vista, aprieto el pomo de la puerta conteniéndome a las ganas impulsivas que tengo de sacarle los dientes.

- Edward -Dice la morena en forma de saludo-. ¿No has estado aquí hace un momento?

¿Hace un momento? ¿Hace cuánto? Debió ser antes de que yo llegara ¿Porqué este tío vendría al apartamento de una desconocida recién llegada? Alzo una ceja obligando a que conteste algo coherente, una explicación a todas mis preguntas no formuladas pero también para hacerle saber que se ha quedado mirando más de la cuenta el cuerpo desnudo de Atenea bajo la corta seda de su pijama.

- Sí, siento molestar de nuevo -Esboza una sonrisa despreocupada-. Un señor ha estado preguntando por ti en el portal, te busca con el nombre "Panthera Onca".

- James -Explica ahora mirándome-. ¿Y dónde está?

- Abajo, en el vestíbulo.

Ella se abre paso entre el cuerpo del chico, cierro la puerta lentamente para dejarle claro que ya no es bienvenido pero se queda plantado en la entrada, pone una mano de bloqueo y la vuelve a abrir, no me molesto en ejercer fuerza al contrario, me interesa saber con qué derecho se cree para seguir en mi presencia.

- No nos han presentado -Sigue mostrando una sonrisa afilada, retorcida-. Me llamo...

- Edward, ya escuché.

- ¿Eres amigo de la chica?

- ¿La chica? -Junto las cejas mostrando mi confusión.

- Vine hace unos minutos a presentarme, vivo aquí y no me quiso decir su nombre -Suelta una ligera sonrisa como si recordara alguna trastada de un niño pequeño-. Y a deducir en que tú tampoco me has dicho el tuyo, parece ser algo normal entre ustedes.

- En ese caso, no me concierne dártelo yo.

- Entiendo, vais del rollo misterioso y eso -Hace movimientos con las manos dramáticamente-. Aquí los vecinos somos muy discretos, no nos gusta la gente escandalosa ni problemática.

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