- Ya basta -Me traiciona la voz que por alguna razón a bajado el tono y se quiebra-. Es suficiente.

Lo era, Joet se esta desahogando de todos sus pensamientos, de todo lo que no había dicho hasta ahora y vio oportuno usarlo para detenerme. Si bien la gente confundía mi plan con la intervención de Harry pero nadie sabía lo de James, nadie lo vio en mi apartamento temblando, roto de tristeza, vomitando sus sentimientos en mi suelo y llorando cuando se sentía solo. Nadie lo vio, excepto yo y cada momento que pasaba a su lado mi ira crecía y se alimentaba de todo ese odio que pienso cobrar.

- Por favor Atenea, por favor -Su rabia se transforma en desesperación, un ruego triste-. No lo hagas, encontraremos la manera, lo haremos, tú y yo, por favor... No lo hagas.

- Joet...

- Por favor -Interrumpe-. No todo lo que él te dice es cierto, no te dejes engañar como siempre, no te arriesgues a un callejón sin salida y déjame ayudarte antes de cometer un error.

- Lo siento.

Y sinceramente sí lo siento, siento decepcionar a todos con mis decisiones pero jamás nadie se había preocupado por mí y nunca tuve que mirar por nadie pero ahora era diferente, tengo a gente que me quiere cerca, segura y ayudarme pero no puedo cambiar ese hábito de mí, no puedo simplemente ceder a las súplicas, se cuidarme y he sobrevivido a cosas peores.

Paso a su lado cuando se queda estático como si finalmente no pudiera creer la sentencia, Harry me sigue a paso ligero sin estar del todo a mi vista y por fin aire fresco. James está en el apartamento durmiendo, comiendo y volviendo a dormir así que tengo que regresar para supervisar todo antes de marchar. La calle está helada, la navidad ya pasó pero sigue nevando, lloviendo y haciendo frío suficiente como para que los vagabundos mueran cada noche. Me despido del moreno que parece asentir con todas las decisiones que tomo, como si llevarme la contraria le perjudicara en algo.

El apartamento se mantiene limpio, escucho los ronquidos de James nada más abrir la puerta y justo cuando voy a cerrar esta se queda quieta a una paso, miro hacia el suelo y noto el zapato marrón en pico bastante refinado que la mantiene abierta.

- He oído toda la noche vómitos -Edward se hace paso con una mano, no entra pero se queda al filo de invadir mi espacio-. ¿Estás bien?

- Perfectamente, gracias.

- ¿Tienes algún problema conmigo?

- ¿Y tú conmigo? Porque no dejas de aparecer delante de mi puerta todo el tiempo para literalmente no hacer nada útil.

- Todavía no se tu nombre -Sonríe con una chispa de malicia, ha ignorado lo que le he dicho.

- Estoy ocupada ¿Puedes molestarme en otro momento? O mejor múdate y no vuelvas nunca.

Cierro la puerta de un portazo que muy a mi pesar despierta de James bastante alterado, corro para tranquilizarlo y le ofrezco una pastilla del sueño, así vuelve a respirar con normalidad y descansa en el sofá. Suelto un largo suspiro antes de prepararme algo rápido para comer, luego en mi dormitorio reviso todas las vestimentas posibles, desde las más llamativas e incómodas hasta la más ajustada, cómoda y flexible. Calculo en esta cuántas dagas, cuchillos y navajas puedo meter, seis en total. Miro el reloj enorme encima de la chimenea y veo que son las cinco de la tarde, demasiado pronto para irme.

Le he mentido a Harry, para variar, todos creen que no desconfío de él y que es su plan pero aunque todo es iniciativa mía, no debo confiar en su fidelidad. Le dije que iría sobre las doce de la noche y que debería pasar a buscarme a las once y media, llegaríamos allí y su trabajo era distraer, observar y esperar pero la realidad es que saldré a las nueve, llegaré andando para no levantar sospechas, buscaré la entrada desde la otra esquina del muro y lo escalaré. Es sencillo y poco arriesgado, Harry llegará tarde y si mi destino no está firmado, saldré antes de que pueda darse cuenta de que he ido.

MedicineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora